
FOTOS Angel Becerra y Photogenic




Fútbol | El Valladolid es de Primera
Birras cortadas, "Marathon Man" y la bomba de King África
18 de Junio de 2012
Jugadores, cuerpo técnico y empleados que recibieron el reconocimiento de la ciudad, de sus calles, con una sonrisa de oreja a oreja y caras de haber dormido poco. Resaca de un ascenso con efecto Vicks Vaporub", pues ha aliviado y grapado la comisura de los labios a los mofletes de los protagonistas.
Media hora antes de que llegasen los jugadores, ya se agolpaban en la puerta de la residencia de jugadores docenas de aficionados. Desenfundaban sus cámaras y bolígrafos con viveza y, junto a ellos, se organizaba el cordón policial que iba a escoltar al equipo en su trayecto hasta la Plaza Mayor.
Poco a poco, los futbolistas fueron apareciendo. Algunos con sigilo, otros con un estridente reggeatton sonando a todo trapo en los estéreo de sus automóviles mientras un invitado especial aguardaba con impaciencia el momentazo que iba a suponer subirse a ese mismo autobús. Antonio Aragoneses atendía a los medios de comunicación, ante los que expresaba el entusiasmo y la ilusión que ese gesto suponía.
Unos diez redactores y otros tantos medios gráficos también entraron para retratar lo que allí aconteció, a ritmo trotón y con los primeros cánticos dedicados a Sisi, al que la hinchada clama con insistencia que aborte su marcha del club. Imposible. Primeros motetes que se intercalaban con algún "¡¡A Primera, Oe!!".
Con los jugadores posicionados en el piso descapotable, el autobús se puso en marcha. Lo hizo con un andar cansino para unos futbolistas que evidenciaban unas tremendas ganas de chanza o pitorreo y que encontraron en la zona de influencia de la prensa un escollo para el suministro de cerveza. Hubo algún lanzamiento mientras desde el fondo del autobús se vertían perlas como "El sábado que viene, Varela titular", "Jesús (Navarro) riega el campo, ale, ale", "Míster quién es Dani", "Manucho está malito", "No estamos todos, falta Saná",
Entonces, casi nadie se había percatado del espontáneo con alma de corredor de fondo. Portaba la elástica de Llorente y tenía una cadencia de zancada no demasiado esbelta pero sí efectiva, pues siguió al equipo durante todo el recorrido, para nada directo. Alguna vez hizo la goma pero aguantó el tipo de forma admirable, lo que desató los elogios y los vítores de unos futbolistas a los que se les abría la boca ante su despliegue. "Se está dando una pechada a correr". "¡¡Llorente, Llorente!!".
Cierto es que el autobús, sobre todo al comienzo, no iba muy rápido, pero cada vez se le ponía más difícil seguirle el paso. Los aficionados apostados en las aceras eran cada vez más y debía fajarse de ellos.
Eso sí, mejor se lo puso una parada espontánea para recoger al peculiar y achuchable King África, quien se subió al autobús con decisión y coraje. Una visita que animó aún más a los jugadores, máxime cuando se arrancó y gritó: "El Pucela es la booooooooooomba".
Y lo que no eran bombas pero sí hacía mucho ruido era la histeria, el delirio colectivo, que emanaba de las cerca de 30.000 personas que les esperaban en la Plaza Mayor. Instantes antes, alguno de los jugadores gritaba hacia el fondo: "Hacer las cuentas del póquer que ya estamos llegando".
El primero en bajarse fue Sisi, quien fue recibido por el alcalde, quien le propinó un caluroso abrazo justo una hora después de que se iniciase este loco paseo por la ciudad del equipo de la ciudad, Valladolid, Pucela, a la que ha devuelto a su sitio: la Primera. Precisamente, la marcha que, según un jugador, sólo empleó el conductor del autobús.
Media hora antes de que llegasen los jugadores, ya se agolpaban en la puerta de la residencia de jugadores docenas de aficionados. Desenfundaban sus cámaras y bolígrafos con viveza y, junto a ellos, se organizaba el cordón policial que iba a escoltar al equipo en su trayecto hasta la Plaza Mayor.
Poco a poco, los futbolistas fueron apareciendo. Algunos con sigilo, otros con un estridente reggeatton sonando a todo trapo en los estéreo de sus automóviles mientras un invitado especial aguardaba con impaciencia el momentazo que iba a suponer subirse a ese mismo autobús. Antonio Aragoneses atendía a los medios de comunicación, ante los que expresaba el entusiasmo y la ilusión que ese gesto suponía.
Unos diez redactores y otros tantos medios gráficos también entraron para retratar lo que allí aconteció, a ritmo trotón y con los primeros cánticos dedicados a Sisi, al que la hinchada clama con insistencia que aborte su marcha del club. Imposible. Primeros motetes que se intercalaban con algún "¡¡A Primera, Oe!!".
Con los jugadores posicionados en el piso descapotable, el autobús se puso en marcha. Lo hizo con un andar cansino para unos futbolistas que evidenciaban unas tremendas ganas de chanza o pitorreo y que encontraron en la zona de influencia de la prensa un escollo para el suministro de cerveza. Hubo algún lanzamiento mientras desde el fondo del autobús se vertían perlas como "El sábado que viene, Varela titular", "Jesús (Navarro) riega el campo, ale, ale", "Míster quién es Dani", "Manucho está malito", "No estamos todos, falta Saná",
Entonces, casi nadie se había percatado del espontáneo con alma de corredor de fondo. Portaba la elástica de Llorente y tenía una cadencia de zancada no demasiado esbelta pero sí efectiva, pues siguió al equipo durante todo el recorrido, para nada directo. Alguna vez hizo la goma pero aguantó el tipo de forma admirable, lo que desató los elogios y los vítores de unos futbolistas a los que se les abría la boca ante su despliegue. "Se está dando una pechada a correr". "¡¡Llorente, Llorente!!".
Cierto es que el autobús, sobre todo al comienzo, no iba muy rápido, pero cada vez se le ponía más difícil seguirle el paso. Los aficionados apostados en las aceras eran cada vez más y debía fajarse de ellos.
Eso sí, mejor se lo puso una parada espontánea para recoger al peculiar y achuchable King África, quien se subió al autobús con decisión y coraje. Una visita que animó aún más a los jugadores, máxime cuando se arrancó y gritó: "El Pucela es la booooooooooomba".
Y lo que no eran bombas pero sí hacía mucho ruido era la histeria, el delirio colectivo, que emanaba de las cerca de 30.000 personas que les esperaban en la Plaza Mayor. Instantes antes, alguno de los jugadores gritaba hacia el fondo: "Hacer las cuentas del póquer que ya estamos llegando".
El primero en bajarse fue Sisi, quien fue recibido por el alcalde, quien le propinó un caluroso abrazo justo una hora después de que se iniciase este loco paseo por la ciudad del equipo de la ciudad, Valladolid, Pucela, a la que ha devuelto a su sitio: la Primera. Precisamente, la marcha que, según un jugador, sólo empleó el conductor del autobús.