Javi Guerra lamenta una ocasión en un partido anterior. Foto: Photogenic.
Fútbol | Real Valladolid
Una kalashnikov encasquillada
7 de Mayo de 2012
El gatillo recobró su funcionamiento a última hora, rescatando, de este modo, un empate que, como mal menor, mereció. Antes, empequeñeció al Deportivo de la Coruña con un fútbol de toque y desmarque, desmarque y toque. Tiqui-taca paciente, pausado, cerebral y, sobre todo, intenso como un festival carnavalesco.
Una oda exquisita, como las que componía Gustavo Adolfo Bécquer en su etapa más romántica, que encajonó al Deportivo en su campo tras encontrarse con un penalti que modificó el guión del partido demasiado pronto. Suspense "hitchcokiano" que resolvió Manucho con un tanto sobre la campana que hacía relativa justicia.
Mejor dicho maquillaba el que, de perder, hubiese sido un resultado desaforado para lo dispuesto sobre el verde por uno y otro. Los hombres de Djukic, tenaces y firmes en su apuesta, asemejaron su juego al del FC Barcelona (salvando las distancias, obviamente) y compusieron un sinfín de oportunidades que desperdiciaron.
Les pudo faltar chispa, velocidad de crucero en los metros finales o, quizás, nervios de acero para agujerear la portería defendida por Germán Lux. Lo que está claro es que en las últimas jornadas la kalashnikov que simboliza su demoníaco ataque se ha atascado un poco.
Gajes del balompié. Fortuna esquiva. Nada más. El Real Valladolid se está dejando el pellejo del primer minuto hasta el último para tejer un juego brillante como pasaporte hacia el éxito. Sin ambages. A tumba abierta, lo que enorgullece a sus seguidores y le mantiene, con total justicia, en la segunda posición.
Un puesto de ascenso directo que pudiera perder mañana si el Celta de Vigo vence al Cartagena en los treinta minutos que le restan al encuentro que se suspendió por una agresión al juez de línea cuando marchaba empate a uno.
Pase lo que pase, restan seis jornadas en las que el Real Valladolid, si mantiene sus apabullantes números y, lo que es más importante, su esbelta propuesta, merecerá retornar, y convencidos estamos de que lo hará, al sitio que por historia e impronta debe estar. Su esfuerzo, su tesón y su fútbol de frac y zapatos de charol bien lo vale.
El domingo y ante el Hércules se le presenta una nueva oportunidad. Saltará a Zorrilla sin que su fútbol alegre se vea damnificado y pugnará por calibrar su mirilla para llenar su alforja con tres puntos más que le acercarán a la gloria.
¡Alea jacta est!
Una oda exquisita, como las que componía Gustavo Adolfo Bécquer en su etapa más romántica, que encajonó al Deportivo en su campo tras encontrarse con un penalti que modificó el guión del partido demasiado pronto. Suspense "hitchcokiano" que resolvió Manucho con un tanto sobre la campana que hacía relativa justicia.
Mejor dicho maquillaba el que, de perder, hubiese sido un resultado desaforado para lo dispuesto sobre el verde por uno y otro. Los hombres de Djukic, tenaces y firmes en su apuesta, asemejaron su juego al del FC Barcelona (salvando las distancias, obviamente) y compusieron un sinfín de oportunidades que desperdiciaron.
Les pudo faltar chispa, velocidad de crucero en los metros finales o, quizás, nervios de acero para agujerear la portería defendida por Germán Lux. Lo que está claro es que en las últimas jornadas la kalashnikov que simboliza su demoníaco ataque se ha atascado un poco.
Gajes del balompié. Fortuna esquiva. Nada más. El Real Valladolid se está dejando el pellejo del primer minuto hasta el último para tejer un juego brillante como pasaporte hacia el éxito. Sin ambages. A tumba abierta, lo que enorgullece a sus seguidores y le mantiene, con total justicia, en la segunda posición.
Un puesto de ascenso directo que pudiera perder mañana si el Celta de Vigo vence al Cartagena en los treinta minutos que le restan al encuentro que se suspendió por una agresión al juez de línea cuando marchaba empate a uno.
Pase lo que pase, restan seis jornadas en las que el Real Valladolid, si mantiene sus apabullantes números y, lo que es más importante, su esbelta propuesta, merecerá retornar, y convencidos estamos de que lo hará, al sitio que por historia e impronta debe estar. Su esfuerzo, su tesón y su fútbol de frac y zapatos de charol bien lo vale.
El domingo y ante el Hércules se le presenta una nueva oportunidad. Saltará a Zorrilla sin que su fútbol alegre se vea damnificado y pugnará por calibrar su mirilla para llenar su alforja con tres puntos más que le acercarán a la gloria.
¡Alea jacta est!