Aspecto de la grada quesera durante el partido. FOTO: Andrés Domingo
Aspecto de la grada quesera durante el partido. FOTO: Andrés Domingo
Aspecto de la grada quesera durante el partido. FOTO: Andrés Domingo
En inferioridad, la afición del Chami nunca dejó de animar. FOTO: Andrés Domingo
La Banda de Guerra de la Academia de Caballería tocó antes del partido. FOTO: Andrés Domingo
Desfile de las categorías inferiores del VRAC. FOTO: Andrés Domingo
Rugby  |  Final

Pepe Rojo disfruta de la final vallisoletana

1 de Junio de 2014
Escrito por
Alex Arenas

A rebosar. Así estaba Pepe Rojo este domingo, vestido de gala para la final valisoletana, la que iba a decidir qué equipo iba a coronarse campeón de liga. Las expectativas hablaban de un lleno absoluto y tanto la afición quesera como la chamiza ofrecieron un espectáculo que sólo se puede presenciar en Pepe Rojo.



Desde una hora antes del encuentro, los aledaños del coliseo pucelano presentaban un aspecto excelente: muchos coches, mucho tráfico y, sobre todo, mucha expectación ante la final. Conforme se iban llenando las gradas, las cervezas y los bocadillos hacían acto de presencia, preparados junto a sus consumidores para el espectáculo del rugby. Porque, no lo olvidemos, el choque que acogió Pepe Rojo es lo mejor que se puede ver en España.


Con las gradas listas, antes de la batalla se produjo un merecido homenaje a las categorías inferiores del VRAC Quesos Entrepinares, todo ello amenizado por la Banda de Guerra de la Academia de Caballería. Golpes, carreras, ensayos, transformaciones y tanganas. Hasta dos en una misma jugada, con Pierce y Pedrito como principales protagonistas. No deja de resultar sorprendente que, en un deporte de contacto como el del balón oval, una pelea sea considerada una acción novedosa.


Con el pitido final y la consiguiente victoria quesera, la explosión de júbilo invadió a los aficionados y jugadores locales, con la consiguiente invasión de campo y los cánticos correspondientes. Volvieron a correr los litros de cerveza y la cita se trasladaba a la Plaza Madrid, donde los pupilos de Diego Merino ofrecerían la liga a toda su gente.