1-0: Vuelve el Pucela auténtico y original
Necesitaba el Real Valladolid ganar por lo civil o por lo criminal, con fútbol o sin fútbol. Lo hizo por lo primero y con lo primero. Resucitó de entre los muertos en un partido que le podìa haber dejado clínicamente en Segunda. De inicio, los de siempre. Un once conocido como pocos por el buen aficionado blanquivioleta, porque los titulares eran al completo integrantes de la plantilla del curso pasado.
Y de hecho, con la intensidad y el hambre de la meritoria permanencia de hace un año, el Real Valladolid se desayunó a la UDA. Lo hizo con un arranca frenético y fulgurante, cumpliendo con lo que exigía un partido de desfibrilador. El Real Valladolid salió a tumba abierta y su valentía fue premiada tras cinco minutos de juego. Peña se creció en su banda izquierda y puso un centro con veneno al que no llegó Guerra, que hizo un aclarado en el primer palo. Sí Manucho en el segundo, que definió ante Esteban. El angoleño le sacaba una sonrisa a JIM, que parecía haber encontrado un once productivo con la titularidad de Guerra, Óscar y el propio Manucho. Velocidad y pegada. Más tiros a puerta en un partido que en los tres anteriores juntos.
Es una evidencia que Óscar González pierde fuelle escorado en la banda, pero el charro tiene que estar. Y Manucho también. Y Guerra, por supuesto. Al menos en finales como la que tuvo el Real Valladolid frente a la Unión Deportiva Almería. Y eso que la dupla del ascenso no pasa por su mejor momento, al menos de cara a gol. Fallaron todo lo que antes metían. Ambos. Guerra tuvo una y levantó el pie más de lo debido, Óscar volvió a dudar antes de definir. Zorrilla acalló, imponiendo la lógica a la ilógica, cuatro pitos al malagueño en una de las ocasiones que tuvo para cerrar el partido,
El Almería pareció el Valladolid de otros partidos. Estuvo lejos de esa imagen de garra que le proporcionó la etiqueta de batallador frente al Valencia o la Real Sociedad. Cierto es que le lastró la expulsión de un inocente Torsiglieri, que fue expulsado tras arrollar a Manucho en una contra del africano por el perfil derecho del ataque blanquivioleta.
En el centro del campo, la perrera. Perrera vieja con Álvaro Rubio cara a cara contra Fernando Soriano y Miguel Ángel Corona. El riojano volvió a brillar. Rubio. Siempre Rubio. Y Víctor Pérez. Volvió la mejor versión del manchego para llevar la batuta de un Valladolid necesitado de fútbol.
A la fiesta se sumó un hiperactivo Daniel Larsson. El sueco, aunque pecó de individualista en una jugada con Óscar más que solo y que podía haber significado el 2-0, se vació y completó uno de sus mejores partidos con la casaca blanquivioleta, respondiendo a la confianza mostrada por un JIM que no perdona la desidia en las bandas: Rama en la grada; Omar, Jeffren y Bergdich en el banquillo.
El Pucela enfrió el encuentro en los últimos minutos, alejó el balón del área de un Jaime que capitanea sin brazalete, y certificó tres puntos que le vuelven a enchufar a la permanencia.