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Fútbol  |  Real Valladolid-Guadalajara

1-3: Dolorosa apatía

3 de Junio de 2012
Escrito por
Antonio Aragón

Malas vibraciones a tres días que arranque esta fase de promoción. Será el miércoles, a partir de las 22,00 horas, ante el Córdoba. El Real Valladolid ha mutado su sangre en horchata y algunos futbolistas han desechado una oportunidad perfecta para convencer al técnico. Su intensidad, aturullada mientras Celta y Córdoba empataban para que sonase la Rianxeira al término del partido.

Djukic introdujo varias variantes en el once con el fin de dar descanso a algunos de sus jugadores más castigados de cara al playoff. Se quedaron en el banco hombres como Marc Valiente, Nauzet, Javi Guerra y Sisi, mientras que actuaron de inicio otros menos habituales como Juanito, Baraja, Marquitos y Jofre.

Cambios que, a vuela pluma y en los primeros instantes, no modificaron un ápice el modelo de actuación blanquivioleta. La posesión, pausada y tejida con paciencia era del Real Valladolid ante un Guadalajara timorato y poco agresivo en los marcajes.

Óscar hacía de catalizador y hombre más inspirado. Tocaba cada balón con criterio y posaba una clarividencia celestial que le llevó, a los cinco minutos de juego, a plantarse tras una prodigiosa pared con Baraja solo ante Saizar. No le tembló el pulso y con una serenidad pasmosa batió al guardameta del Guadalajara.

Un tanto que no insufló tensión en la plantilla visitante, inoperante en ataque y muy cándida en defensa, pues el Valladolid era capaz de coger su espalda con balones largos. Permitía que el bloque vallisoletano, con un ritmo trotón, tocase con facilidad en la zona de creación. Poco más.

No obstante, si se animó a medida que veía como la apatía de los hombres de Djukic se dilataba. Subió su línea de presión, sin llegar a ser asfixiante y, cuando se transitaba hacia la media hora de partido, restó presencia blanquivioleta, la cual venía reclamando un electro shock para espabilar. Almohada y manta.

Así, en una falta lateral, el capitán del Guadalajara devolvió las tablas al marcador. Javi Soria se erigió entre los zagueros y remachó con la testa al fondo de la portería, sellando, de este modo, la mejoría manchega en medio del tedio blanquivioleta, el cual no recobró vigor en los últimos quince minutos del primer período, en los que la salida del balón se le trabó aún más.

Tras el tiempo de asueto, en el que Djukic metió a Guerra para ganar en mordiente por la magia de Óscar, parecía que el equipo espabilaba y ganaba en intensidad. Un espejismo que acabó retratando a algunos de los futbolistas a los que el serbio dio una buena oportunidad hoy.

No había ni control, ni frescura, ni alegría. El Real Valladolid se mostraba incapaz y el Guadalajara lo aprovechó con otro tanto, obra de Cristian a los 51 minutos de partido. Ventaja que se vería ampliada con el tercer gol alcarreño nueve minutos más tarde. Víctor Fernández colocó el balón en la escuadra en una falta directa.

Un resultado doloroso (1-3) que obligó a Djukic a introducir toda la dinamita que le quedaba. Entraron Nauzet y Sisi pero el daño estaba hecho y el equipo no respondía. Necesitaba un desfibrilador o una inyección de moral o motivación para, al menos, maquillar la funesta tarde.

No fue así. El Real Valladolid lo intentó y sí llegó a las inmediaciones alcarreñas con asiduidad, aunque con escasa fluidez y tino. Con estas, acabó perdiendo y fue traicionado por su estado anímico.