0-0: Punto suspensivo
Parece empeñado el Real Valladolid de JIM en desperdiciar oportunidades de ganar tranquilidad. Frente a un Valencia ramplón y conformista, el equipo blanquivioleta no fue capaz de asediar a un Vicente Guaita que, en la línea de su equipo, no sufrió en exceso ni se vio embestido por un Valladolid que empeoró con respecto a su imagen ofrecida frente a la Unión Deportiva Almería.
Desde el comienzo se percibió que el Valladolid tenía más hambre que su rival, pero le faltó mordiente para conseguir una victoria que le hubiese otorgado un colchón de confianza y algún punto con respecto a los equipos en descenso, ahora Almería y Getafe más el desahuciado Real Betis.
JIM repitió el once titular que había ganado siete días atrás a los de Francisco, pero la intensidad no fue la misma y el Valencia templó gaitas durante casi los 90 minutos de partido. No sacó el pañuelo blanco, pero poco le faltó. El Real Valladolid intentó aprovechar las debilidades anímicas y defensivas de los de Pizzi: balones largos para que Javi Fuego sufriese con su reconversión al centro de la defensa. El asturiano facilitó a Manucho su trabajo de prolongación aérea, pero le faltó la complicidad de un Óscar González que no atraviesa su mejor momento. Lento y fallón, pero siempre transmitiendo sensación de que en cualquier momento su magia puede irrumpir en el partido. Hasta Juan Ignacio se ha contagiado de esa esperanza y le mantuvo hasta el final del partido sobre el césped. Ni el izquierda ni el centro encontró Óscar su fútbol. El fútbol que afición, compañeros y, en definitiva el Real Valladolid, esperan de él.
Y entre dudas e imprecisiones, el Valencia se lo creyó y tuvo ocasiones para salir victorioso de Zorrilla. Probó desde lejos y desde cerca a un Jaime crecido y seguro que cada vez genera más seguridad. El portero respondió positivamente ante las intentonas de Paco Alcácer o Vargas, que tuvieron las más claras. También tuvo la suya Pablo Piatti, que reactivó al equipo ché con su entrada mediado el segundo tiempo. Algo parecido provocó Bergdich, cuyo ingreso en el césped dio un toque revolucionario a un Pucela necesitado de revulsivos. No lo fue Jeffren, que reemplazó a un Larsson K.O por un balonazo, ni tampoco Fausto Rossi, que ni de lejos se acercó al ritmo de un Álvaro Rubio llamado a ser el salvador del Real Valladolid. El riojano, brújula hasta que le duró la pila, encontró la complicidad de Víctor Pérez, pese a que ambos sufrieron con Parejo y Keita.
El Pucela amagó con ir a tumba abierta en los últimos compases, pero midió sus ganas y sobre todos sus fuerzas, que amenazaban una contra letal del Valencia. Otro empate, otro punto y otra final frente al Osasuna. El Real Valladolid está obcecado en infartar a los suyos durante las últimas seis jornadas.