1-0: El Pucela no derrocha energías en Burgos
"Las sensaciones no pueden ser positivas perdiendo frente a un Segunda B. Tenemos lo que nos merecemos". La frase, de Óscaro González al término del partido, resume lo que ofreció el Real Valladolid en El Plantío. Visto lo visto, un error desplazarse a Burgos para un amistoso en el que los locales pusieron la mínima intensidad que brindó el choque. El Real Valladolid viaja cada cierto tiempo por Castilla y León con una voluntad social que choca con el trato que recibe. Cierto es que desagradecidos hay hasta debajo de las piedras, pero es realmente absurdo que el club viaje a León o Burgos y un sector de sus aficionados se dediquen a insultar al equipo antes, durante y después del partido. Justo es decir que contrasta con el cariño que otros burgaleses, en este caso, ofrecieron al equipo. No sería de extrañar que el que antes profirió faltas de respeto acabe después con un autógrafo de Javi Guerra o Daniel Larsson en el corcho de su habitación.
El malagueño y el sueco fueron de largo lo mejor de un partido que no tuvo nada. Al menos los que más se acercaron a la meta de Rodri en la primera parte y de Betancourt durante el segundo tiempo. Larsson con un disparo de cabeza dispuso de la ocasión más clara de un Valladolid que piensa en Vigo, Zorrilla y Villamarín. Tres escenarios que decidirán el futuro del equipo blanquivioleta que, como en Albacete o Valencia, jugó de azul.
La victoria y el Trofeo 23 de abril se lo llevó el Burgos gracias a un gol, en la primera parte, de Fernando Carralero. Pape, al que se hace raro ver jugar y más raro todavía de lateral derecho, perdió la espalda y el extremo local batió a Diego Mariño por el primer palo. No brilló especialmente Pape, aunque mejoró en el segundo tiempo cuando JIM le desplazó al centro de la zaga.
Durante el primer tiempo, con Osorio y Manucho en ataque, el Real Valladolid gozó de alguna ráfaga de intensidad ofensiva, pero ni el colombiano ni el angoleño aprovecharon los buenos balones que Rossi o Larsson filtraban. No brilló Bergdich y ni apareció Ramá, ambos titulares en la banda izquierda. Atrás, poco trabajo para Valiente y Rueda.
La entrada de Álvaro Rubió dotó de seriedad a los pucelanos tras el descanso. El riojano encontró durante los primeros compases la complicidad de Óscar y Guerra, pero poco a poco el equipo fue desconectándose. Omar y Jeffren no sirvieron de revulsivo y el equipo ni acosó ni derribó a un Burgos que se fue feliz para casa. Bastante más que el Real Valladolid.