FOTOS Ángel Becerra
Fútbol | Real Valladolid-Osasuna
0-1: Cúmulo de despropósitos
22 de Noviembre de 2013
No tuvieron ideas, ni acierto, ni profundidad, ni carácter, ni consistencia... Tampoco es que Osasuna lo hiciera mucho mejor, aunque sí tenía más claridad a la contra. Y es que el partido, triste como un domingo de resaca, parecía abocado al resultado gafas y contó con escasas triangulaciones dignas de la mejor Liga del mundo (o eso dicen).
Antes del duelo se pudo comprobar que Juan Ignacio Martínez no repitió la apuesta por el triple pivote en la medular y regresó al 4-2-3-1. Sí mantenía su confianza en Alcatraz y Bergich, lateral derecho y extremo zurdo, respectivamente.
La primera ocasión pilló a más de un aficionado anudándose la bufanda y acomodando sus posaderas. Ni cuarenta segundos tardó en llegar. Fue tras un balón interior de Peña, un poco largo, que corrió como un poseso Larsson. Llegó a meter la puntera dentro del área pero Andrés Fernández taponó bien los espacios y repelió el disparo.
Una oportunidad que no significó un primer síntoma de dominio. Osasuna, que jugaba con De las Cuevas de falso delantero, presionaba con varios hombres y obligaba a jugar en largo, dejando, eso sí, espacios a la espalda. Se beneficiaba de las imprecisiones locales en medio del campo y, precisamente De las Cuevas, sobre el minuto 8, recogió una triangulación con mal despeje incluido en la frontal que envió alto.
Tampoco esta ocasión resultó una evidencia de mayor navegabilidad rojilla. Había tablas en ocasiones y en imprecisiones. Los dos equipos jugaban a arreones, sin templanza. Agitación. Correcalles que en el Real Valladolid se personificaba en Bergdich, el jugador más incisivo y dinámico de los de Juan Ignacio Martínez en esos instantes.
El centro del campo vallisoletano, compuesto en el día de hoy por Rubio y Sastre, estaba bastante desatinado. Pese a ello, el campo poco a poco se inclinaba hacia la portería defendida por Andrés Fernández. Una mayor presencia, pero estéril, inconexa y fugaz.
El Real Valladolid se obcecaba en envíos verticales y Osasuna, cuando sonaba la flauta y daba dos pases seguidos creaba incertidumbre. También otra ocasión en la que Cejudo, solo dentro del área, disparó al pie de Mariño.
El partido deambulaba entre el tedio y el bodrio. Aburrimiento sacudido con un disparo de Ebert desde la frontal sobre el minuto 35 tras recoger el rechazo de una buena internada de Bergdich. Poca cosa. El equipo se mostraba plano, sin conexión entre líneas. Ebert estaba apático, triste, trotón, puede que porque la tarjeta amarilla que vio le privaba de jugar en el Bernabéu. Mientras, en defensa, la banda izquierda era un agujero que Osasuna aprovechaba para lanzar algún contragolpe. En uno de estos, Damiá remachó un centro que Mariño, providencial, despejó. Ocasión que preludió el fin de una insulsa primera parte.
Tras el tiempo de asueto, más de lo mismo, aunque Osasuna tuvo más soltura y apremio que en el primer tiempo. Juan Ignacio Martínez se percató e introdujo a Osorio y Rama por Larsson y Bergdich al mismo tiempo con el objeto de ganar mordiente. Sí logró más movilidad y posesión pero infructuosa. Osasuna reculaba pero se desperezaba con un disparo lejano de De las Cuevas.
Aviso timorato al que respondió el Real Valladolid con la mejor jugada del partido pero Andrés Fernández privó al respetable del orgasmo balompédico con una parada antológica. Un preciso pase interior de Rubio lo recibió Ebert, quien cedió para atrás al corazón del área. Osorio dejó pasar el esférico y Guerra, libre de marca, remató con todas sus ganas. Sin embargo, el cancerbero visitante sacó una manopla derecha milagrosa cuando la grada cantaba el primer gol de esta fría noche.
Un espejismo, pues el equipo no mejoró. Tampoco un Osasuna atrincherado que esperaba su ocasión a la contra y que cortocircuitaba el escaso fútbol blanquivioleta con constantes faltas. Sin embargo, el Real Valladolid ponía algo más de carne en el asador y en un saque de esquina botado por Ebert Guerra volvió a disponer de una ocasión inmejorable para deshacer la igualada. El balón le rebotó a Guerra a un metro de la línea de gol y marchó alto.
El Valladolid no firmaba las tablas y daba entrada a Manucho pero con lo que no contaba es que un tremendo desbarajuste colectivo acabase en el gol de Osasuna en el minuto 83. Oier, con la testa, remató un centro plácido de Damiá, complicando aún más el rescate de puntos (0-1).
Un nuevo despropósito en un viernes aciago para el Real Valladolid, el cual no pudo reaccionar y sufrió una derrota en casa que le debe hacer recapacitar. También si hubiese acabado en empate, aunque duele más el juego apático sin botín alguno y justo antes de visitar al Real Madrid. Asimismo, habrá que ver si este resultado al acabar la jornada deja a los de Juan Ignacio Martínez con el desasosiego de verse en puestos de descenso.
Ficha Técnica:
Antes del duelo se pudo comprobar que Juan Ignacio Martínez no repitió la apuesta por el triple pivote en la medular y regresó al 4-2-3-1. Sí mantenía su confianza en Alcatraz y Bergich, lateral derecho y extremo zurdo, respectivamente.
