Manucho celebra el primer tanto de su equipo. FOTOS Photogenic
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Fútbol  |  Real Valladolid - Villarreal B

2-1: Manucho castiga la endeblez amarilla

19 de Noviembre de 2011

No obstante, el equipo suma y sigue. Alejó en el mejor momento posible diminutos fantasmas y alargó su casi inmaculada racha de triunfos en la fortaleza de Zorrilla. Eso sí, especuló demasiado en los minutos finales y encajó un irrisorio gol en propia puerta que pudo haber complicado aún más el triunfo.

Al principio se vislumbraron dos propuestas cuasi idénticas que partían bajo una incipiente y molesta llovizna. Dos equipos que querían jugar el balón y que presionaban la salida. Con más energía lo hacía el Villarreal B, que encimaba con coordinación y empuje.

Tampoco le dolían prendas a la hora de sacar el balón, pues lo hacía con criterio y buscando las cosquillas de la retaguardia. Más bien la espalda, ya que en una de estas Iriome se encontró con un balón centrado desde la banda que remachó alto desde las tripas del área.

Una ocasión que cambió el rictus mustio de los blanquivioletas, quienes empezaron a animarse. Primeros sorbos de clarividencia que se convirtieron en un dulzón trago con el gol de Manucho.

Un caramelo-córner botado por Nauzet fue cabeceado por el angoleño al fondo de las mallas. Un testarazo poco ortodoxo mediante el que picó el esférico y logró el agasajo, el delirio colectivo de la grada a los trece minutos de juego.

A partir de ahí el Real Valladolid mejoró y asumió el papel que se le presuponía desde el inicio. La caracterización de dominador, que no de matador, pues la pólvora se estaba humedeciendo. Manucho era todo pundonor, pero vivía amargado por un juez de línea que le había cogido manía. Un resorte en el brazo que exasperó a jugadores y respetable.

Mientras, Nauzet estaba fino desde el costado, como Sisi, vibrante y bravío. No así Óscar, quien se empeñaba en no facilitar la salida de los medios centro y se encajonaba demasiado en la posición de segundo delantero. Pese a ello, el equipo de Djuckic maniató a su adversario con solvencia.

Avasallaba desde todos los frentes. Asediaba, en parte gracias a la candidez, la blandura en las facetas defensivas de un Villarreal B que se encomendaba a los balones a la espalda de una sólida zaga blanquivioleta.

Bajo estos condicionantes el Real Valladolid dispuso de varias ocasiones. Dos de ellas clarísimas. La primera la acaparó Óscar, quien remató un medido centro tras una espléndida jugada colectiva. Éste se le encontró el portero del filial castellonense, Mariño, quien se hallaba correctamente situado. Su rechazo cayó en las botas de Óscar, pero el media punta no acertó a fusilar entre la maraña de piernas amarillas.

Una ocasión que precedió a la que desperdició Nauzet minutos más tarde. Mandó alto un pase desde la izquierda bien servido por Peña (milimétrico en la tarde de hoy). Oportunidades al limbo que dieron paso a unos instantes de atonía. El Valladolid no conseguía darle la puntilla al duelo y soslayaba la tensión y la incertidumbre para el segundo período.

Un segundo tiempo que comenzó con el susto metido en el cuerpo de los ocho mil espectadores presentes en los vomitorios de Zorrilla.  El dribling de Iriome secó a Peña y su centro a punto estuvo de cabecearlo Pere.

Planeaban imágenes del pasado. De empates con sabor a derrota. No en vano, la impetuosidad amarilla comenzó a evaporarse con el paso de los minutos. Obviamente, de ello se sirvieron los hercúleos futbolistas de Djukic para gustarse con el balón en sus botas.

Les faltaba cambio de ritmo. Un gancho de derechas más devastador con el que hundir más al "minisubmarino amarillo" y cerrar definitivamente el partido. No lo encontró y el duelo se hacía a cada instante más plomizo.

Al Villarreal le duraba el esférico tanto como a un eyaculador precoz la efervescencia amorosa. No daba miedo y el Real Valladolid estaba cómodo. Tanto que se mascaba el segundo tanto de Manucho...

Y este llegó en una buena jugada surgida desde la media punta que pasó a ocupar Sisi con la entrada de Marquitos por Óscar. El balón llegó a Peña que la puso de primeras y por el piso, con lo que el angoleño sólo tuvo que empujar el balón dentro de la portería para, ahora sí, sellar la contienda y asegurar los tres puntos a falta de unos quince minutos para la conclusión del partido.

Entonces, el Valladolid dio un paso atrás y concedió quizás demasiadas facilidades a un Villarreal B que se encontró con un gol en propia puerta (suscitó chascarrillos) de Rueda en el tiempo de descuento. Epílogo de un choque en el que el Real Valladolid se topó con un cándido contrincante, con la quinta amarilla de Nafti (acarrea suspensión) y el susto en el cuerpo por la brutal entrada de Mariño a Sisi, la cual le obligó a ser sustituido por una herida en la barbilla.

FICHA TÉCNICA:

2 - REAL VALLADOLID: Jaime; Balenziaga, Peña, Rueda, Marc Valiente; Nauzet, Nafti (Baraja, min. 58), Víctor Pérez, Sisi (Jofre, min. 82), Óscar (Marquitos, min. 72) y Manucho.

1 - VILLARREAL B: Mariño; Pere, Carlos Tomás, Kiko, Jaume Costa; Marcos Gullón, Toribio, Pedro Vázquez (Lucas, min. 61), Castellani (Llorente, min. 83); Airam (Gerard, min. 70) e Iriome

GOLES: 1-0: Min. 14, Manucho. 2-0: Min 75, Manucho. 2-1: Min 93, Rueda en propia meta.

ÁRBITRO: Arcediano Monescillo (C. Castellano-Manchego). Amonestó a Rueda, Baraja, Nafti, Pere, Kiko, Castellani, Mariño y Costa,

INCIDENCIAS: Estadio José Zorrilla, 8.000 espectadores.