Valladolid sufre y celebra la alegría de ser por fin campeones del mundo
Desde las seis de la tarde, los vallisoletanos se acercaron a la pantalla gigante de 70 metros cuadrados que había puesto el Ayuntamiento en la Plaza Mayor, para ver de cerca el sueño de levantar la Copa del Mundo. Pero hubo que esperar casi cinco horas para gritar el gol de Iniesta y hasta las 23.18 para llorar con Casillas mientras levantaba el trofeo de campeones.
Unas 10.000 personas se agolparon en el pitido inicial bajo un Ayuntamiento en el que se encontraba el alcalde, enfundado en su camiseta roja, confesaba que tenía preparados tres cohetes, uno por cada gol de España. Junto a él, el concejal de Infraestructuras y Movilidad, Manuel Sánchez, con una bandera en la espalda, y la concejala de Cultura y Turismo, Mercedes Cantalapiedra, con vestido rojo y pañuelito rojo y amarillo.
Porque esos eras los colores de la marea de personas que fue cubriendo la plaza poco a poco, banderas en el cuello, en la cintura, grandes, pequeñas, camisetas de Villa, de Torres, bufandas en la cabeza, caras pintadas, abanicos amarillos, pelucas rojas, peinetas en el pelo, incluso pulpos para acordarnos del pitoniso Paul... cualquier cosa valía para dar ánimo a la Selección desde Valladolid.
Los minutos pasaban, y los vallisoletanos protestaban las faltas de los holandeses, aplaudían las tarjetas y se lamentaban de las ocasiones perdidas. Los aplaudidores rojos se oían especialmente en las paradas del portero y en los córners.
Llegó el descanso y con él el turno del camión de bomberos que regaba con tres grandes chorros de agua a todo aquel que se ponía cerca... o no tan cerca. Agua pedían los vallisoletanos para calmar los nervios por no haber marcado todavía un gol que diera un poco de tranquilidad.
Toda la plaza se echó las manos a la cabeza cuando Villa falló la ocasión en el minuto 69 y gritó al ver solo a Cesc. A las 10 de la noche, las farolas se encendieron pero los jugadores no veían la luz del gol. El Ayuntamiento lucía los colores de la bandera para los más de 15.000 personas que ya estaban congregados en la prórroga. Pero no fue hasta la segunda parte cuando Iniesta hizo estallar a todo Valladolid, a toda España, que gritó un gol que se escuchó en cada rincón de la ciudad, y entonces, la Plaza Mayor estalló de alegría, las vuvuzelas tronaban y se tiraron los cohetes que tenían preparados. El alcalde botó de alegría en el balcón, al unísono con el resto de vallisoletanos que tan pronto cantaban "We are the champions" como "Yo soy español".
A las 11 de la noche, por fin, la pantalla gigante lució un cartel rojo con letras blancas que decía "Valladolid celebra que somos campeones del mundo" que se alternaba con "Valladolid lo celebra con la Selección Española de Fútbol. Un triunfo histórico".
Fue el momento de las vengalas rojas, del agua, de las fotos, de los abrazos, de las risas, de las lágrimas de emoción y de alegría... lo mismo que en el resto de ciudades de España. Todos fueron esa piña de jugadores alrededor de Casillas cuando levantó esa Copa del Mundo que dice que somos los mejores, ¡campeones!