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Fútbol | Real Valladolid-Cartagena
2-1: Proeza y comunión
28 de Abril de 2012
Finalmente, esta tarde, el fútbol fue justo. El Real Valladolid dio una nueva lección de juego durante el primer período, pero su pólvora estaba mojada y su rival tuvo la suerte del que gana a la ruleta con el golazo estratosférico de Abraham Paz.
En el segundo período, Nauzet, de penalti, y Jofre, sellaron tres puntos que valen oro de cara a conseguir el objetivo en un nuevo alarde de casta y pundonor que engatusó completamente a una hinchada encantada con el derroche de sus jugadores.
Al principio, la única novedad en el once residía en la presencia de Sisi en el lateral derecho. El menudo y habilidoso extremo se desvirgaba en tareas defensivas para paliar la sanción de Balenziaga. Su predisposición, más que plena.
Comenzó el partido eléctrico. Con un Cartagena jugándose el pellejo y llevando su presión hasta el área local. Sin embargo, el Real Valladolid ya contó con una doble ocasión que calmaría definitivamente cualquier atisbo de impetuosidad murciana.
Óscar dirigió un contragolpe y dio una gran asistencia a Javi Guerra, cuyo disparo escorado fue repelido por el portero y enviado a un córner que casi remata a la red el propio Óscar, un faro que en los posteriores minutos siguió generando ocasiones que difuminaron la prisión visitante.
Un equipo que sufría a cada balón parado que botaba Nauzet y que no estaba encontrando la manera de taponar la salida de balón vallisoletana, mayoritariamente por el costado derecho, con Sisi cumpliendo y medrando por alcanzar la línea de fondo.
La posesión del balón por parte del Real Valladolid era obscena, aunque los medios centros y centrales murcianos habían aplicado su marca sobre Óscar y Javi Guerra, lo que sirvió para que el prominente caudal ofensivo de los primeros minutos del partido se fuese relajando.
Pero su paciencia no desfallece. Continúo tocando y moviéndose como un acordeón por todas las zonas de influencia del ataque. Si no es por un lado, es por el otro en su afán por hallar huecos por los que asestar su primer golpe.
Así, en el minuto 34, a punto estuvo de martillear a su oponente con el que hubiese sido un gol de plástica belleza. Una triangulación entre Guerra, Bueno y Óscar acabó con el salmantino fajándose de su oponente en medio metro y dentro del área, aunque cruzó más de la cuenta su toque.
El Real Valladolid era un puñal. Manejaba el partido a su antojo y llegaba con claridad a las inmediaciones murcianas. Así, desperdició otras dos claras ocasiones en los minutos posteriores. Primero un pase en profundidad de Bueno a Peña acabó en el corazón del área tras la asistencia atrás del lateral. Allí se encontraba Óscar, cuyo disparo atajó Reina. Su despeje cayó en las botas de Javi Guerra, quien volvería a toparse con el acierto del cancerbero.
A renglón seguido, Óscar volvería a quedarse sin mojar, primero con un remate de cabeza al palo y después con una chilena que sí entró pero que se le anuló...
Oportunidades que cayeron al limbo y que precedieron al mazazo justo antes de que se decretase el descanso. Abraham Paz, del Cartagena, marcó un golazo desde Parla que enmudeció por instantes Zorrilla. Un castigo severo para un equipo que tejía un juego armónico.
Tras el tiempo de asueto, el Real Valladolid saltó al terreno de juego volcánico. Aumentó el número de decibelios desde la grada en la misma medida que la verticalidad y la fogosidad del juego blanquivioleta. Unos anfiteatros que increparon las decisiones del juez de línea en dudosos fueras de juego.
Pero el necesitado gol no llegaba. Djukic buscó otras soluciones en Manucho y la primera que tuvo la enchufó, pero en posición ilegal, poniendo más a flor de piel los nervios del respetable. Sin embargo, su entrada causó más quebraderos de cabeza a la retaguardia del Cartagena y obró un penalti cometido por Goni. El defensor fue expulsado y Nauzet no falló la pena máxima a los 63 minutos de partido.
Lo más difícil estaba hecho y el Real Valladolid tenía tiempo de sobra para cerrar la remontada, a priori más fácil con un hombre más. No obstante, el Cartagena diseñó un campo de minas en el que se hacía muy complicado fluir.
Por ello, los obuses teledirigidos desde los costados empezaron a multiplicarse. Pocos eran rematados y el tic-tac minaba la precisión de los pases al mismo tiempo que restaba defensas a la zaga. El equipo estaba volcado y casi es sorprendido por el Cartagena en una triple ocasión de Braulio que fue abortada por Jaime, Víctor Pérez y Manucho. Le cayeron todos los rechazos, disparando el ritmo cardíaco de los presentes.
Susto que no descompuso al Real Valladolid que, finalmente, encontró el premio a su imperial dominio, pues Jofre, con un zurdazo desde la frontal imposible de abortar, dio la vuelta al marcador. Tanto obtenido a escasos cinco minutos del final que premiaba el esfuerzo infatigable y el buen trato del balón de un Real Valladolid que fue agasajado por el clamor de su afición, convencida de que este año, con gestas como la de hoy, se asciende a Primera.
