Fútbol  |  Encuentro Chupetines

La esencia del deporte se aprende desde pequeños

19 de Junio de 2011

"Mira mamá, ése es mi entrenador". Esta frase resume la grandeza de las escuelas de chupetines. Niños apasionados del fútbol que acuden dos días a la semana a aprender, familiares entregados que les acompañan y les animan desde las gradas, y entrenadores que disfrutan enseñando este deporte a los más pequeños.


En una jornada veraniega de convivencia se oyen muchas frases curiosas, en medio de los gritos de los padres que chillan los nombres de sus hijos y les aplauden orgullosos el día que ponen fin a la temporada. Unas madres se acercan a un pequeño grupo de niños, con una camiseta con el significativo lema "Unidos por el deporte", con unos cuantos bocadillos que acaban de comprar a un euro en el bar que han montado en los campos de fútbol de El Plantío de Zaratán. Voluntarios venden tickets para la bebida y para la paella que más tarde comerán en familia. Al lado, un kiosko, un pequeño puesto y los hinchables, que hacen las delicias de los más pequeños mientras esperan su turno de partido.


Cuando les llega su momento, las pequeñas fierecillas forman filas detrás de su idolatrado entrenador y le siguen hasta el campo que les corresponde. Con sus camisetas moradas que les quedan grandes y les dan un toque gracioso, se deshace la fila cuando empiezan a saltar por una zanja. Entonces, aparece otra monitora que les amenaza con no jugar si no se portan bien. Sentados, obedientes, esperan en una esquina del campo a que acabe el anterior partido, preguntan quienes están jugando. "Contra los de azul nosotros empatamos", dice muy serio uno de los niños.


Otro entrenador explica a los chicos que están en el banquillo que deben preocuparse de sus cosas, que no dejen tiradas las botellas de agua y explica a uno dónde puede ir al baño: ¡pero no te quites la gorra!, le grita preocupado por el sol. "¡Estáte atento a este partido, no al de al lado", grita otra de las monitoras al ver a su portero, aburrido, pendiente de lo que se juega en el otro campo.


Allí, un jugador acaba de marcar un gol, su entrenador levanta las manos contento, pero enseguida se da cuenta de que el crío corre hacia él para celebrarlo. Entonces, orgulloso, lo abraza mientras los demás hacen piña junto a ellos. Ésa es la esencia del deporte, lo que se aprende desde chupetines y no debería olvidarse entre la borágine de la competición de los mayores.