4-0: Accidente en el mejor momento
De los errores se aprende y el fútbol no es una excepción para dicha máxima. Incluso son bienvenidos cuando llegan a tiempo de buscar una solución. Y a diez días de comenzar la Liga, el tropiezo no es para hacer saltar ninguna alarma. Sí para analizar y reflexionar qué debe mejorar. A simple vista, se percibe que faltan futbolistas, y sin ese elemento competitivo poco puede hacer un entrenador. A Djukic le faltan mínimo cuatro, posiblemente cinco y recomendablemente seis. Lo dice lo visto durante la primera parte.
Cuarenta y cinco minutos con un rival muy superior pese al voluntarioso once titular de Djukic. Un once del que el serbio solo cuenta para jugar en Primera con cinco o seis jugadores. Es decir, la mitad. Y son los que empezarían el banquillo si la BBVA arrancase al grito de ya. De la línea defensiva uno, Peña. Y de las bandas, es posible que ninguno. En Pacos de Ferreira el club incluso anunció que Omar Ramos sustituiría avanzado el primer acto al extremo derecho Rubén Peña. Djukic cambió de opinión y retiró a Javi Navas. A priori, toda una declaración de intenciones y mensaje al palco. Los canteranos cumplen, es innegable. Sufren, es evidente. Son jugadores que vienen de competir en Tercera División y que se miden a un rival de Primera. Y que se rodean de jugadores de Primera. De la noche a la mañana no es fácil. Ni tampoco para entrenar. Se percibió nada más arrancar la segunda parte. En seis minutos el partido estaba sentenciado. Dos goles de Caetano, disfrazado de jugador Champions, sentenciaron a un equipo que se había quedado en el vestuario. Eso entre los grandes no se perdona. Y Djukic lo sabe. Antes, en la primera parte, un gol muy parecido a los dos posteriores fue obra de Vìtor, el mejor de los lusos y que hasta se permitió el lujo de regatear a un impotente Dani Hernández. El debut de Omar Ramos, al que da gusto el simple hecho de verle con la blanquivioleta tras el culebrón sufrido por todos- en la última semana, dio para destellos de jugador tunante y de clase.
Cerca del minuto 60 se produjo el relevo en bloque. Como los corredores que en el estadio Olímpico de Londres se preparan en sus marcas para intentar cambiar el desaguisado que está produciendo su compañero en las pruebas de relevos, la banda se llenó de rabia. Detalle significativo que en Aveiro los preferidos por Djukic se retiraron pasada la media hora de la segunda parte. En Pacos de Ferreira, el 60 no iluminaba el electrónico. La situación cambió por completo. Velocidad, toque, dinamismo, disparos a puerta lo que no se había visto hasta el momento. Jugadores que miran y ya saben a quien tienen al lado. Que, a excepción de Ebert y Rukavina, ya se conocen y el entendimiento es evidente. El Real Valladolid entró en escena.
Pero cuando se vislumbraba que al menos se vería un gol blanquivioleta y que en esta crónica se podría contar una victoria parcial de los más habituales, llegó el fiel reflejo de que todo lo aquí escrito es la historia de un partido de pretemporada. Un saque de esquina, una indecisión de Rodri, un rebote, un balón muerto y el cuarto gol. Los ensayos son para que a la hora de la verdad todo salga bien. Y todavía se está a tiempo.