Los jugadores del Real Valladolid celebran un gol en Zorrilla. Foto: Photogenic.
Fútbol | Real Valladolid
Gloriosos guarismos
23 de Enero de 2012
El Real Valladolid se ha colocado, una vez completada la ida del campeonato con la victoria por 0-3 obtenida el pasado sábado ante el Guadalajara, en la segunda posición de la tabla clasificatoria a tres puntos del líder, el Deportivo de la Coruña. Puesto privilegiado. Ilusiones guarecidas por una armadura de hierro forjado.
Lo ha logrado gracias a su regularidad, a su apuesta balompédica inmutable y a su férreo blindaje, como así jalonan sus números, acomodados en bandeja de plata por el servicio de comunicación del club en su página web. Da gusto, como siempre.
Sólo ha encajado dos derrotas en lo que va de campeonato. El mejor conjunto en este aspecto de todo la Liga. Una muestra evidente de que los rivales han de maniobrar con milimétrica precisión para conseguir que el Real Valladolid bese la lona.
El Real Murcia en casa y Las Palmas en su feudo han sido los únicos cuadros que han doblegado al equipo que dirige Mirsolav Djukic, quien ha abogado desde el inicio por edificar un equipo que acuna la pelota y que en defensa se muestra contundente gracias a que desde el ariete al cancerbero todos corren, se vacían, en el mismo sentido.
La mayoría de los goles que reciben han sido circunstanciales, llegados tras extrañas coincidencias o a balón parado, pues es harto complicado que la línea Maginot blanco y violeta se descomponga pese a los contratiempos que ha sufrido.
Sobre todo en Zorrilla, donde el Real Valladolid oficia de receloso anfitrión. Únicamente los números del Deportivo de la Coruña son mejores cuando actúa como local. Así, ha ganado siete encuentros, ha empatado dos (Deportivo y Alcorcón) y ha perdido uno (Real Murcia) en los diez partidos que ha disputado en su coso por los once que ha jugado fuera. Por su parte, el bloque coruñés ha ganado nueve partidos en Riazor por un empate y una derrota.
No tan apabullantes son las estadísticas del Real Valladolid lejos de Zorrilla, aunque mejoran con creces a las de la pasada campaña. El equipo que comanda Djukic se abonó a la media inglesa, se convirtió en el rey del empate, a pesar de que en bastantes encuentros llegó a acariciar la victoria y perdió rentas que presagiaban triunfos y que, de haberlos conseguido, el equipo blanquivioleta podría incluso superar los números que acumulaba a estas alturas de la temporada el Valladolid del ascenso meteórico de Mendilibar (45 puntos por los 39 que posee el Real Valladolid de Djukic).
No obstante, en este inicio del 2012, la escuadra vallisoletana ha subido un peldaño. Ha desatornillado los grilletes que le impedían cosechar tres puntos a domicilio con dos contundentes victorias en sendos encuentros ante Sabadell y Guadalajara, las cuales le han establecido como el quinto mejor visitante de la categoría por detrás de Hércules, Elche, Celta y Murcia.
También es el quinto equipo en lo que a goles anotados se refiere (33). Las garras de los jugadores de ataque blanquivioleta están afiladas como la espada legendaria del Rey Arturo (Excalibur), no siendo Javi Guerra el único que las saca. El gol se reparte como un naipe en una partida de póquer.
Por contra, al atisbar la cifra de tantos encajados se desprende que el Real Valladolid es un acorazado Potemkin, un "panther" de la Segunda Guerra Mundial cuasi impenetrable a excepción de pequeños despistes en las jugadas a balón parado. Se ha agachado al fondo de las mallas en 18 ocasiones, el segundo que menos lo ha hecho por detrás del Hércules. Un bagaje que arroja una diferencia de goles de más quince que sólo superan Hércules y Celta de Vigo.
En definitiva, los guarismos del Real Valladolid vaticinan paseos gloriosos y homenajes multitudinarios si el equipo mantiene la mentalidad, ahuyenta cualquier ráfaga de relajación y se sobrepone estoicamente a contratiempos advenedizos.
El convencimiento del plantel es pleno, las ganas sublimes y la calidad innata. Sólo resta sostener la cadencia, no aflojar y pelear por la que es la auténtica tabla de salvación de esta legendaria entidad; el ascenso a dónde le corresponde estar. No será un trayecto fácil, llano como el estado anímico durante una semana azotada por la monotonía, pero como Frank Costello (Jack Nicholson) asegura en el tremendo filme de Martin Scorsese "Infiltrados": "Nadie te da nada, sólo tienes que agarrarlo". El Valladolid quiere agarrar, más bien abrazar y encadenarse al sueño de un retorno que se viene convirtiendo en una estimulante obligación. Un onírico objetivo que tiene adeptos por doquier dentro de un equipo del que Djukic ha conseguido que pugne por cada pulgada hasta obtener la gloria del salvaconducto.
