Pegada de campeón

O al menos de firme aspirante que ha saldado un peligroso mes de enero con casi el mejor bagaje posible. Trece puntos de quince posibles que hablan del momento que atraviesa el equipo, enemigo de las concesiones en ataque, de abanicar al adversario cuando lo puede noquear, algo que hace sin que le tiemble el pulso.

Ante el Alcoyano sufrió más de lo esperado. Suspiró aliviado en demasiadas ocasiones pese a que también contó con escuetas oportunidades para ganar el partido, como finalmente hizo gracias a un gol de Nauzet ayudado por el defensor en el minuto 79.

Exhibió una nueva vez su arrebatadora pegada, aliñada con una encomiable capacidad de sufrimiento, la cual no recae únicamente en su afilado estilete Javi Guerra. El gol se reparte y rara es la vez que el Real Valladolid de Miroslav Djukic concluye un enfrentamiento sin perforar las redes adversarias.

Mejor dicho, tan sólo se ha quedado sin marcar en tres partidos de lo que va de campeonato. En la undécima jornada ante Las Palmas (1-0), en la decimoquinta en el campo del Cartagena (0-0) y en la decimosexta ante el Deportivo de la Coruña, líder del campeonato, en el José Zorrilla (0-0).

Desde entonces, 4 de diciembre de 2011, el Real Valladolid ha saboreado el éxtasis del gol en todos los duelos que ha protagonizado y ha difuminado su incapacidad para ganar a domicilio, ya que ante Sabadell, Guadalajara y Alcoyano venció y se mostró como un conjunto aniquilador.

Una boa constrictor que en este mes de enero ha marcado nueve tantos y ha recibido tan sólo dos. Cifras que, sumadas a las que arrastraba de la primera vuelta, hablan de un Valladolid con guarismos de ascenso directo, pues es el segundo equipo con mejor golaverage (más 16: 34 goles a favor por 18 en contra).

También es el segundo que menos goles ha encajado por detrás del Córdoba y de los que más ha anotado, siendo el que menos derrotas ha cosechado (tan sólo dos) y el segundo mejor equipo como visitante, faceta en la que ha mejorado notablemente en este 2012.

Los estigmas son parte del pasado. El Real Valladolid cada vez rentabiliza más sus goles (empieza a recordar al Valladolid de los récords de Mendilibar) y se ha colocado en un puesto de honor (segundo) del que, a buen seguro, se resistirá con pundonor a abandonar.

Las premisas son diáfanas. Un ropaje que va del frac a los pantalones de camuflaje. Elegancia y barro. Calidad comprometida, infatigable por obtener el existencial reto: la Primera División. Quedan muchas batallas por librar. Trincheras que derrumbar, pero lo que sí se desliza es que los hombres de Djukic tienen las botas bien atadas y no les importa arrastrarse por el fango hasta conquistar su objetivo.