

3-0: La indolencia acaba en eliminación copera
Decir que en algún momento el Pucela del Benito Villamarín
recordó al de la pasada edición copera en Vigo no es mentir. Y eso solo puede
traer consecuencias negativas. Digamos que el Real Valladolid no echó el resto
para pasar a octavos de final. Plantilla corta, ausencias destacadas,
imprevistos de última hora
quizá no era la mejor temporada para soñar con la
Copa del Rey, pero la imagen no deja un buen sabor de boca. Y a este tipo de
partidos no acostumbra el equipo de Miroslav Djukic.
Los blanquivioleta aguantaron 26 minutos, lo que duró el 0-0
en el marcador. Cuando llegó el primer gol, obra de Amaya tras rematar un saque de esquina al borde del
área pequeña. Otro tanto que el equipo vallisoletano encaja a balón parado.
Tres en cuatro partidos. El resultado adverso
desmoronó al equipo, que solo había tenido diez minutos de buenas intenciones
con buen toque. Pero muy poca llegada. A Guerra solo se le vio perder la marca
de Amaya en el gol del Betis. Nada más.
Campbell desesperó a Víctor Pérez por el carril zurdo del
ataque bético. Y es que el albaceteño fue titular como lateral derecho. Una
gastroenteritis impidió a Rukavina participar en el choque. Víctor estuvo
perdido, y desbordado. Algo más lógico que la actitud del trotador Neira.
Tampoco Alberto Bueno aportó frescura. Rubén Peña, en el costado derecho, entró
muy poco en juego.
A la vuelta de vestuarios se esperaba un Pucela en busca del
gol, pero en ningún momento apareció. De hecho, la irrupción de Vadillo desde
el banquillo complicó mucho más las cosas al Real Valladolid y a Víctor Pérez.
El canterano del equipo de Pepe Mel fue determinante para que el Betis
sentenciase el choque. Dos cabalgadas terminaron en el fondo de las mallas.
Primero marcó Rubén Castro, después Rueda en propia puerta. Antes, el ingreso
de Omar y Lolo en el rectángulo de juego aportó poco más a la peor cara del
Real Valladolid de Djukic.