Fútbol  |  Real Valladolid

La afición se despide por fin de Víctor

Entre aplausos y una gran ovación, así salió y así se marchó Víctor Fernández del estadio José Zorrilla. Y con ellos, ambos, afición y jugador, pudieron por fin despedirse. Allí estaba su público, que le aplaudió, que le esperó a la salida para abrazarle y él pudo sentir así el cariño que siempre le ha tenido la afición blanquivioleta.


Fue un homenaje entrañable, emotivo y raro. Antes de salir a calentar, Víctor ya se abrazó en el túnel de vestuarios con muchos de sus excompañeros, recuperadores físicos y hasta con el guarda de seguridad. Varias pancartas le daban las gracias y le recordaban "ésta es tu casa". Víctor, con el 21 de siempre a su espalda, pero en una camiseta de otro color. Abrazos por doquier: Jacobo, Pedro López, Rueda, Calle, Baraja, Torres Gómez... Incluso Alberto Marcos (ahora en el Huesca) y Borja (Getafe) viajaron para ver a su amigo.


Tras las fotos oficiales de ambos equipos, llegó el gran momento. El público se puso en pie y no paró de aplaudir a un gran jugador. Juntos a sus hijos, se acercó al medio del campo para recibir, de manos del presidente Carlos Suárez, la insignia de oro del club. Un víctor emocionado también aplaudió al público, que le aclamaba coreando su nombre. "Recibir este aplauso de toda esta gente con la que pase nueve años ha sido muy bonito y especial. Me quedo con el reconocimiento que no tuve en su día y ha sido algo muy bonito para recordar", decía después el jugador.


Su hijo, el pequeño Víctor, hizo el saque de honor, y al regresar, otro regalo. Allí le esperaban el delegado Paco Santamaría, el masajista Aramayo, el utilero Óscar Fernández y el encargado de las instalaciones, Jesús Navarro, que le entregaron una réplica del Conde Ansúrez y con ellos también se abrazó en medio de una nube de fotógrafos. Su mujer, Nuria, y su padre, también asistieron al homenaje a pie de campo, y al recoger a los niños para ir al palco, reconocía su mujer que "ha llorado un poquito".


Pero además de los aplausos, la afición pitó a Carlos Suárez cuando se marchó por el túnel de vestuarios, y lo volvió a hacer cuando al cambiar a Víctor en el minuto 38 del partido se oyó "Suárez dimisión". Cuando el marcador señaló el cambio que iba a hacer el Cartagena, el público volvió a gritar su nombre: "¡Víctor, Víctor!" y él también se volvió para aplaudir a la grada, para despedirse por fin de su público. "Hable con mi entrenador y sabia que para mí era importante recibir el cariño de la gente de aquí. Por eso ha sido el cambio antes de que terminara el partido y yo se lo agradezco al míster", afirmó. Misión cumplida.


Exequipo


Pero todavía le quedaba a Víctor hablar con la prensa vallisoletana."Ha sido complicado el partido por el rival, que es incómodo, que sabe a lo que juega, que tiene buenos jugadores y que está bien colocado. Pero tambien ha sido complicado para mí por lo que he vivido. Un partido con muchos sentimientos durante toda la semana, pero al final he podido disfrutar y ademas llevarnos los tres puntos", les decía a los periodistas. ¿Y cómo ve a su exequipo? "Es muy difícil ganar todos los partidos, la Segunda es complicada y ahora le toca al Valladolid, pero nos va a tocar a todos. Yo creo que tiene algo de ansiedad, le pesan los malos resultados fuera y esa necesidad de estar en zona de ascenso. Se está haciendo un buen trabajo y tienen buena plantilla. Lo que necesitan es tranquilidad y cuando se calmen las cosas seguro que salen los resultados", aseguró Víctor y añadía: "Me sorprendería mucho que se destituyera a Antonio Gómez, un técnico que está haciendo las cosas muy bien y no creo que sea esa solución. Gomez sabe mucho de fútbol y le queda mucho por demostrar aqui", concluyó.


Y a la salida, más aficionados (de ambos equipos) que le esperaban junto al autobús. Hacía un frío invernal, pero Víctor, sin cazadora, no parecía sentirlo, porque se paró a hacerse fotos con todos aquellos que se lo pidieron, abrazó a unas chicas que lloraban de la emoción, firmó autógrafos por doquier y recogió regalos que le hicieron como una cartulina morada con fotos suyas. Cuando ya se despidió de todos, se puso el abrigo, agarró de la mano a sus pequeños y se marchó con su familia andando. Atrás dejaba un campo donde jugó muchos partidos y un día para el recuerdo.