Ambiente de final en Zorrilla
Ambiente de gala en Zorrilla, aunque las gradas no llegaron a llenarse como en otras visitas del Real Madrid, se respiraba la tensión de una final. Porque para los dos equipos era una final. O decir adiós a las posibilidades de ganar la Liga o decir adiós a las posibilidades de seguir en Primera.
Quizás porque fuera un día laborable o por lo que el Pucela se jugaba, no hubo tanta expectación madridista, aunque sí había aficionados con camisetas blancas. La caza del autógrafo ya se había producido en la estación de tren por la mañana a la llegada del conjunto blanco y en el hotel, quizás por eso cuando llegó el autobús al estadio no había tanta gente esperando como habitualmente. Aún así, el autobús ya aparcado se convirtió en el fondo perfecto para un montón de fotos, ya fuera con cualquier camiseta.
Pero eso fue fuera del destadio, porque dentro, la masa blanquivioleta
acalló a los madridistas con aplausos a su equipo cuando se retiró de
entrenar y pitos al Real Madrid cuando se metió en vestuarios. Pitos que se repitieron cuando Ronaldo tocó el balón en los escasos ocho minutos que estuvo sobre el césped de Zorrilla. Y aplausos que se repitieron animando al Real Valladolid con gritos de "sí se puede".
Los vallisoletanos también se acordaron de otro equipo de su ciudad que lo está pasando mal económicamente, y algunos pocos se acercaron a dar su donativo al Balonmano Valladolid en unas urnas que habían colocado para mostrar su apoyo.
Antes de comenzar, ese ambiente de gala y el césped blanquivioletas fueron el escenario del merecido homenaje a Antonio Santos, a quien el club le entregó la insignia de oro y brillantes por su dedicación al Real Valladolid en 40 años y se unió la Asociación de la Prensa Deportiva, también entregándole una placa. El equipo de Juan Ignacio Martínez hizo un gran partido para, como dijo el entrenador después, el recuerdo de ese día fuera inmejorable para Santos.
Lo demás es historia, la historia de David contra Goliat, la que hizo el Real Valladolid consiguiendo un punto que pudieron ser tres, la del estadio enloquecido al final del partido, la de los aficionados que querían invadir el césped como si hubieran ganado la Liga, esa Liga que perdió el Real Madrid en Zorrilla. La historia de un empate ante un grande que puede valer la salvación del pequeño.