




1-1: Al Pucela le temblaron las piernas
Con un Nuevo José Zorrilla engalanado para la ocasión y con la mejor entrada de la temporada, al Real Valladolid le pudo la presión. No fue así ante más de 30.000 espectadores en Riazor. Siete días después, hasta aquel empate frente ya distanciado líder sabe a poco. A muy poco. En tierras gallegas el equipo de Djukic demostró superioridad. En casa, ante su público, y frente al Hércules la versión fue bien diferente. Sin hacerlo mal, no fue la película esperada. Y el final, digno de la mayor historia de terror.
El comienzo no fue significativo. Un Hércules voluntarioso y un Pucela a la espera. Un arranque de los habituales, con los blanquivioleta aguardando un momento de debilidad de su rival. Sin embargo, los alicantinos no cayeron en la trampa y pasaron el testigo a los vallisoletanos con un inteligente bloqueo en la zona central. Parecía prohibido, como cercado con tensión electrizante, que Rubio o Víctor Pérez recibiesen y jugasen el balón. El trabajo sucio lo hacía el colombiano Abel Aguilar, imprescindible en los esquemas de Mandiá e impoluto durante su estancia en Zorrilla.
Pero cuando pasaba más tiempo del esperado sin que el Real Valladolid mostrase su mejor cara, y el verbo preocupar era el más locutado en los bajos de Parquesol, Nauzet aprovechó una falta tras un balón dividido en zona central para colgar el esférico al segundo palo. Al rincón donde Marc Valiente esperaba para asistir a Javi Guerra. El malagueño la empujó solo al fondo de la portería defendida por Falcón. (1-0). Hasta el descanso, una mano de Arbilla involuntaria pero existente dentro de su propia área y un Hércules con ambición y hambre de empatar.
Fue lo que se vio desde la reanudación y hasta el final del partido. Recordó a lo vivido hace un mes frente al Villarreal B, pero quizá con el Pucela obviando que enfrente había un equipo con muchas más cosas en juego y un gran potencial. Aún así, no disponía de ocasiones claras, excepto un balón similar al del gol de Guerra pero en ataque del Hércules, que Samuel terminó enviando por encima de la portería defendida por Jaime. Otra mano dentro del área vallisoletana, en este caso de Thiago Gomes, volvió a ser obviada por el colegiado extremeño.
Las pizarras de Djukic y Mandiá sufrieron modificaciones. Los herculanos llegaron al final con toda la carne en el asador y con viejos conocidos de Zorrilla sobre el césped: Aganzo y Tote, junto con Felipe Sanchón, irrumpieron en escena. El serbio, en cambio, buscó la sentencia con Manucho y Sisi, más Nafti para buscar contención cuando la bocina estaba a punto de sonar.
Y con todo el estadio ese pitido final de Gil Manzano, Carlos Peña concedió un córner que pareció saque de banda. El asistente lo señaló a diez segundos del 94, con cuatro decretados de añadido, y el Hércules lo sacó con el 95 cumplido. Voló sobre el cielo hacia tierra de nadie. Y allí, sin ningún jugador alicantino a su alrededor, Manucho remató como si se encontrase en Riazor y el portero fuese Germán Lux. Era Jaime Jiménez, que hizo lo imposible por evitar un mazazo que terminó por ser irremediable. (1-1).