El entrenador del Real Valladolid posa durante la entrevista.
El entrenador del Real Valladolid posa durante la entrevista.
El entrenador del Real Valladolid posa durante la entrevista.
Tomando un café durante la entrevista.
Un aficionado se acerca a pedirle un autógrafo.
Djukic, durante un partido en Zorrilla.
Fútbol  |  Real Valladolid

Un día de partido con... Djukic (1ª parte)

29 de Abril de 2013
Imagen de sgarcia
Escrito por
Sara García

En una terraza de un bar cerca del estadio, aunque él vive por el centro, se pide un café sólo -confiesa que es muy cafetero, todas las mudanzas las ha hecho con su máquina "de esas que anuncia Clooney"- y habla sin tapujos, pausadamente, en un perfecto español pero con marcado acento extranjero, con las ideas tan claras que empezamos hablando de lo que hace un día de partido y acabamos con otros muchos temas, lo que hará que tengamos que dividir este reportaje en dos partes.

Nuestra charla es interrumpida por lo menos una docena de veces por aficionados que pasan y le animan, se paran y le piden fotografías o un autógrafo. Él, sonrisa perenne, se levanta y posa amablemente para las fotos, firma, incluso bromea con un niño con un chándal del Barça, al que le dice que "lo importante está ahí dentro" (señalando el corazón). Y es que Djukic ha calado hondo entre la afición blanquivioleta.

En vista de las interrupciones, cuesta creer que pueda salir a comer con su mujer a un restaurante, pero dice que sí, que suele hacerlo y le gusta. "Soy humilde, no me creo nada, es muy importante el equilibrio, saber dónde estás siempre". Lleva casado 25 años y este verano planea un viaje familiar pra celebrarlo, aunque no sabe muy bien cuándo porque este año sus hijos (23 y 21 años) viven fuera. Les echa muchísimo de menos, como también a su perro ShihTzu, con el que llevan 13 años pero tuvo que dejar en Valencia porque no se adaptó al cambio. Él también dice que cuando se retire volverá a esa ciudad porque allí tiene su vida tranquila ya organizada, una zona residencial, su club de tenis y el clima..."300 días de sol", ríe.

Pero volvamos al presente, entrenador del Real Valladolid desde julio de 2011. Habla de fútbol con pasión, repite varias veces que es su vida, que constantemente piensa qué hacer para mejorar el equipo, da vueltas a los partidos y le fastidia que cuando pierde le digan que esto es sólo fútbol y que no se preocupe. "Soy muy competitivo, pero no es sólo fútbol, yo como de este deporte, mi familia vive de esto y mucha gente que hay detrás también", asegura. Eso pensaba también el día del ascenso. Intentaba que los nervios no se apoderaran de la plantilla, pero él y todos sabían de la importancia de ese partido. "No podíamos fallar. O subimos o esto desaparece, mucha gente dependía de nosotros y ese peso no te lo puedes quitar".

Día de partido

El fin de semana se levanta a las 10 -8.30 a diario- desayuna con su mujer café y cereales y en la conversación salen frases del tipo "qué bueno sería que ganáramos hoy". No es supersticioso, pero dice que cuando salen a comer, brindan y dicen: "suerte, salud y 3 puntos". Repasa la charla que les dirá a los jugadores: "un poco de psicología, reforzar al grupo, frases importantes sobre el equipo, pero también un repaso a cómo debemos jugar".

Después, el segundo entrenador, "Ray", pasar a recogerle a él y al preparador físico y van juntos en coche al estadio, donde se toma otro café y espera a los jugadores. Luego van en autobús al hotel de concentración, comen spaguettis y pollo -le gusta comer sano y cuidarse porque asegura estar muy acostumbrado a la vida de deportista- y charla después de la merienda -dependiendo de la hora del partido-. ¿Duerme siesta? "Me pongo a pensar"- bromea- "En mi casa dicen que las siestas de papá duran 13 minutos". Pues eso, una cabezada.

Si el partido es fuera de casa, en el viaje suele leer o analiza cosas en su ipad. Respecto al baile de horarios de los encuentros, dice resignado que se adapta porque "ésta es la realidad", pero que el horario de mañana no le gusta. "Prefiero los sábados o domingos a las 19, las 20h, incluso las 21h".

En la charla del hotel, el equipo sabe el once inicial. "Es el momento formal de saberlo, pero yo no me escondo, entreno con los que voy a jugar", dice. Una hora y media antes del partido están en el campo, donde se toma otro café y sale a ver el césped. "Observo a la gente y voy elevando la tensión, doy los últimos consejos".

Para esto es muy beneficioso haber sido jugador. "Siento cómo están, yo he pasado sus miedos, sus inquietudes, esto me ayuda muchísimo. Te enseña mucha gente pero tú tienes que ser tú mismo con lo que pienses, no hay moldes de entrenador porque fracasarías, tiene que ir con tu carácter", dice. Asegura que es difícil aprender a ser entrenador -"o lo eres o no"- y a él ya le gustaba cuando era jugador. "Yo era muy estudioso, analizaba mis partidos, dónde me he equivocado, para aprender y mejorar, era muy metódico". Mientras jugaba en el Deportivo se sacó dos niveles de entrenador y cuando se retiró, terminó de estudiar en Las Rozas.

Tras el partido

Si el equipo ha perdido, asegura que no le apetece salir y se encierra en casa. "Me molesta mucho cuando pierdo, siento la presión", repite. Es casero y familiar. Suele quedar con el segundo entrenador y también con el jugador de balonmano Marko Kivrokapic, al que dice que echará de menos cuando se marche a Hungría. Tiene amigos dentro del mundo del fútbol de muchos sitios donde ha estado, pero también amigos fuera de este ámbito para escapar un poco de la rutina, aunque repite de nuevo que no puede desconectar: "es parte de mí, es tu vida, es mi pasión, soy un estusiasta".

Para desconectar sale a correr y juega al tenis en la liga Wimblendon de veteranos, que ha subido a primera división: "lo pasé muy bien". Juega todo el año con unos amigos que son socios del Foxá y da clases una vez por semana. Cuando todo el país anima a Nadal, él se decanta por su compatriota Djokovic, al que conoció cuando tenía 17 años. "Aunque Nadal me encanta, me gusta mucho su comportamiento deportivo. Creo que Federer y Nadal han marcado una pauta muy buena".

Habla mucho con sus hijos por Skype, uno está estudiando un máster en Londres y otro ha ido de Erasmus a Holanda. Su madre y su hermano siguen viviendo en Serbia, a los que va a ver en vacaciones. "Sólo voy una vez al año, pero el verano es muy corto, vamos a Valencia, pero también queremos conocer otros sitios. Nos juntamos con los hijos, a mi madre le encanta ver a los nietos. Pero hay que confeccionar la plantilla y estar en contacto con el director deportivo, es desconectar trabajando, yo nunca he estado un mes de descanso porque hay que planificar, organizar..."

¿Planificar el año que viene en el Real Valladolid? "Quiero seguir formándome y tener un proyecto y un objetivo por el que luchar, crecer, aprender y mejorar". Tres grandes verbos para un gran entrenador.