¡HOMBRE, TORRES!

Iñigo Torres | Periodista
31 de Marzo de 2015
Quiero recordar al Lalo de las cosas buenas. No al excelso jugador de baloncesto, sino al colega con el que crucé alguna que otra aventura. El Lalo que siempre que me veía levantaba las cejas y, con cierto tono irónico, me saludaba con un ¡Hombre Torres! Daba igual que estuviera en un acto oficial con autoridades, en el despacho de Dani en el Colegio Lourdes, en un partido de baloncesto o en plena calle. Lalo era así, natural como la vida misma.


Una vida que no ha sido justa con él. Desde el primer día que te vi ya no me pareció justo entrenar en plena calle diluviando cuando formabas parte de una de las mejores generaciones de jugadores de Valladolid en los últimos tiempos. No fue justo que la vida te castigara con crueldad cuando parecías haber encontrado una salida profesional, en el punto y final de tu carrera deportiva. No fue justo que una simple barbacoa con amigos estuviera a punto de convertirse en una tragedia, que casi te deja sin poder botar ese balón que tan bien dominabas. Me revelo y digo que nada de esas y otras cosas han sido justas contigo.


Te llamé hace menos de dos meses para volverte a invitar a la presentación de la Copa Colegial. No obtuve respuesta. Luego me contaron que habías encontrado trabajo y pensé, ésta es la buena. Soñaba con verte en la final de esta competición que reflejaba a la perfección tu trayectoria deportiva, como hiciste el pasado año. Sin embargo, un jueves por la noche recibí una llamada -recién llegado de un encuentro de periodistas-, donde sólo me dijeron "Lalo ha desaparecido".


No pedí explicaciones pero me negaba a pensar que lo malo hubiera podido a lo bueno. Yo lo pensaban y tu gente más cercana, que se agarraban al clavo ardiendo de "una mala racha" para soñar con tu regreso. Me lo dijo Mike, me lo reiteró Juanjo pero, por desgracia, todos nos equivocamos.


Ahora sólo me queda la esperanza de que ese tan manido "descanse en paz" sea en tu caso una realidad. Descansa en la paz que en los últimos años no has tenido, pero también te digo que desde ahí arriba te queda una cosa más que hacer. Tienes que apoyar a los que has dejado aquí abajo, empezando por tu madre, tus hermanas, tus hijos y todos los que te quisimos y admiramos. Por una vez has sido egoísta y no has jugado en equipo. Y eso yo no te lo perdono.