0-1: Resultado de Primera
En un campo en el que nadie ganaba desde hace siete meses, el Real Valladolid volvió a dejar claro que merece más que ningún otro equipo el ascenso. Se plantó en Santo Domingo con muchas dudas y alguna sorpresa, pero convencido de lo que había en juego en el campo madrileño. Arropados por más de 500 pucelanos, incluso la tradicional caraja inicial fue mucho más corta de lo habitual. En el minuto 5 el dominio del esférico ya era total. Un Pucela en su versión original.
Dani Hernández en la portería y Sisi, Óscar y Nauzet titulares. Una nueva demostración de que nadie se borra ni da un paso al costado en un vestuario ejemplar para el mundo del fútbol. Un vestuario que ha peleado contra viento y marea y que ha sobrepuesto lo colectivo a lo personal desde que empezó la pretemporada en Mondariz. El Pucela visitó tierras gallegas para sumar a los dos equipos norteños una seria candidatura al ascenso a Primera. Zorrilla, el próximo sábado, defenderá un gol de Javi Guerra que llegó en un momento perfecto. En el minuto 29 y tras casi media hora de juego, el equipo de Djukic daba un zarpazo de nivel para alcanzar la máxima categoría del balompié español. Un centro de Nauzet fue rematado por el malagueño en el segundo palo. El esférico iba demasiado alto para ejecutar un disparo y algo bajo para cabecear. El hombro del goleador apareció y apagó el ánimo del sector amarillo de Santo Domingo. La euforia se desató en la zona blanquivioleta. (0-1).
En una eliminatoria con el partido de ida como visitante, hay dos máximas para sacar un buen resultado: marcar y no recibir goles. Si se consiguen las dos cosas, se roza la perfección. Para el Real Valladolid se presumía más importante lo segundo, y lo volvió a conseguir. Es el único equipo que no ha recibido ningún tanto en todo el play off y el equipo sabe que dejar la portería a cero durante los cuatro partidos le hace equipo de Liga BBVA. Lleva ese camino.
El Alcorcón apretó lo justo y el Pucela no sufrió en exceso. Nada parecido a lo ocurrido hace unas semanas cuando los vallisoletanos desperdiciaron un 0-2 favorable. Solo tuvo un amago de dar ese paso atrás que le condenó aquel día, pero no estaba dispuesto a volver a caer en la trampa de los de Anquela. Los madrileños acabaron desquiciados y con Manu Herrera, el portero, subiendo a rematar el último córner. Así, a balón parado y desde la esquina, el Alcorcón tuvo sus opciones. Poco más. Incluso Quini y Borja, piezas clave, fueron sustituidos a la vez. Reflejo de que no tenían su día. Tampoco Marc Valiente ni Jesús Rueda les concedieron oportunidades claras. Balenziaga se creció y Víctor Pérez echó el resto. Óscar forzó y brilló lo necesario para sacar un resultado favorable. Djukic aportó aire con Baraja, Jofre y Manucho. Cambios para oxigenar, porque poco había que mejorar.
El Real Valladolid se jugará el regreso a Primera ante más de 26.000 personas. Ante su gente. Vale cualquier victoria, cualquier empate, e incluso una derrota por la mínima. Hay aroma de éxito, pero 90 minutos y un deporte tan traicionero como el fútbol no permite la euforia. Lo más difícil ya se ha conseguido, ahora no se puede fallar.