Imagen de la comunión entre equipo y afición. FOTO: Mariano González
Baloncesto | MyWigo Valladolid
Una temporada inolvidable
22 de Mayo de 2015
Una temporada que arranca en agosto y termina en mayo se antoja, cuanto menos, larga. Así ha sido para el CB Valladolid, que tuvo el lastre de un último año en ACB absolutamente desastroso y que ha finalizado con una comunión entre grada y parquet que ha devuelto la ilusión a la ciudad.
Todo comenzó en verano, con la figura de Porfi Fisac como referente deportivo y espiritual. A su alrededor, el técnico fue construyendo un equipo de jugadores con hambre, con mucha experiencia en LEB y con unas ganas desbordantes de ganar. Así, Sergi Pino, Javi Lucas, Mikel Uriz o Nikola Rakocevic conformaban un grupo homogéneo, duro y de confianza. Pero faltaba algo más, un hombre que sirviera para identificarse desde el principio y que se sumara a Iván Martínez como referencia local. Y llegó Sergio de la Fuente. Pero, aún faltaban muchas piezas, sobre todo estrellas, aquellos que dieran un salto de calidad. Con la imposibilidad de fichar jugadores americanos diferenciales, la dirección deportiva del CB Valladolid se fijó en un mito de la ciudad como Román Montañez. El escolta catalán, convencido por las promesas de Porfi, no dudó en aceptar la oferta para liderar al grupo. A su lado estaba Eduardo Hernández-Sonseca, de quien se dijo que no tendría problemas para jugar en el conjunto morado.
Una vez cerrada la plantilla, con el apoyo de algunos canteranos como Jonathan Arranz y Daniel Astilleros, comenzaba una campaña que se presumía complicada pero, a la vez, ilusionante. Los partidos de preparación apuntaban hacia un equipo férreo, complicado de batir y que iba a hacer disfrutar a la afición. Pero llegó el primer revés. Las desastrosas gestiones de la directiva del CB Valladolid y su confianza en ellas dio como resultado uno de los primeros grandes errores de la oficina de Plaza de México, ya que la FIBA anulaba la posibilidad de tramitar la ficha de Hernández-Sonseca debido a la sanción que arrastra desde hace años. La intenciíon de eludir dicho castigo evitando afrontar la única manera de hacerlo, que es pagando lo que se debe a Othello Hunter, no fue percibido por el club y Porfi Fisac se quedaba sin uno de sus dos pilares.
Así y todo, el equipo pucelano arrancó la temporada con victoria ante Peñas Huesca y, en las primeras jornadas, llegó el sustituto de Sonseca: Guillem Rubio, un jugador ACB que iba a dejar gran impronta en la ciudad pero que, lamentablemente, apenas duró dos partidos antes de su marcha a Grecia. Pero, contra pronóstico, el CB Valladolid conquistó cinco victorias consecutivas. Y con la plantilla a medias ya que, en otro error de los responsables administrativos morados, y la culpa compartida del jugador, Nikola Rakocevic seguía en Montenegro con problemas en su visado. El anotador exterior pucelano estaba missing.
Eso sí, no todo eran malas noticias fuera de la pista, ya que la marca de smartphones española MyWigo se convertía en patrocinador principal del club. Un patrocinador barato pero que supuso un éxito del presidente Sunil Bhardwaj a la hora de atraer más sponsors al redil morado.
Temporada deportiva inmaculada
Los problemas económicos acuciaban a la plantilla, con impagos continuos y retrasos casi desde el inicio, las subvenciones municipales que concedía el Ayuntamiento, que tanto necesitaba el club, desaparecían a mediados de enero y, sobre todo, el clima de inestabilidad institucional imperaba sobre el rendimiento deportivo. El presidente Sunil amenazaba con marcharse si el consistorio no daba luz verde a las ayudas municipales y, finalmente, pudo conseguir acuerdos para continuar al frente de la nave.
Una vez solucionado el problema macroeconómico, había que poner el foco en el aspecto del día a día, de los sueldos de jugadores, cuerpo técnico y empleados, algo que no iba a tener remedio a lo largo del año. Estas dificultades no hacían sino unir aún más a un vestuario que ya había formado una familia y que daba más de lo que tenía en cada partido. Y sin pívot, porque Fisac tenía fichado a Albert Moncasi y, en diciembre, la directiva lo echó para atrás cuando sólo faltaba la firma.
Otro terremoto, uno más, se produjo cuando los cantos de sirena de la ACB llamaron a la puerta de Porfi. El CB Sevilla quería al entrenador segoviano quien, tras dos días de reflexión, rechazó la oferta andaluza, evitando un cisma que pudo haber tenido consecuencias trágicas. Porque la marcha de Fisac hubiera supuesto la huida de muchos jugadores de la plantilla, que ya tenían ofertas de mucho clubes LEB. Este aspecto fue el acicate para consolidar la unión interna y provocó un cambio de juego y de mentalidad en la plantilla, que dio un paso más en su rendimiento y se propuso como objetivo prioritario alzarse con una plaza de playoff que diera la ventaja de campo. Y lo consiguieron.
Con Lalo en el recuerdo
Pero el peor golpe que sufrió el baloncesto vallisoletano esta temporada fue la trágica pérdida de Lalo García. Este dramático hecho hizo que la sociedad se diera cuenta de la importancia del eterno capitán morado y, hasta aquellos jugadores que no lo conocían, sintieron desde lo más profundo de su corazón tamaña tragedia. Las camisetas conmemorativas y los recuerdos constantes otorgaron un plus de competitividad y energía que fue esencial de cara a los últimos partidos de liga regular.
Algunas agónicas victorias de final de temporada, como la conseguida ante Lugo en Pisuerga, confirmaron la cuarta plaza y la ventaja de campo en primera ronda. Lo ocurrido en los playoff ya es historia, al ganar con solvencia a Navarra y al ofrecer un grandioso y épico espectáculo en la serie frente a Breogán. La reconciliación de Valladolid con el baloncesto es total y, a partir de aquí, se debe construir, invirtiendo diez millones de euros o llevando, de una vez, el deporte de la canasta a los colegios y a las calles. Y el CB Valladolid debe hacerlo.