Óscar recupera un balón en un duelo anterior. Foto: Photogenic.
Fútbol | Real Valladolid
La última dificultad
30 de Mayo de 2012
"No problemo", como balbuceaba el Terminator que regresó al pasado para salvaguardar la vida de un barbilampiño John Connor en la segunda cinta de la revolucionaria saga. El Real Valladolid es como el personaje interpretado por un apolíneo Arnold Swarzenegger. Impertérrito, hierático, indestructible...
No va a acusar el golpe de acabar la temporada con un puntaje estratosférico y no ascender directamente. Se va a levantar y va a demostrar, una vez más, que a su fútbol honesto y con diamantes de minas africanas bordados le corresponde, sin capacidad de réplica, un ascenso a la élite del balompié patrio.
Lo han dado todo, pero los infortunios y los goles postreros le obligan a rehacerse, a restañar los golpes sufridos y a no arredrarse, sino a fortalecerse para esculpir una obra maestra tras superar un reguero de adversidades. Cincelar un ascenso que, como comentó Óscar González a la Agencia Efe, "sabrá mejor cuanto más se haga de rogar".
Lo que no te mata, te hace más fuerte y este Real Valladolid ha estado a punto de fenecer muchas veces. Se ha robustecido. Los problemas económicos y varios batacazos aliados con la penosa suerte no le han dado la puntilla y ha luchado hasta la extenuación.
De este modo, ha permanecido recio y cohesionado. Lo seguirá haciendo en pos de regalarse y regalar un final feliz, a pesar de los mil avatares y contratiempos en forma de puñetazos al mentón que han jalonado su historia en esta temporada. El último de ellos ha sido encajado tras verse casi sin opciones de ascender directamente tras el resultado de 2-2 conseguido en Alcorcón. Un empate con sabor a beso entre Celta y Córdoba planea sobre Balaídos y los jugadores lo tienen asumido: el ascenso directo se ha desvanecido.
Ahora bien, los números avalan su favoritismo para este playoff hacia el que se transita irremediablemente. Como en toda película de acción, siempre se espera que triunfen los buenos y el Real Valladolid ha pecado de eso, precisamente. Una bondad, una candidez que le ha apartado de subir sin tener que pasar por el taquicárdico trance de la fase de ascenso.
"Era la opción que contemplábamos desde el principio y nadie pensaba que haciendo 85 puntos, como podemos sumar si ganamos al Guadalajara, no lo haríamos. Somos favoritos y tenemos que demostrarlo. Si rendimos a nuestro nivel tenemos grandes opciones, pero en el fútbol puede pasar cualquier cosa", espetó Óscar.
Se lo merece más que nadie. Nadie vacila a la hora de afirmarlo, por lo menos a esta orilla del Pisuerga. Empero, urge paliar el mal endémico de este equipo en toda la temporada: los problemas que tiene para cerrar los partidos y evitar sustos de última hora que han costado caro, como el otro día ante el Alcorcón.
"Es difícil asimilarlo pero nos ha pasado varias veces y tenemos que mirarlo y corregirlo. No sé puede explicar, pero nos metemos a jugar atrás porque creemos que así no nos van a crear peligro y, al final, pasa al revés y nos quedamos con cara de tontos", manifestó el futbolista salmantino.
A buen seguro, lo intentarán, al igual que procurarán dosificar las fuerzas y recuperarse de la fatiga acumulada por un calendario atroz diseñado por incompetentes. Esperan, según deseamos, dos semanas con cuatro envites. Carga que se suma a una temporada repleta culminada con un mes agónico hinchado de partidos.
Pero no vale la pena lamentarse, ni escudarse en el cansancio. Es tiempo de valientes, de demostrar que son máquinas reforzadas e impávidas que no se detendrán hasta alcanzar el objetivo de la misión para poder decir con orgullo y un respirar descongestionado "¡Sayonara, baby!" a la Segunda División.
No va a acusar el golpe de acabar la temporada con un puntaje estratosférico y no ascender directamente. Se va a levantar y va a demostrar, una vez más, que a su fútbol honesto y con diamantes de minas africanas bordados le corresponde, sin capacidad de réplica, un ascenso a la élite del balompié patrio.
Lo han dado todo, pero los infortunios y los goles postreros le obligan a rehacerse, a restañar los golpes sufridos y a no arredrarse, sino a fortalecerse para esculpir una obra maestra tras superar un reguero de adversidades. Cincelar un ascenso que, como comentó Óscar González a la Agencia Efe, "sabrá mejor cuanto más se haga de rogar".
Lo que no te mata, te hace más fuerte y este Real Valladolid ha estado a punto de fenecer muchas veces. Se ha robustecido. Los problemas económicos y varios batacazos aliados con la penosa suerte no le han dado la puntilla y ha luchado hasta la extenuación.
De este modo, ha permanecido recio y cohesionado. Lo seguirá haciendo en pos de regalarse y regalar un final feliz, a pesar de los mil avatares y contratiempos en forma de puñetazos al mentón que han jalonado su historia en esta temporada. El último de ellos ha sido encajado tras verse casi sin opciones de ascender directamente tras el resultado de 2-2 conseguido en Alcorcón. Un empate con sabor a beso entre Celta y Córdoba planea sobre Balaídos y los jugadores lo tienen asumido: el ascenso directo se ha desvanecido.
Ahora bien, los números avalan su favoritismo para este playoff hacia el que se transita irremediablemente. Como en toda película de acción, siempre se espera que triunfen los buenos y el Real Valladolid ha pecado de eso, precisamente. Una bondad, una candidez que le ha apartado de subir sin tener que pasar por el taquicárdico trance de la fase de ascenso.
"Era la opción que contemplábamos desde el principio y nadie pensaba que haciendo 85 puntos, como podemos sumar si ganamos al Guadalajara, no lo haríamos. Somos favoritos y tenemos que demostrarlo. Si rendimos a nuestro nivel tenemos grandes opciones, pero en el fútbol puede pasar cualquier cosa", espetó Óscar.
Se lo merece más que nadie. Nadie vacila a la hora de afirmarlo, por lo menos a esta orilla del Pisuerga. Empero, urge paliar el mal endémico de este equipo en toda la temporada: los problemas que tiene para cerrar los partidos y evitar sustos de última hora que han costado caro, como el otro día ante el Alcorcón.
"Es difícil asimilarlo pero nos ha pasado varias veces y tenemos que mirarlo y corregirlo. No sé puede explicar, pero nos metemos a jugar atrás porque creemos que así no nos van a crear peligro y, al final, pasa al revés y nos quedamos con cara de tontos", manifestó el futbolista salmantino.
A buen seguro, lo intentarán, al igual que procurarán dosificar las fuerzas y recuperarse de la fatiga acumulada por un calendario atroz diseñado por incompetentes. Esperan, según deseamos, dos semanas con cuatro envites. Carga que se suma a una temporada repleta culminada con un mes agónico hinchado de partidos.
Pero no vale la pena lamentarse, ni escudarse en el cansancio. Es tiempo de valientes, de demostrar que son máquinas reforzadas e impávidas que no se detendrán hasta alcanzar el objetivo de la misión para poder decir con orgullo y un respirar descongestionado "¡Sayonara, baby!" a la Segunda División.