20 | Turismo y Deporte

Liderazgo agridulce entre pinares

Luis Mariano Minguela | Alcalde Laguna
15 de Octubre de 2012
Escrito por
Marlo Carracedo

De una isla mudéjar proviene un alma de líder que guió sus pasos a través de un mar de pinares para dejar impresa su huella en el centro de la meseta. No se borraron sus pasos con el tiempo, pues su casta castellana no desapareció por el camino, sino que se erigió hasta grabar con letras de oro su nombre en su querida tierra de pinares. Como ilustre frumaleño nos recibe a las puertas del Ayuntamiento de Laguna de Duero y nos acompaña hasta su despacho, el de la alcaldía, y sin más dilación, con tono animado, sus primeras palabras: ¡Venga, dispara!


Luis Mariano Minguela (Frumales, 5 de enero de 1960) llegó al Real Valladolid en 1977 procedente de la Gimnástica Segoviana para vivir una de las mejores etapas del equipo blanquivioleta. Llegó al equipo junto a su compañero en la Gimnástica, Gila, que “realmente es a quien querían fichar. Yo creo que vine como paquete en la misma oferta”, y coincidió con un entrenador que apostaba por la cantera y por los jóvenes, Paquito, que le daría la alternativa en un partido de Copa del Rey frente al Peña Sport.


Una fractura de tibia cortó su progresión el año siguiente a su fichaje y le impidió acudir con la selección juvenil al mundial de Japón, para el que estaba preseleccionado, además sólo pudo participar en tres partidos la temporada 79-80, la del ascenso. Pero la lesión no le quitó la alegría que supuso vivir un ascenso especial y diferente al actual, porque “el Valladolid en aquella época llevaría 20 años sin subir”, recuerda.



Los años posteriores serían los más gloriosos para el equipo vallisoletano, que ganó la Copa de la Liga, único título que ostentan las vitrinas del José Zorrilla.



La única Copa de la Liga que tiene el Real Valladolid se consiguió en una final frente al Atlético de Madrid, que ganó en casa 0-3 tras empatar a cero en el feudo rojiblanco. Además el equipo disputó la Copa de la UEFA .


Por fin, la llamada de la Selección. Fueron muchas las alegrías que vivió Minguela a lo largo de sus 15 temporadas a bordo de la nave blanquivioleta, pero si hay un momento especial para un futbolista es la llamada de la Selección. Para el frumaleño la llamada, aunque tardía pues llegó en el 1989, supuso cumplir un sueño que compartió con una leyenda viva de nuestro fútbol, Fernando Hierro, pero que, a la hora del debut, se tornó agridulce. La razón, la cara agria, se debió a que el partido se disputó en La Coruña y “un año antes eliminamos al Depor en la Copa del Rey en un partido muy duro y muy bronco, y cada vez que tocábamos el balón Fernando o yo, nos pitaba todo el estadio”. Aún así, todavía recuerda cómo se le puso la “carne de gallina” al escuchar el himno.


El adiós

Tras una gran carrera profesional en el Real Valladolid, llegó una ingrata e inmerecida despedida. Tras 12 temporadas en Primera, el equipo descendió en la 91-92 y, aunque aún le restaba un año de contrato, el nuevo inquilino del banquillo, Boronat, decidió prescindir del centrocampista. El descenso fue “muy triste”, pero más lo fue el adiós, aunque el Real Valladolid le ofreció continuar en el club desarrollando otras funciones, pero todo quedó en palabras porque “aún estoy esperando a que me llegue la oferta”.



"Si quieres hacer un equipo en condiciones, tienes que tener a gente de la casa que han dado la vida y se han dejado la piel por defender unos colores".



Y es que en su etapa como futbolista, “el club no se caracterizaba por tratar bien a los exjugadores”, por eso se alegra de la forma de trabajar del club en la actualidad porque “ha habido años que no había nadie de la casa y no se nos trataba con justicia".


Del fútbol a la política

Luis Minguela llevaba dentro un entrenador y sus compañeros le veían haciendo carrera en los banquillos, pero “estaba muy decepcionado con el fútbol”. Entonces apareció la oportunidad dentro de la política, un interés que no era nuevo, pues “la primera vez que me lo ofrecieron fue en el año 1991, el presidente, que era Tomás Rodríguez Bolaños y era muy aficionado al fútbol, me lo propuso pero no acepté”. En 1993, Ramiro Ruíz Medrano le ofreció entrar en el Comité Ejecutivo y en el 95 entró en la lista municipal del Ayuntamiento de Valladolid con el Partido Popular, año que conseguiría la mayoría absoluta.



"En el deporte tienes tus reconocimientos, en política sólo recibes críticas, es una profesión muy ingrata".



Desde entonces ha tenido una larga vida política en la que ha pasado por el Ayuntamiento y la Diputación hasta su cargo actual como alcalde de Laguna de Duero. Apoyado sobre la mesa de su despacho, cambia su tono y su gesto para hablar de su posición al frente del municipio, cambio que responde a la dureza de la vida política, la cual considera “cien veces más dura que la deportiva".


A pesar del cambio, el frumaleño intentó seguir vinculado al fútbol de alguna forma, por eso fundó junto a dos amigos, Gail y Eusebio, la asociación deportiva Amanecer, una escuela que contó con “más de 200 chavales inscritos” y con la que pretendían “transmitir nuestros conocimientos a los más jóvenes”.


Una reconversión necesaria

Su vida discurre por otros cauces ahora y, aunque ya no ve la vida entre la zaga y la delantera, recuerda con cierta melancolía la que podía haber seguido siendo su profesión. Del Real Valladolid habla con la sonrisa en la boca, aunque reconoce que “nos las hicieron pasar canutas en los dos últimos partidos por el ascenso”. Aunque no encuentra muchas similitudes con su Valladolid porque “en el ascenso actual la mayor culpa la tiene el entrenador, que ha creado un estilo de juego muy sólido, pero nosotros es que teníamos equipazos”, afirma.


Tampoco ve similitudes por el cambio que ha sufrido el mundo del fútbol con el paso de los años. Con la situación actual ve “imposible” crear un equipo a partir de la cantera porque “en el momento en que destacan un poco, ya hay ojeadores y con trece años tienen representante. Así que o les haces contratos con diez años o te les levantan muy pronto”.



"El tío que venga tiene que implicarse y sentir los colores. Luego podrás jugar bien o mal, pero si te dejas la piel en el campo nadie te hará reproches".



Quizá esta sea una de las razones de la “pérdida de valores” que ha habido en el fútbol. Por eso declara que se pone “malo" porque no sudan la camiseta. Además, se muestra totalmente contrario con el funcionamiento del fútbol actual, del que dice que es “necesaria una reconversión” y es que ve “inmoral” que se paguen cifras astronómicas a los jugadores, más con la crisis económica actual y habiendo “países en los que la gente se muere de hambre o municipios, como el nuestro, en los que hay familias que tienen unas necesidades imperiosas”.


Luis Minguela es una persona con unos valores bien arraigados y robustos y se siente cómodo en una posición donde tiene claro cómo conseguir los objetivos: “con trabajo, trabajo y trabajo”. Pero a pesar estar orgulloso del escalón al que ha llegado con gran esfuerzo, esconde un rincón donde guarda clavada una espina, y lo dice el propio protagonista: “Igual me hubiera tenido que dedicar a entrenar, además por mi forma de ser, mis amigos me decían que habría triunfado”.


Como decíamos al comienzo de estas líneas, la tierra de campos nos trajo un líder, lo demostró sobre el césped y ahora trata de demostrarlo desde la alcaldía.