El entrenador posa en la plaza de Zaratán.
El entrenador posa en la plaza de Zaratán.
El entrenador posa en la plaza de Zaratán.
Un momento de la entrevista
Hablando con el equipo en el descanso de un partido
Dirigiendo un entrenamiento
Baloncesto  |  Blancos de Rueda

Un día de partido con... Roberto González

25 de Marzo de 2013
Imagen de sgarcia
Escrito por
Sara García

Tímido, muy amable y se confiesa dormilón, aunque desde febrero del año pasado le cuesta más conciliar el sueño. Así es Roberto González, entrenador del Club Baloncesto Valladolid, que nos ha contado algunas de sus rutinas y costumbres diarias.

Le gusta la palabra "maestro" por lo que conlleva y porque lo es. Fue profesor 10 años en el colegio de las Agustinas de inglés y educación física, y no descarta volver. De hecho, preparará en verano su proyecto para acceder al Grado porque "no sé el ahora, como para saber el después".

Un día de partido se levanta a las 9, una hora y media más tarde que entre semana y es el único día que no se ducha y afeita nada más levantarse, sino que lo deja para después de entrenar. No es nada cafetero, desayuna Cola-Cao con leche "no muy fría, por mi garganta" -el agua tampoco la bebe fría-, fruta, cereales... A las 10:30 toca sesión suave en el pabellón -"lo que llamamos tiro-despertador"- para desperezarse. Cuando acaba, se acerca a donde esté jugando su hijo de 11 años el partido de baloncesto que le corresponda.

Luego, a casa, y entonces sí, ducha y afeitarse. Después "como lo que toque, nada especial" y siesta, como todos los días después de comer, hasta las 16:20. Entonces "redesayuna". Antes de salir tiene que coger energías y vuelve a tomar leche, galletas, cereales, un yogur..."Al descanso del partido también me tomo una o dos barritas de chocolate, esto se lo copié a Porfi", ríe.

Baja en su coche al pabellón a las 17 horas y hace tiempo porque otra de sus costumbres es que no sale a la pista. 45 minutos antes escribe en la pizarra lo que hablaron en el vídeo, un poco de motivación y a calentar. ¿Y qué se les dice a los jugadores antes de salir? "Sobre todo que hay que jugar al 100% para estar orgullosos, y que al final estemos contentos, y sólo está contento el que gana", dice. ¿Sus años de maestro le han ayudado a llevar un equipo? "Siempre digo que hay que ser como una columna vertebral: lo suficientemente fuerte para aguantar el peso del cuerpo, pero lo suficientemente flexible para doblarse". Ahí queda eso.

Después, como norma de la ACB, "me pongo la corbata, voy al baño 20 minutos antes y 15 minutos antes estoy en la pista". Ya empieza el partido y en el descanso comenta con sus ayudantes las estadísticas y pasan al vestuario para hablar. "Siempre, antes y después del partido, me choco la mano uno por uno con cada jugador, ganamos o perdamos", dice, gesto que copió de Imbroda. Al final del partido "les digo dos cositas", pero nada más porque ya analizarán el vídeo durante la semana.

"El domingo es para limpiar", asegura, y ya el lunes empezará de nuevo. El vídeo lo ve primero él y luego el equipo. "El comienzo de la semana es para nosotros y el final, para el siguiente rival", así es como programa la semana. Si cambian el horario del partido, no es que le trastoque mucho, pero sí lo nota en la programación: "la semana se hace más corta o más larga, depende".

Ocio

También tiene estructurado el ocio: el día antes de partido, cena en familia -con su hermana, su cuñado y su sobrina-, y el día de partido, con amigos, que no tienen por qué estar relacionados con el baloncesto, sino que "hay un poco de todo". El sábado por la noche, aunque salga de cena, se suele acostar a las 2:30 pero le cuesta dormir por la tensión del partido. La víspera se acuesta a las 12 "como un día normal". No bebe bebidas con gas ni alcohol, "en todo caso, un poco de vino en la cena". El domingo es el día familiar, sale a correr por Zaratán, a dar patadas al balón con su hijo, ven el partido que echen por la televisión o una película... "lo normal".

No suele leer los periódicos- aunque sí los digitales- ni escucha la radio entre semana, salvo cosas extraordinarias -que este año ha habido unas cuantas-. "Esto me lo dijo Comas, que era buena cosa leer lo menos posible, y si lo hago, es porque hemos ganado", sonríe. Sin embargo sí lee libros, dos para ser exactos: uno en la mesilla y otro para los viajes (ahora "Conversaciones con Mirza", de Corbalán y "El prisionero del cielo", de Carlos Ruiz Zafón).

