Aficionados del Valladolid, horas antes del partido
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Aficionados del Valladolid, horas antes del partido
Fútbol  |  La afición en Vallecas

De la ilusión a la decepción blanquivioleta

7 de Noviembre de 2010
Imagen de itorres
Escrito por
Iñigo Torres

Alejandro Fernández


Como ya pasó hace dos semanas frente al Girona, el Real Valladolid vuelve a perder a domicilio sin lograr marcar un sólo gol. La ilusión y alegría de los aficionados se vino abajo con el primer gol “rayista”, y las cosas cada vez se ponían peor.


En tres autobuses fletados desde Valladolid, la “ola morada” llegó a Vallecas a la una del mediodía cargada de buenas sensaciones. Desde el primer momento se hicieron notar. Cánticos, banderas y bufandas blanquivioletas eran sus señas de identidad.


Poco a poco, el gran tumulto de aficionados del Real Valladolid se fue dispersando por los bares cercanos al Estadio Teresa Rivero, en busca de algo que comer y, sobre todo, que beber. En todos los bares de la Avenida de la Albufera a la altura del estadio había vallisoletanos “calentando” para el partido y cerveza por doquier. “Vamos a ganar 1 a 3”, comentaba uno de los integrantes de la peña “Piratas del Pucela” sin saber lo que les venía encima.


A medida que se acercaba la hora del partido, aparecían más seguidores vallisoletanos que venían desde la capital castellano y leonesa en sus propios coches. A la llegada del equipo dirigido por Antonio Gómez al Teresa Rivero, una treintena de aficionados les esperaban con sus bufandas y sus cánticos. Poco antes de abrirse el acceso al estadio, la afición se agolpaba en la puerta 19 y en el bar situado justo enfrente. Con toda la ilusión posible, entraron al estadio a partir de las cinco de la tarde, ocuparon sus asientos y comenzaron a animar, antes incluso de que los jugadores saltaran al campo para calentar.


De la alegría, a la decepción


Los aficionados vallisoletanos comenzaron a animar desde que entraron al estadio y no lo dejaron de hacer hasta que llegó el mazazo del primer gol en un regalo del conjunto morado. A partir de ese momento no volvió a ser lo mismo. Su ilusión se convirtió en temor, un miedo que apenas les dejaba animar. Y cuando lo intentaban, el equipo no les acompañaba con su juego. Con el segundo gol, el temor dio paso a la decepción y con el tercero, alguno comentaba a la salida que “le habían dado ganas de irse”. A pesar del mal resultado, la gran mayoría de los hinchas aguantaron hasta el pitido final.


Una vez acabado el partido, el morado y blanco de las camisetas de los aficionados vallisoletanos se convirtió rápidamente en rojo y blanco de los asientos de la grada rayista. Los seguidores, cansados, tristes y descontentos ponían rumbo a Valladolid mientras intentaban encajar la derrota.


Aficiones hermanas


Hay que destacar que, durante todo el partido, la actitud de los seguidores de ambos conjuntos fue más que correcta. Los vallisoletanos fueron bien recibidos por los locales y en ningún momento se produjeron enfrentamientos tanto dentro como fuera del campo. El hermanamiento se hizo notar incluso por megafonía, recordándoles que son bienvenidos en el estadio de Vallecas.