"Yo estuve en Madrid"
Alejandro Fernández
El sueño de la Copa del Rey para el Blancos de Rueda ya ha llegado a su fin. Y lo ha hecho ofreciendo su peor cara, quizás debido a la presión de volver, 13 años después, a disputar el torneo del KO.
Sin embargo todavía queda entre la afición vallisoletana unos resquicios de alegría que superan a la tristeza, propiciados por el simple hecho de haber sido uno de los ocho equipos privilegiados de ir a Madrid a disputar el torneo.
El simple hecho de jugar la Copa del Rey era un premio para el equipo y toda la ciudad. Y todo el mundo lo sabía. Por eso no se vieron caras de decepción, sino todo lo contrario. Prueba de ello es el comportamiento de la afición morada antes, durante, y después del fatídico partido ante el Power Electronics Valencia.
Los aficionados habían venido a Madrid a vivir una auténtica fiesta. Las carpas de actividades montadas en los aledaños del Palacio de los Deportes de la Comunidad de Madrid estaban abarrotadas, sobre todo, de seguidores vallisoletanos que esperaban, impacientes, el pitido inicial del sueño de la Copa. Un sueño que tampoco se han querido perder el alcalde de la ciudad, Javier León de la Riva, o el presidente de la Diputación de Valladolid, Ramiro Ruiz Medrano, entre otras autoridades.
Los cerca de 1.000 aficionados morados congregados en la capital de España pusieron el colorido a la tarde de Copa. Y es que, a pesar de la presencia de seguidores de todos los equipos clasificados para el torneo, los de Valladolid ganaban en número, en cánticos y en ilusión.
Ya dentro del pabellón, el Palacio de los Deportes parecía el polideportivo Pisuerga. Tan solo media grada ocupaba el núcleo de seguidores del Power Electronics, mientras que los aficionados del Blancos de Rueda abarrotaban todo un graderío teñido del color morado. Todo recordaba al Pisuerga, y es que durante el encuentro sólo se escucharon los cánticos de la afición vallisoletana.
La gente disfrutó de lo lindo. Daba igual cómo iba el marcador, cada vez más roto por el empuje de los valencianos. Los hinchas vallisoletanos no pararon de animar con todas sus fuerzas al equipo, confiando en una posible remontada. Pero la cosa no cambió cuando el partido se torció del todo. La alegría y el apoyo de la afición no iba a faltar tampoco ahora.
Cada vez que el Power Electronics se hacía con el balón, los pitos de los vallisoletanos eran lo único que se escuchaba en el pabellón. Y cuando la tenían los morados, los cánticos de apoyo hacia el Blancos de Rueda inundaban la cancha. Tan sólo en un par de ocasiones, la impotencia pudo con los aficionados morados que cargaron contra el conjunto arbitral, bastante correcto a lo largo del partido. Pero rápidamente recordaron a lo que habían venido: a disfrutar el máximo posible. Todos se dejaron la voz, con gritos, y las manos, con aplausos, en Madrid.
Al término del encuentro, la ovación a los jugadores del Blancos de Rueda fue muy emotiva. Ya se sabía que fuera cual fuera el resultado esto iba a suceder. La afición estaba rindiendo un más que merecido homenaje a estos héroes que han llevado al club a disputar la Copa del Rey trece años después de su última participación y a estar, de momento, afincados en la tercera posición de la ACB.
Los aplausos y gritos de ánimo se prolongaron incluso una vez que los jugadores habían abandonado la pista. Y es que, en ese momento, el resultado era lo de menos. Todos habían sido partícipes del sueño de la Copa. Y todos ellos podrán decir yo también estuve en Madrid.