Sergio Llull es el embajador del Red Bull King of the Rock
Baloncesto | Red Bull King of the Rock
Fuga hacia Alcatraz
16 de Junio de 2013
Un aro y un balón. Poco más se necesita para disfrutar de las mieles del baloncesto. Muchos jugadores soñaban con ser MVPs en las grandes ligas mientras entrenaban su muñeca en las canchas de la ciudad, imitando los movimientos de los mejores jugones de la historia. La calle tiene mucho que decir en el mundo del baloncesto, es el horno en el que se cocinan muchas futuras estrellas. Por esta razón, los amantes de la "Cara B" (con menos focos, pero con talento para exportar) de este deporte están de enhorabuena.
Valladolid pondrá este domingo desde las 18.00 horas la guinda a la gira Red Bull King of the Rock por España, acogiendo la última manga clasificatoria de este torneo itinerante con parada en 20 países de manera simultánea que tiene al internacional Sergio Llull como embajador. El objetivo de esta cita no es otro que encontrar al mejor jugador de baloncesto callejero en la modalidad de uno contra uno.
El escenario del espectáculo no podía ser mejor. A los pies de la Catedral y con la Antigua como espectadora, la plaza de Portugalete se convertirá en un playground en su más pura esencia, donde los participantes lucharán por la corona de "Rey de la Roca". A las 17.00 horas comenzará el proceso de inscripción (libre y gratuito). Sesenta minutos después, un máximo de 64 jugadores lucharán para conseguir uno de los tres billetes para la gran final de Córdoba. En juego está dar un paso más hacia el sueño de Alcatraz, donde el mejor jugador callejero cogerá el testigo del bicampeón nacional Pedro Cuesta y será el representante español en la lucha por el cetro mundial del Red Bull King of the Rock, que tendrá lugar en el histórico penal estadounidense.
Durante muchos años, cientos de reclusos de la bahía de San Francisco trazaban en su cabeza planes para escapar de la cárcel más segura del mundo cuando las luces se apagaban; hoy, miles de magos del balón buscan la estrategia perfecta para entrar en Alcatraz. Sin entrenadores, sin tácticas, sin tiempos muertos, sin apoyos sobre la pista; uno contra uno, cara a cara y con cinco minutos para poner sobre el tapete todo el arsenal de ases disponibles. No queda otra. El que gana avanza a la siguiente casilla; el que pierda se vuelve a casa. Así es el baloncesto en la calle, así es el baloncesto en estado puro.