Los jugadores del Rela Valladolid celebran un tanto. Foto: Photogenic.
Fútbol | Real Valladolid
Una lucha de titanes
23 de Abril de 2012
Las nóminas impagadas, las sempiternas demoras no han desgastado la moral de una entidad que transita con firmeza hacia su tabla de salvación, la Primera División. Los jugadores y empleados del club han arropado lo que puede ser un más que encomiable éxito (si la cadencia no se tuerce) y con la zancadilla más dañina de todas sobresaltando constantemente.
La ausencia de liquidez que les afecta directamente no les ha arrebatado su ambición, su ilusión por devolver al equipo a Primera División. Mismamente, les ha hecho más fuertes, les ha unido e instado a no arrojar la toalla a pesar de que la harapienta cuenta corriente quitaba las ganas de atarse las botas, cortar el césped o poner en funcionamiento cada mañana las oficinas. Desagradable odisea.
Ahora las noticias, seguidas como un pasodoble como cuando son malas, han descargado algo de alegría y "desahogo". El equipo se ha afianzado en la segunda posición tras la derrota del Celta y después de una racha de victorias colosal. Ha transformado definitivamente la filosofía de juego impuesta por Djukic en enormes resultados. Sin excusas. Con honestidad y exquisito gusto aliñado en desgaste generoso.
Agradables presagios, aunque el sendero aún es tortuoso, como bien recordó este lunes el secretario Técnico del Real Valladolid, Alberto Marcos Rey, en declaraciones a la Agencia Efe. El ex capitán se centra únicamente en el partido siguiente. El miedo le impide elucubrar cábalas y sostiene con que deben ser conscientes de que todavía "quedan ocho finales" hasta que se consume la "liberación"que significaría el ascenso.
Alaba el compromiso del grupo, su capacidad de sufrimiento, valores que se asemejan a los que portaba el equipo que logró el ascenso de los récords comandado por Mendilibar. No obstante, matizó que los estilos balompédicos son diferentes. Eso sí, ambos firman con su santo y seña su salvoconducto hacia el éxito. Perseverando en un concepto. Regando con cariño para que el fruto sea, finalmente, jugoso...
Héroes cuasi mitológicos que han estado apoyados por el voluntarioso esfuerzo, "titánico", de unos empleados que han llegado a vivir, como los futbolistas, situaciones harto complicadas. Digo han llegado porque parece que se les va pagar lo que se les adeuda en virtud del embargo a los ingresos televisivos del club y otros pagarés desbloqueado recientemente.
Pasta descubierta que aplaca tensiones. "Un desahogo brutal", según Marcos, que llega en el mejor momento, cuando la situación cada vez era más dramática o esperpéntica y con el equipo en notable posición hacia la consecución de su objetivo.
Por ello, el ex capitán y secretario Técnico del club quiso romper una lanza en favor de todos ellos: jugadores, cuerpo técnico, empleados... que han mantenido un comportamiento ejemplar cuando su trabajo no era recompensado, permitiendo, así, que el Real Valladolid esté hoy en disposición de remendar los errores de su pasado para mirar con optimismo al futuro.
Amor incondicional al club que les ha llevado a achicar agua sin dilación para evitar que el barco se hunda. Alberto Marcos Rey no vacila. Todos ellos, unos sobre el verde y otros pendientes de todo lo que le rodea, se merecen, según espetó, "el premio del ascenso".
La ausencia de liquidez que les afecta directamente no les ha arrebatado su ambición, su ilusión por devolver al equipo a Primera División. Mismamente, les ha hecho más fuertes, les ha unido e instado a no arrojar la toalla a pesar de que la harapienta cuenta corriente quitaba las ganas de atarse las botas, cortar el césped o poner en funcionamiento cada mañana las oficinas. Desagradable odisea.
Ahora las noticias, seguidas como un pasodoble como cuando son malas, han descargado algo de alegría y "desahogo". El equipo se ha afianzado en la segunda posición tras la derrota del Celta y después de una racha de victorias colosal. Ha transformado definitivamente la filosofía de juego impuesta por Djukic en enormes resultados. Sin excusas. Con honestidad y exquisito gusto aliñado en desgaste generoso.
Agradables presagios, aunque el sendero aún es tortuoso, como bien recordó este lunes el secretario Técnico del Real Valladolid, Alberto Marcos Rey, en declaraciones a la Agencia Efe. El ex capitán se centra únicamente en el partido siguiente. El miedo le impide elucubrar cábalas y sostiene con que deben ser conscientes de que todavía "quedan ocho finales" hasta que se consume la "liberación"que significaría el ascenso.
Alaba el compromiso del grupo, su capacidad de sufrimiento, valores que se asemejan a los que portaba el equipo que logró el ascenso de los récords comandado por Mendilibar. No obstante, matizó que los estilos balompédicos son diferentes. Eso sí, ambos firman con su santo y seña su salvoconducto hacia el éxito. Perseverando en un concepto. Regando con cariño para que el fruto sea, finalmente, jugoso...
Héroes cuasi mitológicos que han estado apoyados por el voluntarioso esfuerzo, "titánico", de unos empleados que han llegado a vivir, como los futbolistas, situaciones harto complicadas. Digo han llegado porque parece que se les va pagar lo que se les adeuda en virtud del embargo a los ingresos televisivos del club y otros pagarés desbloqueado recientemente.
Pasta descubierta que aplaca tensiones. "Un desahogo brutal", según Marcos, que llega en el mejor momento, cuando la situación cada vez era más dramática o esperpéntica y con el equipo en notable posición hacia la consecución de su objetivo.
Por ello, el ex capitán y secretario Técnico del club quiso romper una lanza en favor de todos ellos: jugadores, cuerpo técnico, empleados... que han mantenido un comportamiento ejemplar cuando su trabajo no era recompensado, permitiendo, así, que el Real Valladolid esté hoy en disposición de remendar los errores de su pasado para mirar con optimismo al futuro.
Amor incondicional al club que les ha llevado a achicar agua sin dilación para evitar que el barco se hunda. Alberto Marcos Rey no vacila. Todos ellos, unos sobre el verde y otros pendientes de todo lo que le rodea, se merecen, según espetó, "el premio del ascenso".