Oscar persigue a un jugador del Málaga. FOTO eldesmarquemalaga.es
Oscar persigue a un jugador del Málaga. FOTO eldesmarquemalaga.es
Oscar persigue a un jugador del Málaga. FOTO eldesmarquemalaga.es
Fútbol  |  Málaga-Real Valladolid

2-1: La resiliencia vence a la resistencia

20 de Octubre de 2012
Escrito por
Antonio Aragón
La resiliencia, la capacidad humana para asumir con flexibilidad situaciones límite y sobreponerse a ellas, la puso el Málaga, que doblegó, sobre la bocina, la resistencia vallisoletana...

El gol de Manucho a los siete minutos de partido no fue suficiente como para haber extraído petróleo de un campo en el que sólo ha puntuado, hasta la fecha, el Mallorca de Joaquín Caparrós. Los de Djukic lo intentaron con artes que el propio serbio no tenía claro que fuesen a ser válidas en la previa. Y así fue, desgraciadamente, ya que no sirvieron para regresar con algo más que boquerones, pese a que se estuvo cerca.

El Real Valladolid jamás tuvo la posesión. Cierto es que en momentos esporádicos del choque se desmelanaba y era capaz de atosigar la meta defendida por Willy Caballero, pero la capacidad de este Málaga de Pellegrini para no enloquecer, para no desquiciarse ante la negativa al premio, acabó por regalarle los tres puntos. Merecidos por su apuesta e innegables cualidades.

Isco devolvió las tablas al marcador a ocho minutos del tiempo de asueto y Joaquín se redimió del fallo de un penalti con la misma sangre fría que los asesinos de la obra cumbre de Truman Capote. Lo logró cuando restaban cuatro minutos de partido más el descuento (otros cuatro) y el conjunto vallisoletano se encontraba con un hombre menos por expulsión

Un choque al que le precedió una sorpresa mayúscula en un puesto que rara vez suele zarandearse. Djukic demostró que no le tiembla el pulso y alineó al recién aterrizado de su concentración con Venezuela Dani Hernández. Ocupó la puerta en detrimento de Jaime y debutó en Primera después de haber trotado por todas las categorías del fútbol español.

El resto, lo supuesto de antemano dadas las probaturas de estas dos semanas de parón. Omar regresó al extremo izquierdo y Manucho se sostuvo en la lanza de ataque para un encuentro que se antojaba, también de primeras, harto complicado.

Se rendía visita a un Málaga definido por el trato curtido, hilvanado con tiento y profundo desde el interior. Un equipo "pret a porter" merced al florido momento de juego que atraviesa y los buenos resultados con los que está desfilando por el escaparate de la Liga de Campeones.

Hizo honor a su nuevo estatus desde el principio, aunque con escasa movilidad de sus hombres de ataque. Entretanto, el Real Valladolid, mostró sus cartas. Definió bien sus líneas y su presión en medio del campo, desde donde sembrar una contención armónica, sincronizada.

En ataque, el plan era sencillo. Balones verticales a Manucho, el amortiguador, para que los cediese y la segunda línea compuesta por Óscar, Omar y Ebert hiciese de las suyas. Y vaya que si lo hicieron, pues a los siete minutos de juego, en la primera oportunidad que el Real Valladolid tuvo de dar dos pases seguidos, golpeó con el primer gol del envite.

 Omar se adentró en la zona interior, pedaleo, tiró de bicicleta y sentó a dos adversarios. Su disparo tras pisar el área golpeó en un defensor y el rechazó cayó en las botas de Ebert, que también probó fortuna, generando un nuevo despeje de la pasiva retaguardia malagueña. Éste aterrizó en los pies de Manucho. No se lo pensó y, con virulencia, raso y por el centro, batió a Caballero. El Doctor Jeckyll prolongaba su alucinante (cuasi alucinógeno) romance con el gol.

Tanto que puso un martilleo en las rodillas de los jugadores del Málaga, que comprobaban como las segundas jugadas del Real Valladolid les hacían mucho daño. Ebert probó fortuna con un disparo desde la frontal y otra buena cesión, a los veinte minutos de juego, de Manucho, dio el salvoconducto a Rukavina para zambullirse en el área desde el perfil derecho y que su disparo susurrase al poste contrario.

Mientras tanto, el Málaga tocaba y tocaba. Se empecinaba en entrar por el centro, pero conseguía desgastar las piernas de los blanquivioleta, incapaces de sacar el balón jugado dada la generosa y numerosa presión blanquiazul. Pisaba también los extremos y la zaga blanquivioleta se iba encajonando.

Tanto que en un desdoblamiento de Eliseu en el minuto 37 valió para que Isco se encontrase solo en la frontal del área, dentro de la misma. Recibió la asistencia del lateral y, tras acomodarse de forma sibilina el esférico, lo ajustó a la cepa sin que Dani Hernández pudiera hacer otra cosa que la estatua. Los defensores que tenía delante le tapaban bastante.

Gol que puso la puntilla al primer tiempo. En la reanudación, el Real Valladolid intentó presionar un poco más pero el fuelle poco le duró mientras el Málaga seguía aporreando a los defensores vallisoletanos con su fútbol de toque.

Isco soltó otro latigazo que rozó Dani Hernández para enviar a córner en el 62 y Balenziaga, seis minutos más tarde, despejó al deslizarse por el suelo un remate secó y claro en el corazón del área de Joaquín. Algunos cantaron el gol antes de tiempo.

Ocasiones que hacían presagiar el fatal desenlace. Máxime con la expulsión de Manucho en el 79 por doble amarilla. Mr. Hide es muy grande y a veces no controla su envergadura...

Tampoco controló su carrera Sereno, quien arrolló a un pícaro Saviola en el 83 dentro del área. El trencilla decretó un penalti dudoso pese a que hay contacto que Joaquín envió alto, aliviando a los vallisoletanos, que aún mascullaban el dulce sabor de un punto.

Ensoñación que se esfumó. En el minuto 86, otro remate a boca jarro de Joaquín lo despejó Dani Hernández justamente donde seguía el extremo. Pisó el balón con la planta y con templanza de torero batió al cancerbero, dilapidando así las esperanzas del conjunto vallisoletano, el cual ha de quedarse con la notable sensación de entereza ante un equipazo y la mordiente de su plan B.