De izquierda a derecha, Pedro Riaguas, Miriam Blasco y Juan Carlos Pastor.
De izquierda a derecha, Pedro Riaguas, Miriam Blasco y Juan Carlos Pastor.
De izquierda a derecha, Pedro Riaguas, Miriam Blasco y Juan Carlos Pastor.
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Miriam Blasco: “Los valores del deporte se han perdido”


La penúltima jornada de la XLII Sesión de la Academia Olímpica Española, que durante toda la semana se viene desarrollando en la Universidad Europea Miguel de Cervantes, contó con tres invitados de lujo. Bajo el lema ‘Nuestra experiencia olímpica’, Miriam Blasco (medalla de oro de yudo 57 kg en Barcelona 1992), Juan Carlos Pastor (medalla de bronce como entrenador de balonmano en Pekín 2008) y Pedro Riaguas (seleccionador nacional de judo sub 23 femenino y de alta competición) contaron en primera persona, a los cerca de 80 asistentes, su vivencia en unos Juegos Olímpicos.


Los tres, de origen vallisoletano, narraron las anécdotas y sentimientos que supone lograr una medalla en la mayor competición deportiva. Para Miriam Blasco, las Olimpiadas significan “mucho esfuerzo, mucha lucha personal para poder conseguir algo y la renuncia de bastantes cosas”. Aún así, tanto trabajo mereció la pena. “Ser campeona olímpica es muy importante, y más si lo consigues en tu país”. Dos de los mejores recuerdos que guarda la yudoka fue el del desfile inaugural y los ánimos del público al enfrentarse al último combate. “Hay deportistas que no pueden con la presión del público, pero a mí me ocurrió al revés. La gente me tranquilizó y me aportó una cantidad enorme de energía”.


A menos de un mes de que empezaran las Olimpiadas de Barcelona, Miriam estuvo a punto de retirarse. Sin duda, pasó por uno de sus peores momentos. La muerte por accidente de tráfico de su entrenador. “Necesité mucha preparación psicológica. Hubo un tiempo en que no quería competir, pero después sólo me valía ganar”. Y lo consiguió. “Que todo el pabellón chillara tu nombre y el de Sergio fue el mayor homenaje que le pude hacer”.


Después de Barcelona y de pasar la “depresión postmedalla, en la que tienes que fijar nuevos objetivos”, volvió a vivir otras Olimpiadas. En Atlanta 1996 lo hizo como entrenadora y en Sídney 2000 como comentarista de Televisión Española. Actualmente sigue unida al mundo del yudo (lleva una escuela en Alicante, ciudad donde vive desde joven) y ha probado suerte en proyectos políticos (como senadora). Además, ha sido vocal en la Comisión de la Mujer del Comité Olímpico Español. Por ello, hoy en día tiene otro reto: formar a los deportistas. “No hay que preocuparse por crear únicamente a un deportista, sino de formarlo como persona porque hay un día después. No nos vale con crear un juguete roto, hay que enseñarle los valores del deporte, que parece que se han perdido y sólo interesa ganar. Perdiendo también se aprende mucho”.


Por su parte, para Juan Carlos Pastor fue “un sueño y una ilusión desde pequeño” ir a las Olimpiadas. Igual que a cualquier deportista, llegar allí le produjo mucho esfuerzo. “Primero como jugador, pero como era muy malo tuve que plantearme ser entrenador”. Poco a poco, fue ascendiendo de categorías hasta llegar el momento en que le propusieron entrenar a la Selección. Aceptó el reto de dirigir al combinado nacional en el mundial de Túnez y logró la medalla de oro. Aún así, no había alcanzado su sueño. “En un principio está muy bien. Todos te felicitan, aparecen más amigos, pero lo máximo para un deportista siguen siendo las Olimpiadas”. A pesar de ser campeones del mundo, estar en la villa olímpica no fue fácil. España tuvo que participar en un preolímpico para clasificarse.


El actual técnico del Balonmano Valladolid señaló que un entrenador tiene que poseer tres facetas: entrenar día a día, ser director de equipo para cohesionarlo y dirigir los partidos interpretándolos correctamente. Sobre su marcha como seleccionador dijo que era “un compromiso que previamente había adquirido independientemente del resultado alcanzado”.


Por último, Pedro Riaguas contó su experiencia olímpica como juez (en Barcelona 92) y como seleccionador. Para él, unas Olimpiadas “llenan al máximo tanto a nivel deportivo como social. Son muchas ilusiones al preparar a la gente y ver su alegría por conseguir los resultados buscados”. Asimismo, resaltó que para deportes como el yudo, unas Olimpiadas son importantísimas, ya que este deporte “sólo se ve cada cuatro años, el resto del tiempo parece que no existe”.