Criminales, toros y el capricho de un autónomo
Eso, al fin y al cabo, fue en lo que se convirtió el partido (2-0). El Valladolid dominó al Alcoyano como un torero que se arrima sólo a ratos en una tarde agitada por el temporal. Ventolera fresca. Silbidos de otoño tras una llovizna "empapa bobos" que bañó el césped de Zorrilla a setenta minutos de que se iniciase el mustio festejo. Como no, hora de clarines, trompetas y tambores. De pasodoble.
En los alrededores y en las gradas, el publico transitaba "mayormente cabreado" por "un horario criminal", según exhortó de primeras Miguel García, un aficionado que, a cuarenta y cinco minutos del partido y en unos aledaños un tanto inhóspitos, consideró que los responsables de la programación de este Real Valladolid-CD Alcoyano (martes, 18,00 horas) se han "pasado siete pueblos". Respuesta de un seguidor en paro que no es socio, pero que rinde visita a Zorrilla con su hijo, de unos seis años, siempre que puede.
Reconoció que le hubiese gustado una huelga de aficionados para protestar ante tamaño atropello permitido por clubes y Liga de Fútbol Profesional. Una reivindicación que pudiera servir, ¿o no?, para que dislates de esta cochambrosa estirpe se extinguiesen. No obstante, admitió que esto, precisamente, es más complicado que llenar Zorrilla (no con esas palabras) en Segunda.
Pudiera ser difícil poner de acuerdo a tanta gente para exhibir su descontento. Los únicos que lo consiguieron fueron los miembros de Ultra Violetas, ya que descubrieron su zona; un anfiteatro vacío en el que únicamente reposaban dos pancartas que rezaban "Mediapro, culpable", "LFP, cómplices".
Destinatarios de un enojo que no es flor de un día. Germinó en la pasada campaña y ha florecido semanas atrás, cuando la LFP (no dan ni una últimamente) alumbró este maltrato al espectador.
Que se lo digan a Pilar García, dueña de uno de los puestos de pipas cercanos a la puerta de Los Anexos, donde viene examinando como los horarios están afectando a la marcha de su humilde pero necesario negocio desde que se inauguró el, por aquel entonces nuevo, estadio José Zorrilla (1982). "¿Cómo lo ve?. -Muy pero que, muyyy mal"-, sentenció con brevedad mientras Miguel Ángel San José, un ex abonado que regresaba a Zorrilla en partido oficial desde que el equipo descendió exclamaba de pasada: ¡Es la hora de los toros!.
Volvía al campo en partido de Liga acompañado por su hija adolescente. Llevaba mucho tiempo sin hacerlo, pero este martes 25 llevaba tiempo marcado en el calendario. Un gesto, un autógrafo de Alberto Bueno merecía la pena. Tanto como para coger la tarde libre y perder unos bien hallados euros. El capricho de un autónomo desencantado.
Aflojó. Vivió en Barcelona la amargura del descenso... Camp Nou; última jornada. El FC Barcelona gana la liga después de doblegar al Real Valladolid por 4-0... Un relato decepcionante para un 16 de mayo del 2010.
Ilusiones rotas que, quién sabe, puedan haber brotado de nuevo en este otoñal martes 25 de octubre de 2011 tras ver cómo el Real Valladolid derrotaba al Alcoyano. Previamente, se debatía incesantemente sobre más cuestiones que las deportivas. "Los clubes están pillados por los huevos. ¿Quién va a ver el partido en ppv?. Los cuatro jubilados o los siete agricultores de mi pueblo que no han podido trabajar por el tiempo?. Han de darse cuenta de que, al final, el fútbol vive del aficionado", razonó Miguel Ángel San José, también consternado por que Alberto Bueno, el jugador favorito de su hija, no saliese de la partida. "Lo acaba de decir Juan Carlos Amón, de la Cope. Lo de las radios también es de traca...", prosiguió la charla.
Pero ya lo admitió Djukic cuando se supo de esta problemática. La pela es la pela, el euro es el euro y el dólar es el dólar. Priman los intereses y el aficionado no cuenta para los poderosos, los que mandan, en este caso en el balompié o deporte que algunos llaman "fúrbor".
Así lo expresó Carlos González, un visitante bilbaíno desplazado por temas laborales que acudía al estadio José Zorrilla de soslayo. "No es el mejor de los horarios, pero hay que adaptarse a las circunstancias. Las televisiones son las que mandan. Sin ellas, el fútbol es lo que es. La afición, por desgracia, sostiene una mínima parte del fútbol", expuso desde la resignación que supone conocer el fondo del tinglado.
Un negocio en el que se cometen disparates. El de este martes empujó al Real Valladolid a regalar alrededor de 3.000 entradas para compensar al abonado (cada uno pudo extraer dos a coste cero) y mantener el nivel de asistencia, para que, así, su primer equipo, los catorce jugadores que se vistieron de corto, notasen el mismo aliento de otros días. No hacía para menos en el primer partido de este duro invierno que se prevé en el "estadio de la Pulmonía". Sin embargo, al menos, viene convirtiéndose en un fortín.