¡Alea jact est!
Lo ha logrado gracias a su regularidad, a su apuesta balompédica inmutable y a su férreo blindaje, como así jalonan sus números, acomodados en bandeja de plata por el servicio de comunicación del club en su página web. Da gusto, como siempre.
Sólo ha encajado dos derrotas en lo que va de campeonato. El mejor conjunto en este aspecto de todo la Liga. Una muestra evidente de que los rivales han de maniobrar con milimétrica precisión para conseguir que el Real Valladolid bese la lona.
El Real Murcia en casa y Las Palmas en su feudo han sido los únicos cuadros que han doblegado al equipo que dirige Mirsolav Djukic, quien ha abogado desde el inicio por edificar un equipo que acuna la pelota y que en defensa se muestra contundente gracias a que desde el ariete al cancerbero todos corren, se vacían, en el mismo sentido.
La mayoría de los goles que reciben han sido circunstanciales, llegados tras extrañas coincidencias o a balón parado, pues es harto complicado que la línea Maginot blanco y violeta se descomponga pese a los contratiempos que ha sufrido.
Sobre todo en Zorrilla, donde el Real Valladolid oficia de receloso anfitrión. Únicamente los números del Deportivo de la Coruña son mejores cuando actúa como local. Así, ha ganado siete encuentros, ha empatado dos (Deportivo y Alcorcón) y ha perdido uno (Real Murcia) en los diez partidos que ha disputado en su coso por los once que ha jugado fuera. Por su parte, el bloque coruñés ha ganado nueve partidos en Riazor por un empate y una derrota.
No tan apabullantes son las estadísticas del Real Valladolid lejos de Zorrilla, aunque mejoran con creces a las de la pasada campaña. El equipo que comanda Djukic se abonó a la media inglesa, se convirtió en el rey del empate, a pesar de que en bastantes encuentros llegó a acariciar la victoria y perdió rentas que presagiaban triunfos y que, de haberlos conseguido, el equipo blanquivioleta podría incluso superar los números que acumulaba a estas alturas de la temporada el Valladolid del ascenso meteórico de Mendilibar (45 puntos por los 39 que posee el Real Valladolid de Djukic).
No obstante, en este inicio del 2012, la escuadra vallisoletana ha subido un peldaño. Ha desatornillado los grilletes que le impedían cosechar tres puntos a domicilio con dos contundentes victorias en sendos encuentros ante Sabadell y Guadalajara, las cuales le han establecido como el quinto mejor visitante de la categoría por detrás de Hércules, Elche, Celta y Murcia.
También es el quinto equipo en lo que a goles anotados se refiere (33). Las garras de los jugadores de ataque blanquivioleta están afiladas como la espada legendaria del Rey Arturo (Excalibur), no siendo Javi Guerra el único que las saca. El gol se reparte como un naipe en una partida de póquer.
Por contra, al atisbar la cifra de tantos encajados se desprende que el Real Valladolid es un acorazado Potemkin, un "panther" de la Segunda Guerra Mundial cuasi impenetrable a excepción de pequeños despistes en las jugadas a balón parado. Se ha agachado al fondo de las mallas en 18 ocasiones, el segundo que menos lo ha hecho por detrás del Hércules. Un bagaje que arroja una diferencia de goles de más quince que sólo superan Hércules y Celta de Vigo.
En definitiva, los guarismos del Real Valladolid vaticinan paseos gloriosos y homenajes multitudinarios si el equipo mantiene la mentalidad, ahuyenta cualquier ráfaga de relajación y se sobrepone estoicamente a contratiempos advenedizos.
El convencimiento del plantel es pleno, las ganas sublimes y la calidad innata. Sólo resta sostener la cadencia, no aflojar y pelear por la que es la auténtica tabla de salvación de esta legendaria entidad; el ascenso a dónde le corresponde estar. No será un trayecto fácil, llano como el estado anímico durante una semana azotada por la monotonía, pero como Frank Costello (Jack Nicholson) asegura en el tremendo filme de Martin Scorsese "Infiltrados": "Nadie te da nada, sólo tienes que agarrarlo". El Valladolid quiere agarrar, más bien abrazar y encadenarse al sueño de un retorno que se viene convirtiendo en una estimulante obligación. Un onírico objetivo que tiene adeptos por doquier dentro de un equipo del que Djukic ha conseguido que pugne por cada pulgada hasta obtener la gloria del salvaconducto.
¡Alea jact est!