Cuando un camino se acaba
O lo que es lo mismo, cuando una puerta se cierra, una ventana se abre. Esta es una frase que debe tener bien grabada Francisco de Borja Lara, que creyó alejarse por un momento de lo que más le gustaba, el deporte, pero finalmente ha permanecido ligado a él toda su vida.
Polideportivo Huerta del Rey, edificio de la Fundación Municipal de Deportes. Entramos y enseguida percibimos el característico olor a cloro, en la misma dirección llegan algunos murmullos. Nosotros tomamos el camino contrario y atravesamos mesas vacías, la mitad de los fluorescentes están apagados y las pocas caras que hay parecen sorprenderse y alegrarse de ver a alguien. Se respira el desértico ambiente de las empresas en agosto. Nos conducen hasta el despacho del gerente de la FMD, allí nos recibe nuestro protagonista con una sonrisa amable que no abandonará en toda la entrevista.
Francisco de Borja Lara (Valladolid, 22 de mayo de 1959), es un amante del deporte y, en especial, del fútbol, aunque su relación no fue todo lo idílica que hubiera querido. El comienzo fue bonito e ilusionante, empezó jugando en el colegio San José, pero el Real Valladolid no tardó en llamarle con 17 años para jugar en la recién creada Liga Nacional Juvenil. Ese mismo año, corría la temporada 1976-77, subió al primer equipo para pasar en poco tiempo de jugar en el equipo del colegio a pelearse con los gallos de la Segunda División. Recuerda como anécdota que su debut debió ser en Pontevedra pero el entrenador me llamó a las 11 de la noche un viernes para que fuese a jugar, pero no estaba en casa y no pude ir, de manera que se estrenó en la categoría de plata un 12 de diciembre de 1976, frente al Calvo Sotelo.
La segunda temporada en el club fue la que más minutos acumuló, llegando a jugar 33 partidos, 25 de titular, muy buenos números para un recién llegado tan joven. Tenía por delante un futuro futbolístico prometedor que empezó a truncarse con las lesiones y que le obligaron a reducir notablemente el número de partidos. Aún así, pudo ayudar en seis encuentros al equipo del ascenso en la temporada 79/80 y disfrutar de un momento inolvidable. "Fue diferente a los de ahora porque aquel llegó después de 17 años en Segunda, aunque no fue tan celebrado, ahora todo se sale del guindo, pero fue muy sentido por los aficionados. Es que había muchos chavales que no habían conocido al Real Valladolid en Primera, afirma.
Poco duró la alegría, porque tan solo dos temporadas después, un duro golpe redireccionó su vida. Tras estudiar, trabajó en un despacho de abogados y dio clases en la Facultad de Derecho hasta que algunos amigos le llevaron donde está hoy sentado: Sabían que me gustaba mucho el deporte, de hecho siempre he seguido ligado de alguna manera, entrenando a diferentes categorías del San José e incluso al Universitario un año, así que me animaron y ya llevo 24 años. "Lo que son las cosas, un amigo te lleva a lo que luego es tu medio de vida", dice.
Ascenso en 2012
El fútbol no le trató bien, pero supo asimilar que hay relaciones que no funcionan y no guarda ningún rencor, por eso su corazón sigue teñido de blanquivioleta y ha disfrutado como aficionado de un ascenso diferente al que vivió como jugador porque ahora son como si hubieses ganado la Champions".
Reconoce que sufrió en los últimos partidos y cree que el secreto del ascenso estuvo en el buen esquema de juego, sin atribuir todo el mérito al entrenador porque los jugadores son los que juegan, pero es muy importante, sobre todo en un equipo modesto como el nuestro. Pasó lo mismo con Mendilibar en su día. Y es que si por algo se ha caracterizado este Real Valladolid es por el buen trato del balón, algo que no le sorprende ya que cuando llegué, recuerdo que era un equipo con fama de jugar bien al fútbol y esto se ha mantenido salvo algún año, asegura.
Sobre el papel del equipo en la Liga BBVA lo tiene claro: Haciéndolo como el año pasado el equipo se mantendría con solvencia. Mantener el bloque de la temporada pasada se antoja imprescindible para el gerente de la FMD.
Llegados a este punto, no queda más remedio que hablar de lo que es el fútbol en la actualidad y la conclusión está clara: antes era más romántico. "Decías de corrida los 11 de un equipo. En mi época luchabas por tu tierra, tenías un cariño y una relación con el club, ahora los futbolistas son un poco mercenarios porque van y vienen y no se acaban identificando con la ciudad, afirma. Esta evolución se debe al cambio que han dado los clubes y a su profesionalización, lo que ha desembocado en que su repercusión mediática sea desproporcionada, al igual que las nóminas, por eso el fútbol está con una deuda terrible, porque no genera lo que gasta. Si esta situación no se reconduce, el fútbol está abocado a la quiebra.
Por eso, a pesar de ser un gran aficionado al fútbol, no echa de menos trabajar dentro del club, aunque confiesa que recibió llamadas de diferentes presidentes del Real Valladolid para ocupar labores gerenciales. Lo que sí le deja una espina clavada es no haber podido disfrutar del verde más años.
No pudo disfrutar de una carrera futbolística larga, pero ha tenido la suerte, buscada, de permanecer ligado al deporte y ahora es consciente de ocupar un cargo complicado en el marco económico actual pero se siente con fuerzas "para mantener toda la estructura que tenemos en pie porque sé que muchas entidades deportivas dependen de lo que hagamos aquí. Y, aunque hay reformas que endurecen la situación -que suban el IVA 3 puntos es un golpe para la Fundación-, los clubes han entendido la situación actual y tiran de la FMD en la medida en que podemos responder.
A veces la vida nos cierra un camino, consciente de las posibilidades que se abren tras él. La dificultad pasa por elegir el acertado, el que nos vea caminar cada día con paso firme y sin dudas sobre la elección. Francisco de Borja Lara eligió el camino del deporte hace 24 años, y nos despide con la misma sonrisa con la que nos recibió.