Fútbol | Crónica Real Sociedad-Real Valladolid
4-1: Donostiazo
16 de Marzo de 2013
Anoeta de fiesta, el Valladolid de siesta. No sale ni poner el "Real" a esta versión del equipo blanquivioleta, que fue una mala imitación de su mejor versión. Salió a esperar, sin desgastarse, y una balacera donostiarra a la media hora de juego le dejó sin opciones. A los pocos méritos de los de Djukic se sumó una Real contundente y duende. Enchufado y sobrio, el equipo de Montanier tuvo una efectividad de Champions.
La Real fue subiendo tonos con el paso de los minutos, hasta que llegó el primero. Decisivo por las formas y el momento del partido. Balón estancado en la frontal, Lluís Sastre amagó sin querer, no despejó, e Imanol Agirretxe asistió involuntariamente a Griezmann. El francés, solo porque Balenziaga ya miraba a campo contrario sin pensar en una pérdida de Sastre, batió con facilidad a Dani Hernández. Eso fue en el 33, y solo cinco minutos después Agirretxe encarriló el duelo para su equipo; fue en un centro desde la derecha con un Rukavina confiado en exceso. Al borde del descuento, Griezmann soltó la puñalada definitiva. Rueda y Sereno perdieron la espalda, el galo les ganó la carrera y bajó con magia el balón procedente de Zurutuza. 0-3 al descanso, suficiente para pensar en el futuro. Más que por el resultado, por unas sensaciones alejadas del meritorio Real Valladolid que ha conseguido estar tan lejos del descenso. Una lamentable -en el sentido de la tristeza- hecatombe en bloque.
Si la segunda parte ofrecía alguna esperanza de remontada, las sepultó Xabi Prieto nada mas comenzar el último acto. Fue una jugada tan perfecta como la definición del capitán de la Real. Djukic retiró a Ramá - estuvo tan mal como los otros diez- y dio entrada a Bueno. El equipo se oxigenó, pero no lo suficiente para cambiar el sino del encuentro. La posterior entrada de Guerra aumentó las prestaciones del Pucela, y con 4-0 empezó a parecerse más a su versión habitual. Engañoso y de poco consuelo, porque la Real Sociedad ya había cerrado el partido y bajado los brazos. Guerra aportó lo único que faltaba para corroborar esa mejora, el gol. Para olvidar el partido y recordar 35 puntos acumulados que invalidan cualquier posible negatividad.