La primera ocasión pilló a más de un aficionado anudándose la bufanda y acomodando sus posaderas. Ni cuarenta segundos tardó en llegar. Fue tras un balón interior de Peña, un poco largo, que corrió como un poseso Larsson. Llegó a meter la puntera dentro del área pero Andrés Fernández taponó bien los espacios y repelió el disparo.
Una oportunidad que no significó un primer síntoma de dominio. Osasuna, que jugaba con De las Cuevas de falso delantero, presionaba con varios hombres y obligaba a jugar en largo, dejando, eso sí, espacios a la espalda. Se beneficiaba de las imprecisiones locales en medio del campo y, precisamente De las Cuevas, sobre el minuto 8, recogió una triangulación con mal despeje incluido en la frontal que envió alto.
Tampoco esta ocasión resultó una evidencia de mayor navegabilidad rojilla. Había tablas en ocasiones y en imprecisiones. Los dos equipos jugaban a arreones, sin templanza. Agitación. Correcalles que en el Real Valladolid se personificaba en Bergdich, el jugador más incisivo y dinámico de los de Juan Ignacio Martínez en esos instantes.
El centro del campo vallisoletano, compuesto en el día de hoy por Rubio y Sastre, estaba bastante desatinado. Pese a ello, el campo poco a poco se inclinaba hacia la portería defendida por Andrés Fernández. Una mayor presencia, pero estéril, inconexa y fugaz.
El Real Valladolid se obcecaba en envíos verticales y Osasuna, cuando sonaba la flauta y daba dos pases seguidos creaba incertidumbre. También otra ocasión en la que Cejudo, solo dentro del área, disparó al pie de Mariño.
El partido deambulaba entre el tedio y el bodrio. Aburrimiento sacudido con un disparo de Ebert desde la frontal sobre el minuto 35 tras recoger el rechazo de una buena internada de Bergdich. Poca cosa. El equipo se mostraba plano, sin conexión entre líneas. Ebert estaba apático, triste, trotón, puede que porque la tarjeta amarilla que vio le privaba de jugar en el Bernabéu. Mientras, en defensa, la banda izquierda era un agujero que Osasuna aprovechaba para lanzar algún contragolpe. En uno de estos, Damiá remachó un centro que Mariño, providencial, despejó. Ocasión que preludió el fin de una insulsa primera parte.
Tras el tiempo de asueto, más de lo mismo, aunque Osasuna tuvo más soltura y apremio que en el primer tiempo. Juan Ignacio Martínez se percató e introdujo a Osorio y Rama por Larsson y Bergdich al mismo tiempo con el objeto de ganar mordiente. Sí logró más movilidad y posesión pero infructuosa. Osasuna reculaba pero se desperezaba con un disparo lejano de De las Cuevas.
Aviso timorato al que respondió el Real Valladolid con la mejor jugada del partido pero Andrés Fernández privó al respetable del orgasmo balompédico con una parada antológica. Un preciso pase interior de Rubio lo recibió Ebert, quien cedió para atrás al corazón del área. Osorio dejó pasar el esférico y Guerra, libre de marca, remató con todas sus ganas. Sin embargo, el cancerbero visitante sacó una manopla derecha milagrosa cuando la grada cantaba el primer gol de esta fría noche.
Un espejismo, pues el equipo no mejoró. Tampoco un Osasuna atrincherado que esperaba su ocasión a la contra y que cortocircuitaba el escaso fútbol blanquivioleta con constantes faltas. Sin embargo, el Real Valladolid ponía algo más de carne en el asador y en un saque de esquina botado por Ebert Guerra volvió a disponer de una ocasión inmejorable para deshacer la igualada. El balón le rebotó a Guerra a un metro de la línea de gol y marchó alto.
El Valladolid no firmaba las tablas y daba entrada a Manucho pero con lo que no contaba es que un tremendo desbarajuste colectivo acabase en el gol de Osasuna en el minuto 83. Oier, con la testa, remató un centro plácido de Damiá, complicando aún más el rescate de puntos (0-1).
Un nuevo despropósito en un viernes aciago para el Real Valladolid, el cual no pudo reaccionar y sufrió una derrota en casa que le debe hacer recapacitar. También si hubiese acabado en empate, aunque duele más el juego apático sin botín alguno y justo antes de visitar al Real Madrid. Asimismo, habrá que ver si este resultado al acabar la jornada deja a los de Juan Ignacio Martínez con el desasosiego de verse en puestos de descenso.
Ficha Técnica:
0 - Valladolid: Mariño, Alcatraz, Marc
Valiente, Rueda, Peña, Álvaro Rubio, Sastre, Ebert, Larsson (Osorio,
min. 56), Bergdich (Rama, min. 56) y Javi Guerra (Manucho, min. 83).
1
- Osasuna: Andrés Fernández, Marc Bertrán, Loties, Arribas, Damiá,
Lolo, Puñal, Armenteros, Torres (Oiert min. 68), Cejudo (Onwu, min. 86) y
De las Cuevas (Loé, min. 88).
Gol: 0-1: Min 83, Oier.
Árbitro: Fernández Borbalán (Andaluz). Amonestó a Rubio, Ebert, Manucho, Rama, Puñal y Torres.
Incidencias: Estadio José Zorrilla. 12,100 espectadores.