Toda Pucela aplaude al eterno capitán
Sara García
El partido tuvo un protagonista, uno que vestía traje en lugar de camiseta blanquivioleta y pantalón corto, un jugador que no se sentó en el banquillo, sino que fue al centro del campo acompañado de sus hijos. Un capitán que recibió el aplauso de una afición, la suya, la de siempre, y de un estadio en el que jugó 15 años. Una voz emocionada que intentaba explicar lo que sentía y solo alcanzaba a decir que no se puede expresar con palabras. Un corazón blanquivioleta, aunque su profesionalidad ayer le hacía animar al Huesca: Alberto Marcos Rey.
Fue un sencillo homenaje que el club quiso rendir al jugador que más años y más partidos ha jugado con la camiseta del Real Valladolid unos minutos antes de que su ex equipo se enfrentara en Copa del Rey con su actual equipo. Marcos apareció en el estadio por el túnel de vestuarios, trajeado y de la mano de sus dos hijos, Óscar y Álvaro. Pasó por el pasillo que habían formado los jugadores de sus dos equipos. Despacio, se encaminó al centro del campo, donde esta vez él no tocó el balón, sino que fueron sus hijos a quienes cedió el saque de honor.
Desde allí escuchó la ovación de un estadio en el que ha vivido muchos momentos, recuerdos que se proyectaron en el video marcador. "¡Marcos, Marcos, Marcos!", se arrancó la afición a gritar cuando el presidente, Carlos Suárez, le hizo entrega de la insignia de oro y brillantes del club. Él mismo lo explicaba después: "Lo he dicho miles de veces, yo no me tengo que despedir de esta afición, porque siempre la llevaré conmigo en el corazón. El cariño es mutuo y me lo han demostrado hoy pero también todos los días en las quince temporadas que he estado aqui".
Depués fue el momento de los abrazos con algunos de los más allegados como los entrenadores, Onésimo y Antonio Gómez, algunos jugadores y el delegado Paco Santamaría, el masajista Aramayo, el encargado de las instalaciones, Jesús Navarro y el utilero, Óscar Fernández. Estos últimos son algunas de las personas que más tiempo llevan en el club y también quisieron rendirle su particular tributo al regalarle una réplica del Conde Ansúrez.
Feliz y abrumado
También tuvo un momento para los periodistas. Alberto Marcos respiró profundo después de vivir momentos de enorme emoción. "No sé si lo he aguantado bien o no, pero ya está", dijo el eterno capitán vallisoletano, mientras encaminaba de nuevo el túnel de vestuario. Un jugador feliz por el cariño de Zorrilla, aunque algo abrumado. "Ahora mismo se me pasan muchas cosas por la cabeza. Son como una película que pasa muy rápido y que lo único que sé es que todo esto no se puede pagar con dinero", aseguró. "Es lo soñado, y la prueba es toda esta gente aquí. Han venido y sólo puedo tener palabras de agradecimiento para la gente de Valladolid".
Minutos después sus dos equipos se jugaban el pase en Copa del Rey y él veía los toros desde la barrera. "No es cuestión de corazón dividido, es un tema de profesionalidad. Yo soy del Huesca y me debo al Huesca, y este año quiere que gane siempre. Eso profesionalmente, mi corazón siempre de Valladolid". Además, el capitán reconocía que había pedido al Onésimo no disputar este partido, "porque tenía unas molestias y porque, sinceramente, no lo iba a pasar bien. En esta ocasión prefiero no jugar".
Mientras atendía a algún aficionado y se hacía más fotos, sonaba el pitido inicial, Alberto Marcos se retiraba del estadio justo antes de que pudiéramos comprobar si se le escapaba alguna lágrima...blanquivioleta.