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Fútbol | Real Valladolid-Almeria
1-1: Tablas injustas
18 de Marzo de 2012
La mañana estuvo bañada por un sol tenue y una brisa fresca que no evitó que se viviese un gran ambiente fútbol. Máxime cuando ya en los primeros diez minutos se comprobó el ímpetu blanquivioleta. Someter y crear.
Óscar era el satélite sobre el que orbitaba el fútbol del Real Valladolid en los últimos metros. Un juego cuyo ritmo fue decreciendo con el paso de los minutos una vez pasado el fervor inicial. No obstante se encontró con un regalo bien envuelto en color pastel...
Trujillo cometió una pueril mano dentro del área y Sureda Cuenca no vaciló. Penalti que Víctor Pérez, con finura colocó al lado contrario del que se desplomó el mitiquérrimo Estebán. 1-0, a los veinte primeros minutos de juego.
Un gol que indujo un dominio lascivo. El Almería se atrincheraba y el Valladolid no frenaba su exquisita elaboración. Sin prisa pero sin pausa. Con templaza y criterio detonado por Óscar, quien aparecía en todas y daba ese último y penúltimo pase que levantaba al respetable de sus butacas.
Como ocurrió a la media hora de juego. Pase interior de Óscar hacia Balenziaga, quien cedió hacia atrás para que Jofre golpease con furia de primeras, obligando a que Estebán se adornase en palomita para repeler el potente zurriagazo.
Una ocasión clarísima en medio de un dominio insultante, dictatorial de un Real Valladolid que movía el esférico de forma primorosa. El Almería empezaba a sentirse anestesiado...
Pero tras el descanso el que salió empanado fue el Real Valladolid, pues no consiguió recuperar la manija ante un Almería que subió la presión y se lanzó con mayor fogosidad a por una igualada que obtuvo Ulloa a los cinco minutos a pase de Soriano. Lo recogió dentro del área y, sin pensárselo, fusiló a Jaime.
Mazazo que el Valladolid encajó con robustez y retó al fútbol con idéntico plan de acción, aunque el Almería, una vez obtenido un buen botín en virtud de su juego, se empleaba con agresividad para robar el esférico y armar atinados contragolpes que empezaban a inquietar a Jaime.
Las fuerzas se iban igualando a medida que iban pasando los minutos. La entrada de Soriano había mutado al Almería, con más capacidad para guantear e instalar el temor en la retaguardia blanquivioleta con cada uno de sus arreones.
De este modo, el partido perdió toda la placidez del primer período para residir en una incertidumbre constante entre dos conjuntos con caminos diferentes. El Valladolid medraba en su afán por monopolizar el balón y vivir en las inmediaciones del área de Estebán, pero el Almería había petrificado su medular y el centro de su zaga, obligando a recurrir únicamente a los centros desde los costados.
No obstante, con el devenir del encuentro al Real Valladolid no le quedó otrá que desprenderse de su Rolex y poner sobre la mesa todo lo que tenía con el objetivo de alcanzar un triunfo vital. Nauzet contó con un par de ocasiones, pero el equipo se desesperaba y escogía opciones nefastas como estériles disparos lejanos.
El Almería mataba el duelo con lesiones fingidas y oficio, pero los jugadores de Djukic no perdieron la cara al triunfo y convirtieron a Esteban en el héroe de su equipo en los últimos compases Se falló una clara ocasión en las postrimerías del choque y, al final, éste se enterró con un empate que deja un amargo sabor de boca.
Óscar era el satélite sobre el que orbitaba el fútbol del Real Valladolid en los últimos metros. Un juego cuyo ritmo fue decreciendo con el paso de los minutos una vez pasado el fervor inicial. No obstante se encontró con un regalo bien envuelto en color pastel...
Trujillo cometió una pueril mano dentro del área y Sureda Cuenca no vaciló. Penalti que Víctor Pérez, con finura colocó al lado contrario del que se desplomó el mitiquérrimo Estebán. 1-0, a los veinte primeros minutos de juego.
Un gol que indujo un dominio lascivo. El Almería se atrincheraba y el Valladolid no frenaba su exquisita elaboración. Sin prisa pero sin pausa. Con templaza y criterio detonado por Óscar, quien aparecía en todas y daba ese último y penúltimo pase que levantaba al respetable de sus butacas.
Como ocurrió a la media hora de juego. Pase interior de Óscar hacia Balenziaga, quien cedió hacia atrás para que Jofre golpease con furia de primeras, obligando a que Estebán se adornase en palomita para repeler el potente zurriagazo.
Una ocasión clarísima en medio de un dominio insultante, dictatorial de un Real Valladolid que movía el esférico de forma primorosa. El Almería empezaba a sentirse anestesiado...
Pero tras el descanso el que salió empanado fue el Real Valladolid, pues no consiguió recuperar la manija ante un Almería que subió la presión y se lanzó con mayor fogosidad a por una igualada que obtuvo Ulloa a los cinco minutos a pase de Soriano. Lo recogió dentro del área y, sin pensárselo, fusiló a Jaime.
Mazazo que el Valladolid encajó con robustez y retó al fútbol con idéntico plan de acción, aunque el Almería, una vez obtenido un buen botín en virtud de su juego, se empleaba con agresividad para robar el esférico y armar atinados contragolpes que empezaban a inquietar a Jaime.
Las fuerzas se iban igualando a medida que iban pasando los minutos. La entrada de Soriano había mutado al Almería, con más capacidad para guantear e instalar el temor en la retaguardia blanquivioleta con cada uno de sus arreones.
De este modo, el partido perdió toda la placidez del primer período para residir en una incertidumbre constante entre dos conjuntos con caminos diferentes. El Valladolid medraba en su afán por monopolizar el balón y vivir en las inmediaciones del área de Estebán, pero el Almería había petrificado su medular y el centro de su zaga, obligando a recurrir únicamente a los centros desde los costados.
No obstante, con el devenir del encuentro al Real Valladolid no le quedó otrá que desprenderse de su Rolex y poner sobre la mesa todo lo que tenía con el objetivo de alcanzar un triunfo vital. Nauzet contó con un par de ocasiones, pero el equipo se desesperaba y escogía opciones nefastas como estériles disparos lejanos.
El Almería mataba el duelo con lesiones fingidas y oficio, pero los jugadores de Djukic no perdieron la cara al triunfo y convirtieron a Esteban en el héroe de su equipo en los últimos compases Se falló una clara ocasión en las postrimerías del choque y, al final, éste se enterró con un empate que deja un amargo sabor de boca.