Una carpa albergaba las dos copas en la Plaza Mayor.
Una carpa albergaba las dos copas en la Plaza Mayor.
Una carpa albergaba las dos copas en la Plaza Mayor.
Aficionados españoles disfrazados
Manolo el del Bombo anima antes de comenzar el partido
Fútbol  |  España-Lituania

El día que vi a la Selección en Salamanca

9 de Octubre de 2010

Me hubiera gustado que algún jugador de la Selección fuera vallisoletano, pero solo nos pilla un poco cerca el abulense Casillas, los salmantinos Arbeloa y el seleccionador Del Bosque y el ex jugador del Real Valladolid Aduriz. Me hubiera gustado que el partido contra Lituania se hubiera jugado en Zorilla para ver aquí la revolución que se ha organizado en Salamanca. Pero como no se cumplen ninguna de las dos cosas, tengo que escribir este reportaje en primera persona y titular algo así como "yo vi a la selección española campeona del mundo". Y es que sí, verles les ví, pero nada más. Porque lo que me hubiera gustado de verdad era ver a unos jugadores profesionales que hubieran tenido un gesto amable con la afición que les esperaba a las puertas del hotel durante tres horas.


Pero empezaré por el principio. A las 19 horas llegué a la puerta del hotel Doña Brigida, en la localidad de Villamayor, a las afueras de Salamanca. Ya habría más de 250 personas esperando junto a las vallas y el autobús del equipo. Muchos niños y muchas chicas, alguna camiseta roja y todos con la cámara en la mano buscando el mejor sitio. Algunos llevan allí desde las cinco, en una tarde que amenaza lluvia y hacía viento. Unos pocos tenian entradas para el partido, y otros se acercaron ayer al entrenamiento, pero para la mayoría, como yo, esa sería la única oportunidad de ver a la Campeona del Mundo tres meses después de haber ganado el título.


Lo único que anima la espera es dislumbrar entre cristales quién se acerca a la puerta, Iniesta, Hierro y Aduriz hacen un tímido acercamiento. Algunos comienzan a desanimarse: "A ver si van a salir por otra puerta", "Luego se irán corriendo al bus", mientras otros todavía mantienen la esperanza: "Yo con una foto de Sergio Ramos me vale". 


Salen y entran del hotel muchos "trajeados": la delegada del equipo, el vicepresidente de la Federación, el delegado federativo y ex presidente del Valencia, el conductor del autobús, uno de los fisioterapeutas... y los niños que han entrado anteriormente escoltados y suponemos que han tenido la inmensa suerte de haber cazado un autógrafo. Desde fuera se ve el reflejo de los flashes en el mismo hall del hotel, lo que hace que la gente se revolucione un poco más porque ya saben que los jugadores están "ahí mismo".


Sale El Mariquelo con su traje charro, su gaita y su tambor para amenizar la salida y, de repente, la numerosa seguridad pone unas cuerditas rojas creando un pasillo por donde pasarán los jugadores camino del autobús. "¡Qué barbaridad! ¡será para que no se pierdan!", dice la gente. Unos niños se acercan un poco más a la entrada y los guardias les echan diciendo "es que no quieren que se acerque nadie".


La salida de los jugadores


La gente comienza a enfadarse cuando el reloj marca las 20:10. Se abre la puerta y salen todos los jugadores seguidos, encabezados por Capdevilla y Sergio Ramos - con cascos en las orejas, igual que Piqué-. Gritos, fotos, aplausos, pero ellos ni se inmutan. Que yo viera, sólo Villa y Llorente hicieron un tímido gesto de levantar la mano para saludar. El último, Del Bosque, el que se lleva la mayor ovación. Todo pasa en apenas dos minutos. La gente se va corriendo por donde tiene que salir el autobús, pero éste va sin luz interior, con lo que tampoco se les distingue.


Triste y enfadada me voy a las inmediaciones del estadio. Falta más de una hora y ya hay muchos coches aparcados cerca y riadas de gente andando como si fueran en peregrinación. Son los afortunados que consiguieron una de las 8.000 entadas que se pusieron a la venta y que se agotaron en dos horas. Decido que veré el partido en la pantalla que han colocado en la Plaza Mayor de Salamanca. Una cola inmensa me indica la carpa que alberga la Copa del Mundo y el trofeo de la Eurocopa. Mucha gente se acerca a la salida de la carpa, porque se pueden ver de lejos. "Es que yo no no hago cola toda la tarde solo para verla más de cerca", dice una chica, pero las más de 20.000 personas que ya se han hecho una foto con ella entre ayer y hoy no piensan lo mismo.


Faltan 20 minutos para que empiece el encuentro y en la pantalla salen imágenes de la final del Mundial y de la celebración en Madrid en julio. Un animador habla por megafonía mientras se escucha la canción de Bisbal. En una de las carpas reparten pósters con la foto de los campeones y en otra venden ropa oficial de la Roja. La gente se hace fotos y agita sus aplaudidores rojos y amarillos. 22:00 horas. Suena el himno de España, la Plaza Mayor aplaude y se oye el pitido inicial.


Dos horas después, hago un nuevo intento y me acerco otra vez al estadio para ver la salida de los jugadores. El autobús está todavía en el parking y mucha gente esperando. Los niños chillan los nombres, pero ninguno saluda. Sólo Silva, Borja Valero y Cazorla se acercan a firmar autógrafos y a hacerse fotos. "¡Eres el mejor, el único que ha venido!", le dice un padre a Silva. Será porque es la una de la madrugada y comienza a llover. Diez minutos después, el bus se marcha con las estrellas dentro. Así fue la tarde-noche en la que vi a la Selección en Salamanca.