Fútbol

La otra cara de un empate

Escrito por
Chus Rodriguez

Rezaba la previa del partido que el Real Valladolid estaba cansado de empatar. Pues bien, bendito empate. Uno, después de doce jornadas, no sabe que cara va a mostrar el equipo ni siquiera viendo el once de Mendilíbar. La gran novedad era Pelé. Eso sí, si alguien pensaba que Borja o Álvaro Rubio eran los sacrificados, no. Jugaron los tres juntos y fue Nauzet el que se quedó en el banquillo.

El resultado fue positivo. Nada más comenzar, a los 40 segundos,  Manucho avisaba a Palop de cabeza. El angoleño lo volvía a intentar cinco minutos después en una cabalgada desde el centro del campo y el Ramón Sánchez Pizjuán se empezaba a enterar de que los pucelanos iban a vender cara la derrota. El Real Valladolid comandaba el choque, gozaba de las mayores ocasiones y tenía la posesión del balón. El Sevilla esperaba la suya, que no llegaba. Entonces Diego Costa recibió un balón en la izquierda, pegado al córner y centró para la cabeza de Manucho, que remató de forma inapelable a media altura y a la izquierda de Palop. El avioncito, al que ya le quedan 38 goles, sobrevoló Nervión. (0-1).

El panorama pintaba bien para quien no se acordase de que el árbitro del encuentro era Pérez Burrull. Hay estadios de fútbol que marcan el devenir de un partido, y el colegiado cántabro debería aprender después de tantos años, que Manolo Jiménez y el Sánchez Pizjuán protestan absolutamente todo. Pues bien, Borja cometió una entrada de tarjeta amarilla y los decibelios se encargaron de que Burrull se encontrase con la roja en el bolsillo. El partido se ponía cuesta arriba.

Luis Fabiano se encargó de convencer a los más positivos después de que el árbitro no dudase en señalar un penalti de Marcos a Jesús Navas, apagado hasta ese momento. Justo Villar rozó el balón, que terminó entrando para desesperación de Mendilíbar. (1-1). El técnico de Zaldíbar movió ficha al descanso, y Manucho se fue a la ducha sustituido por Nauzet. Un cambio extraño que no surtió efecto alguno.

La segunda parte fue un monólogo sevillista, que tenían en mente como después de avasallar al Málaga hace siete días, la cosa acabó en empate. Perotti empezó a hacer sufrir a Barragán y Jesús Navas a Marcos, pero ni Luis Fabiano ni Negredo acertaban a empujarla. Koné, que entro sustituyendo al vallecano, tuvo dos delante del paraguayo Villar, que hoy sí cuajó un buen partido.

Aún así, el Pucela lo intentaba gracias a un iluminado Pelé, que se sacó de la chistera un espectacular pase a Nauzet. Al canario le vino grande la ocasión y no acertó a definir con la zurda delante de Palop. El portugués puede que por fin haya convencido a Mendilíbar de que tiene un sitio en este equipo. Sobre la bocina, una falta lejana del mismo Pelé rozó la cruceta, silenció la Giralda y despertó al Conde Ansúrez. Faltó poco para sumar tres, pero en esta ocasión un punto no sabe mal, nada mal. Las sensaciones han sido muy diferentes.