En el coche escucha Cadena 100 - cuando va con su hijo por la mañana el programa de "Buenos dias Javi Nieves"- y música en español: Fito, Maná, Revólver, aunque también le gusta Queen y Los Beatles. Y como cosa curiosa, a padre e hijo les gusta mucho Chloe porque Eva, la cantante, hizo prácticas en el colegio de las Agustinas y Alfonso Niño es profesor de su hijo y excompañero de él.

Partido fuera


Si el partido es fuera de casa y llegan el día antes por la tarde, después de cenar le gusta dar un paseo por la ciudad con el cuerpo técnico, "menos el doctor", recalca. "Vemos un poco la ciudad, tomamos una caña después de cenar al lado del hotel, nos gusta hacer un poco de turismo". En el autobús es de dormir fácil, aunque también suele ir leyendo, viedo la peli que esté puesta o escuchando música, mientras otros juegan a la pocha, explica.

Pasa las vacaciones en el pueblo de su mujer, Montealegre de Campos, "donde limpias la mente y haces lo que quieras, ¿nada? pues nada, tranquilidad absoluta", y luego va unos días a la playa en busca de sol.

Le gusta todo de comer aunque tuvo una época que aborrecía el pollo asado porque como estuvo interno en el colegio Lourdes durante cuatro años era el plato que tocaba los jueves. Le gusta el dulce, es goloso, "pero de chocolate blanco".

Controla internet y whatsapp, y aunque no tiene facebook ni twitter, ve lo que escriben sus jugadores -David Navarro, Antonio Izquiero o Román Montañez- desde la página de ACB.

Todos los deportes le gustan y esta temporada ha ido un par de miércoles a ver al Balonmano Valladolid. "Con Pastor hemos coincidido muchas veces". Es al que más conoce, no tanto a Djukic ni a los entrenadores de rugby -aunque dice que fue a ver el primer derbi-, pero asegura que "Lo primero es lo nuestro, el Real Valladolid y nuestros equipos", afirma. Él vio empezar a jugar al rugby desde el colegio Lourdes. De pequeño era del Atlético de Madrid y su primer partido fue contra el Salamanca en El Helmántico. Pero enseguida comenzó a jugar al baloncesto en su pueblo entre los postes del cableado de la luz a modo de canasta, aunque dice que de pequeño en el colegio hacían "multideporte". "Me llevé una desilusión cuando estudiaba en Medina, porque daban entradas para ver al Miñón pero no le tocó a mi curso".

Ser el primero

Pero ahora todo eso es una obligación, su trabajo, en un club donde lleva once años con el primer equipo y un total de 25, aunque ahora, en primera fila, para lo bueno y lo malo: "Ser primero es mucho más en todo", sentencia. La familia le ha ayudado y apoyado, a su mujer fue a la primera que llamó el año pasado: "Ana, lo siento pero me toca", le dije. La conoció en el primer campus de baloncesto que hizo un verano mientras ella trabajaba en la residencia Río Esgueva, por lo que se podría decir que el baloncesto ha estado siempre presente. A su hijo también le gusta y madre e hijo acuden a ver todos los partidos del Blancos de Rueda. "Yo quería que hiciera un deporte de equipo", explica, pero con él no ejerce de entrenador. Sólo le ha dado estos consejos: "Sé respetuoso, haz lo que te diga el entrenador y disfruta", dice. Define a su hijo como trabajador y responsable y le explicó que no presumiera nunca de "hijo de" porque ellos iban a seguir siendo los mismos.

Asegura que esta temporada deberían haber disfrutado holgadamente con este grupo, pero que todas las circunstancias actuales les están desgastando mucho. "Están dando la cara todos los días", afirma, mientras asegura que la victoria en Barcelona fue "vital". De la afición dice que "siempre sale". "A la afición hay que darle, no pedirle. Hemos tenido partidos muy calientes y se han adaptado muy bien a las circunstancias, jugamos siempre para ellos". Quiere hacer una mención especial a las peñas El Canastón y los Pucelaikos, "siempre animando y apoyando".

Tantas horas y años juntos han hecho que con el cuerpo técnico sean como una familia y que tenga también buena relación con los jugadores. Dice de memoria una lista de nombres de jugadores americanos que ha tenido, muy buenos y buenas personas también: Carlton Myers, Andre Turner, Marcus Slaughter, Stephane Dumas... pero no olvida a españoles como Guillermo Rejón, Rodrigo San Miguel, Isaac López, Ricardo Uriz y por lo que ha llegado a ser, Fernando San Emeterio. También guarda muy buena relación con otros entrenadores de baloncesto: Porfi, Chechu, Paco y Gustavo. Lo dicho, una gran familia con un gran maestro al frente.