Partido de Liga de la primera vuelta en Zorrilla.
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Fútbol  |  Real Valladolid

0-1: ¡Qué rico!

13 de Febrero de 2011

El equipo se desvivió en el segundo tiempo para hacer valer la ventaja lograda cuando peor pintaba y enseñaba las uñas cuando podía. Todo por volver a ganar fuera después de mucho tiempo y tras una semana en la que el equipo tocó fondo, o eso esperamos después de lo visto hoy.

Sin embargo, la primera parte transcurrió entre el sopor y el tedio. Abel dispuso un once novedoso, con otro bandazo en su objetivo por dar con la tecla idónea que saque al Real Valladolid del pozo en el que empieza a sumergirse sin oxígeno ni aletas.

Barragán y Nafti formaron en la medular, lo que dotó al Real Valladolid de mayor seriedad y consistencia respecto a otros duelos. Sólo eso, pues el ataque apenas existió y el cerco a la portería del Recreativo únicamente se produjo con escasas jugadas a balón parado.

Hubo orden, seriedad, pero el juego apenas existió. El resultado, una contienda aburrida como un documental sobre la reproducción del insecto palo hasta que Óscar decidió añadir picante al partido con una expulsión pueril al filo del descanso. Sacó el codo cuando no debía y dejó grogui a Manolo Martínez, algo de lo que se percató el árbitro para mandar el absurdo de Óscar a la caseta.

No pintaba bien. Jugar cuarenta y cinco minutos con diez no era precisamente lo que necesitaba el Valladolid para volver a ganar fuera. No obstante, de repente, un halo de esperanza, un fogonazo de placer, de satisfacción, de vida para un equipo que languidecía.

Nada más iniciarse el segundo período, una falta botada por Nauzet encontró a una figura que emergía entre la poblada retaguardia andaluza. Javi Guerra consiguió peinar el esférico e introducirlo en la portería para delirio de la parroquia blanquivioleta, poco acostumbrada a celebrar un gol en campo contrario.
 
El Valladolid se adelantaba y el Recre de Carlos Ríos, que no se esperaba ese golpe directo al mentón, no conseguía espabilar y veía como el conjunto de Abel Resino se crecía con impetuosidad a la contra.

Abel introducía a Matabuena. Había que empezar a edificar la trinchera en la que resguardar el botín por media hora. Mientras tanto, el Recre desplegaba su artillería pesada y conseguía poner el miedo en el cuerpo con un balón estrellado en el palo.

Oportunidad que no descompuso la férrea defensa vallisoletana, cada vez más entonada y motivada. Pero no sólo ellos, pues los atacantes no lo dudaban y ponían desparpajo a cada oportunidad de contragolpe. Así se aguantó hasta el minuto 90, cuando el árbitro designó cinco minutos de descuento. Una taquicardia en ciernes que se convirtió en alegría por una victoria que se hacía de desear y en la que el equipo demostró garra y entrega para administrar la renta. Todos menos uno.