En el segundo período, Nauzet, de penalti, y Jofre, sellaron tres puntos que valen oro de cara a conseguir el objetivo en un nuevo alarde de casta y pundonor que engatusó completamente a una hinchada encantada con el derroche de sus jugadores.
Al principio, la única novedad en el once residía en la presencia de Sisi en el lateral derecho. El menudo y habilidoso extremo se desvirgaba en tareas defensivas para paliar la sanción de Balenziaga. Su predisposición, más que plena.
Comenzó el partido eléctrico. Con un Cartagena jugándose el pellejo y llevando su presión hasta el área local. Sin embargo, el Real Valladolid ya contó con una doble ocasión que calmaría definitivamente cualquier atisbo de impetuosidad murciana.
Óscar dirigió un contragolpe y dio una gran asistencia a Javi Guerra, cuyo disparo escorado fue repelido por el portero y enviado a un córner que casi remata a la red el propio Óscar, un faro que en los posteriores minutos siguió generando ocasiones que difuminaron la prisión visitante.
Un equipo que sufría a cada balón parado que botaba Nauzet y que no estaba encontrando la manera de taponar la salida de balón vallisoletana, mayoritariamente por el costado derecho, con Sisi cumpliendo y medrando por alcanzar la línea de fondo.
La posesión del balón por parte del Real Valladolid era obscena, aunque los medios centros y centrales murcianos habían aplicado su marca sobre Óscar y Javi Guerra, lo que sirvió para que el prominente caudal ofensivo de los primeros minutos del partido se fuese relajando.
Pero su paciencia no desfallece. Continúo tocando y moviéndose como un acordeón por todas las zonas de influencia del ataque. Si no es por un lado, es por el otro en su afán por hallar huecos por los que asestar su primer golpe.
Así, en el minuto 34, a punto estuvo de martillear a su oponente con el que hubiese sido un gol de plástica belleza. Una triangulación entre Guerra, Bueno y Óscar acabó con el salmantino fajándose de su oponente en medio metro y dentro del área, aunque cruzó más de la cuenta su toque.
El Real Valladolid era un puñal. Manejaba el partido a su antojo y llegaba con claridad a las inmediaciones murcianas. Así, desperdició otras dos claras ocasiones en los minutos posteriores. Primero un pase en profundidad de Bueno a Peña acabó en el corazón del área tras la asistencia atrás del lateral. Allí se encontraba Óscar, cuyo disparo atajó Reina. Su despeje cayó en las botas de Javi Guerra, quien volvería a toparse con el acierto del cancerbero.
A renglón seguido, Óscar volvería a quedarse sin mojar, primero con un remate de cabeza al palo y después con una chilena que sí entró pero que se le anuló...
Oportunidades que cayeron al limbo y que precedieron al mazazo justo antes de que se decretase el descanso. Abraham Paz, del Cartagena, marcó un golazo desde Parla que enmudeció por instantes Zorrilla. Un castigo severo para un equipo que tejía un juego armónico.
Tras el tiempo de asueto, el Real Valladolid saltó al terreno de juego volcánico. Aumentó el número de decibelios desde la grada en la misma medida que la verticalidad y la fogosidad del juego blanquivioleta. Unos anfiteatros que increparon las decisiones del juez de línea en dudosos fueras de juego.
Pero el necesitado gol no llegaba. Djukic buscó otras soluciones en Manucho y la primera que tuvo la enchufó, pero en posición ilegal, poniendo más a flor de piel los nervios del respetable. Sin embargo, su entrada causó más quebraderos de cabeza a la retaguardia del Cartagena y obró un penalti cometido por Goni. El defensor fue expulsado y Nauzet no falló la pena máxima a los 63 minutos de partido.
Lo más difícil estaba hecho y el Real Valladolid tenía tiempo de sobra para cerrar la remontada, a priori más fácil con un hombre más. No obstante, el Cartagena diseñó un campo de minas en el que se hacía muy complicado fluir.
Por ello, los obuses teledirigidos desde los costados empezaron a multiplicarse. Pocos eran rematados y el tic-tac minaba la precisión de los pases al mismo tiempo que restaba defensas a la zaga. El equipo estaba volcado y casi es sorprendido por el Cartagena en una triple ocasión de Braulio que fue abortada por Jaime, Víctor Pérez y Manucho. Le cayeron todos los rechazos, disparando el ritmo cardíaco de los presentes.
Susto que no descompuso al Real Valladolid que, finalmente, encontró el premio a su imperial dominio, pues Jofre, con un zurdazo desde la frontal imposible de abortar, dio la vuelta al marcador. Tanto obtenido a escasos cinco minutos del final que premiaba el esfuerzo infatigable y el buen trato del balón de un Real Valladolid que fue agasajado por el clamor de su afición, convencida de que este año, con gestas como la de hoy, se asciende a Primera.