Morado y rojo, unidos por el fútbol
La zona de animación que el club organizó en los alrededores del estadio, en el recinto ferial, se fue caldeando después de comer con los hinchables y juegos para los niños y no tan niños, que hubo mayores que jugaron al futbolín humano, todo amenizado con música hasta que comenzó el partido de España y la concentración pasó verdaderamente a la tarde de fútbol que se avecinaba.
Una mezcla explosiva de colores, blanquivioleta y rojo y amarillo. Camiseta del Real Valladolid con bandera de España anudada a la cintura, o elástica de la Selección con los colores del Pucela pintados en la cara. Mil combinaciones en la ropa y accesorios que daban un colorido único.
A partir de las siete, la mayoría de la gente fue corriendo hacia el estadio a sentarse en su asiento de la grada y poder ver la segunda parte de España mientras animaba a su equipo calentando. Algunos, con los cascos puestos, informaban a sus amigos del partido de Nadal en Roland Garros y comentaban lo intensa que era la tarde, también con la Fórmula 1 y Alonso. A esa hora, ya se veían que llegaban a Zorrilla más camisetas moradas que rojas, aunque la estampa seguía siendo muy peculiar. Hubo incluso quien, con el pitido final de la Selección, se quitó su camiseta roja y la cambió por la blanquivioleta porque venía provisto con las dos.
Pero en cuanto acabó el partido de España, la animación al Real valladolid fue máxima, cantaron el himno, aplaudieron a los jugadores cuando enfilaron camino del túnel de vestuarios y más cuando volvieron a salir al campo, se hicieron la foto de rigor con los muchos niños que les esperaban y con Pepe Zorrillo y entonces, se oyó fuerte "¡A por ellos!".
La afición se enfadó con las decisiones arbitrales y gritó "Manos arriba, esto es un atraco" y se llevó la consabida pitada en el descanso, aunque todo cambio con el primer gol, los aplausos a Óscar en el cambio, la locura con el segundo tanto y a alegría desatada con el tercero. Ahí la afición se acordó del empate pactado entre el Celta y Córdoba y comenzó a gritarles "Iros a Vigo", aunque como bien dijo después Guerra al acabar: "La gente lo que tiene que hacer es animar". Y eso es lo que hicieron. Y disfrutar. Y sufrir. Y ahora, a esperar al miércoles. Sólo quedan dos pasitos más.