1-3: Primer tortazo
Djukic sorprendió con varios cambios en el once. En primer lugar, se "cargó" a Tekio para poner al también canterano Mongil en el lateral diestro. Una modificación alevosa del serbio, como la de incluir a Nafti en el lugar de Jorge Alonso y el hecho de sacar a Sisi del once titular para dar cabida al goleador Javi Guerra.
Con todo esto, el Real Valladolid apostó desde el principio por jugar el esférico por todo el ancho del campo y sacarlo desde su propia portería para desquitarse de la presión astuta del Real Murcia.
Lo consiguió en el minuto dos hasta alcanzar el balcón del área, donde Alberto Bueno forzó la estirada del guardameta pimentonero Alberto con un disparo potente y tras una veintena de pases. Sin embargo, el Valladolid empezaba a arriesgar demasiado en cada pase y no mostraba la intensidad de un púgil descarado y hambriento.
De lo que se sirvió un equipo famélico en cuanto a puntuación. Le bastó poco para dejar en paños menores a los de Djukic, a su agresividad y su capacidad para la contención, nula en la tarde de hoy. Dos sustos y llegó el primero de la soleada tarde en medio de la galbana generalizada blanquivioleta. Córner, bloqueo y Javi Baraja que introduce el balón en su propia portería. Habían transcurrido seis minutos de partido.
Un tortazo en la cara del ritmo trotón del Real Valladolid. Inesperado antes de la contienda. Tanto como que te saquen un trío de ochos cuando llevas dos ases de mano. Se veía venir, pues el conjunto vallisoletano no tenía ni contundencia, ni intensidad, ni ofrecimiento generoso... Pasividad que se hizo más irritante cuando el Murcia anotó el segundo.
Nauzet sufre un caño y ni se "enfada" para perseguir al burlador. Éste cuelga el balón al costado contrario donde se internaba Richi mientras la zaga y Jaime, lentos como un seiscientos, reclaman el "offside". El ariete del Murcia dribla al arquero y marca a placer ante la mirada atónita del equipo y del respetable.
Un resultado justo a los quince minutos de juego que propició que el Murcia, que se frotaba las manos con el tremebundo y sabroso botín, diese un paso para atrás. O quizás dos, pues su presión dejó de ser tan adelantada y equilibrada, lo que contribuyó a que el Valladolid acumulase posesión y hombres cerca de su área.
Tocaba apelar a la épica. A una gesta homérica, aunque parecía que no iba a producirse. Al menos antes de que concluyese el primer período, pues los hombres de Djukic, pese a que acaparaban el esférico, lo sobaban con escaso criterio y, en ocasiones con apatía. No había velocidad, no había profundidad, no había desborde y las ocasiones llegaron con cuentagotas y más por calidad que por clarividencia. Alberto, cancerbero del Murcia, desbarató dos disparos, el primero de Guerra y el segundo de Bueno, en las que fueron las dos únicas llegadas que desplegaron una señal amarilla de "danger" sobre el travesaño murciano.
Mientras tanto, el Murcia se defendía como un titán. Con colocación y proximidad obligaba a los hombres de Djukic a devanarse los sesos para encontrar la vía del gol. Ellos lo tenían más fácil, dado que con la cantidad de espacios que se dejaba a la espalda de los centrales no era complicado que sacasen más petróleo u oro negro con algún contragolpe. Isaac estuvo a punto, pero su vaselina en el uno para uno con Jaime no cogió puerta por el pelo de un bigote en las postrimerías de los primeros cuarenta y cinco minutos.
Tras el tiempo de asueto, Djukic movió ficha. Dio entrada a Jofre y Víctor Pérez por Nafti y Óscar con el objetivo de implementar sobre el verde una dosis extra de desparpajo. Lo logró, ya que el Real Valladolid adquirió la verticalidad que le faltaba, aunque quizás cundía la precipitación menos beneficiosa.
La presencia en el área murciana era continua, con Jofre y Nauzet bien abiertos a los costados y Bueno y Guerra rematando absolutamente todo, pero con la mirilla desviada. El gol estaba al caer, máxime cuando Pedro vio la roja y el criticado árbitro Amoedo Chas decretó la pena máxima por una mano dentro del área de Jorge. Sin embargo, Alberto Bueno erró el penalti a los veinte minutos de juego de la segunda parte.
Más leña al fuego de los infortunios. El "Karma" se rebelaba con los blanquivioleta, privándoles de la fe en la remontada cuando más se lo merecían. Las sirenas eran más y más estridentes cuando la lucha contra el crono se hacía más encarnizada.
El Real Valladolid acosaba, pero se estrellaba cada vez con mayor frustración en el blindado muro que había levantado el Murcia en la frontal del área. Hasta que apareció el "killer" del Valladolid, Javi Guerra, a cinco minutos del final. Amortiguó un balón colgado desde la izquierda y fusiló a Alberto (1-2).
Un poco de esperanza para las últimos compases. Esperanza asesinada con el tercero del Murcia, obra de Iturra, quien cazó un balón en el medio del campo y avanzó sin oposición hacia Jaime, al que batió por el palo corto. Una jugada en la que acabó expulsado Jesús Rueda por doble amarilla en su intento por frenar al jugador murciano y que propició que un gran número de aficionados abandonasen Zorrilla hastiados por el esperpento en el que se había convertido este duelo desde que Amoedo Chas decretó su inicio.
FICHA TÉCNICA:
1 - REAL VALLADOLID: Jaime; Mongil, Juanito, Rueda, Peña; Nauzet (Sisi, min. 69), Baraja, Nafti (Jofre, min. 46), Óscar (Víctor Pérez, min. 46), Bueno y Guerra.
3 - REAL MURCIA: Alberto; Oriol, Jorge, Iván Amaya, Óscar Sánchez; Aguilera, Iturra, Marin (Molinero, min. 79), Richi (Sutil, min. 69), Pedro y Borja (Isaac, min. 33).
GOLES: 0-1: Min. 7, Baraja en propia meta. 0-2: Min. 15, Richi. 1-2: Min. 85, Guerra. 1-3: Min. 88, Iturra.
ÁRBITRO: Amoedo Chas (c. gallego). Amonestó a Nafti, Iturra, Amaya, Jorge, Oriol y a Pedro en dos ocasiones, expulsado en el minuto 62. Rueda también vio dos amarillas y fue expulsado en el minuto 88.
INCIDENCIAS: Estadio José Zorrilla. 8.100 espectadores.