1-4: Cuatro goles y a cuatro puntos
El Pucela tiene todo el derecho del mundo a soñar con el ascenso directo. Ya ha recuperado la desventaja que el Celta arañó tras su victoria en el Nuevo Estadio José Zorrilla, por lo que las cosas vuelven a estar igual. Con tres partidos menos por disputarse, eso sí. Los vigueses eran, hasta la visita blanquivioleta, los únicos que habían conseguido asaltar esta temporada el fortín de Los Pajaritos. El Real Valladolid le cortó en poco más de veinte minutos las alas a un Numancia que asumía el partido en la previa como una semifinal. En su camino hacia el playoff no contaba con una derrota en el derbi. Echaron mal las cuentas.
El planteamiento de Djukic fue el acertado. Sin ensayar una renuncia clara a la posesión del esférico, los vallisoletanos jugaron diferente a otras ocasiones. Fueron conscientes desde el primer minuto de que sobar el balón, tocar de primeras y combinar sin remate final les llevaría por la misma senda que los partidos frente al Celta o el Almería. Por eso esperaron más y midieron los tiempos del encuentro. La velocidad de Sisi, el juego de espaldas de Óscar y el hambre de Javi Guerra aguardaban su oportunidad. Mientras tanto, Bedoya remataba de cabeza al larguero ante la atónita mirada de Jaime Jiménez. Lo inesperado fue el regalo de Zabal, el guardameta del conjunto soriano, que los pucelanos se encargaron de no desaprovechar.
De hecho, propició el primer gol. Un extraño despeje de Sunny despistó a su portero. Intimidado por la presión de Javi Guerra, vio como se le ablandaron las manos y el cuero acabó sobre el verde de Los Pajaritos. Guerra le puso el lazo al balón y entró con él en la portería soriana. (0-1). Cinco minutos después el regalo se lo hizo Sisi a los más de 500 aficionados que tiñeron de blanquivioleta Los Pajaritos. Regateó a medio Numancia y definió con elegancia.(0-2). Golazo de Primera, categoría en la que jugará la próxima temporada pase lo que pase. A la fiesta se sumo Víctor Pérez, que desde la frontal aprovechó un rechazo en segunda jugada, tras un defectuoso despeje de Zabal, para colocar el balón imposible para el portero local. (0-3)
Tras el descanso, el Numancia salió voluntarioso, pero era demasiada faena la que tenía por delante. Dio un susto, que por suerte se quedó en eso. Una falta que golpeó el venezolano Julio Álvarez tocó en la barrera del Pucela y despistó a Jaime. (1-3). Sirvió para recortar distancias y provocar que alguno se imaginase la repetición de los derbis con remontadas que ya en otras ocasiones han llegado hasta los cuatro goles. La lección estaba aprendida para no caer en la misma trampa. El Valladolid aguantó y cumplió con creces en la defensa de las jugadas de estrategia, una de las grandes asignaturas pendientes de la temporada. Así, esperó hasta que Óscar González asistió a Guerra, que finiquitó el partido con su segundo tanto de la noche. (1-4)