0-0: No despunta
Servirán de mucho o no servirán de nada. No se sabrá hasta el final, pero los 14 empates obtenidos por el Real Valladolid se traducen en 14 puntos que mantienen vivo al equipo blanquivioleta. Una vez más, en Pamplona los de JIM pudieron ganar y también perder. Dos largueros en la misma portería, pero en partes diferentes y por lo tanto uno para cada equipo.
Fue un duelo tosco, feo por ser claros. Hizo honor a la tensión que se presumía en la previa y que pasó factura a ambos conjuntos. Se cumplieron además dinámicas de la presente temporada, con un Osasuna discreto como local y un Real Valladolid prácticamente inoperante como visitante. Y es que, nuevamente, las ocasiones claras para el Pucela brillaron por su ausencia. Tuvo dos serias que pudieron decantar la balanza, pero más se recuerdan de los rojillos. En todas, Jaime estuvo acertado, quizás a su mejor nivel desde que llegó a Zorrilla, y colaboró para que su equipo certificase un nuevo punto.
JIM apostó por Óscar y no por Manucho. Fue sorprendente porque, al igual que en el partido frente al Rayo, se presumía que el angoleño podía hacer daño en los balones altos, pero el alicantino consideró lo contrario. Por momentos el partido le dio la razón, especialmente en un tramo de la primera parte en la que Óscar encontró espacios con buenos desmarques, pero volvió a recaer en los errores de las últimas jornadas: lentitud y carencias técnicas. Increíble en el charro, pero cierto. Ya no puede ser una cuestión de confianza, porque Juan Ignacio apostó por él de nuevo durante todo el partido. Cuando quiso dar entrada a Manucho, el relevo fue por Larsson, aunque cierto es que le tocó al 'diez' volver a la banda. Se apagó todavía más.
Precisamente el ingreso en el verde de Manucho fue el guiño de JIM a la victoria. Pero, o se arrepintió, o cambió de opinión con el paso de los minutos. Poco después guardó la ropa dando entrada a Valiente y retirando a Víctor Pérez, irregular en el centro del campo. Pese al paso atrás, con el catalán en la medular llegó la ocasión más clara del partido para el Real Valladolid. La protagonizó Javi Guerra, que se encontró con la buena intervención de su doble, Andrés Fernández, que evitó el 0-1 vallisoletano. Antes. Víctor Pérez había estrellado el balón en el larguero tras botar un córner que cerca estuvo de ser un gol olímpico. El resto de opciones a balón parado, como de costumbre, el Pucela las desperdició.
Osasuna, en las botas de Cejudo, también se encontró con el travesaño. Cuando no, con Jaime, pero los de Gracia, cuyos cambios tampoco convencieron a la parroquia local, fueron temerosos. Miedo, mucho miedo a perder por parte de los dos equipos. No era una cuestión solo de caer derrotado, sino de que un rival directo se hiciese con la victoria.
Así, el pitido final de un Clos Gómez de notable llegó con el repetido debate de la validez o invalidez de un nuevo punto. Hay tiempo para debatir y redebatir, porque el Real Valladolid no volverá a jugar hasta dentro de 17 días.