22.000 camaradas congelados
Como en el 2009, el frío polar marcó la cita y la imposibilidad de batir el récord de otras ediciones (unos 28.000), puesto que entre el jueves y el viernes la nieve que bañó algunas de las carreteras nacionales echó para atrás a muchos de los motoristas que tenían marcado en rojo en el calendario la concentración invernal más importante de Europa.
Sin embargo, se superó el número de la pasada edición y el Área Recreativa de Puente Duero, con su vasta zona de acampada, sirvió de punto de encuentro de fanáticos de las dos ruedas llegados de variopintas zonas del globo terráqueo.
Motoristas italianos, franceses, portugueses, noruegos, turcos, daneses y españoles, entre otros, se juntaron en torno a hogueras cuyo olor se mezclaba con el de la goma quemada.
Las motocicletas lucían lustrosas y el gélido ambiente se combatía con solidaridad y buenas risas entre amigos antiguos y nuevos que también se hacían partícipes de las actividades programadas por la organización.
Desde las exhibiciones de freestyle, la Nochevieja pingüinera, los desfiles de banderas y antorchas, los conciertos, hasta la entrega del Pingüino de Oro que, en esta ocasión coronó al campeón de 125cc Julián Simón, al periodista especializado Dennis Noyes y a la empresa Dorna.
Mientras tanto, las estampas curiosas y las anécdotas inverosímiles protagonizadas por los moteros asaltaban a los compañeros sin tregua. Veintidós mil historias condensadas en un pinar transmutado en iglú, como el fabricado de cartón-piedra por Jesús Martín, del Moto Club Laguna.
Un peculiar cobijo que nada tenía que envidiar a carpas con generadores y tiendas forradas con decenas de mantas. Todo vale a la hora de hacer frente al frío que hace especial esta concentración. Un clásico como la película Casablanca, a pesar de que su banda sonora redunde en el rock adscritos los perfiles más salvajes.
"Born to be wild" o más bien concebidos para desafiar a las inclemencias del dios Meteoro y disfrutar de ello. Si no, no serían "Pingüinos".