El esperado regreso del hijo pródigo al 'redil'
Hablar de Fernando de la Calle es hablar de deporte con mayúsculas en Valladolid. Sin embargo, para muchos este nombre es sinónimo de toda una vida dedicada en cuerpo y alma al rugby, y no todos saben que Calle tuvo una anterior pasión deportiva, el judo, que descubrió a los seis años, al que dedicó casi dos décadas y que ahora ha decidido recuperar 17 años después.
Por eso Fernando es "el nuevo de la clase" en el gimnasio del colegio Lourdes. No quiere trato de favor y tampoco lo tiene de sus entrenadores, Pedro Riaguas y un Paco de la Calle que comparte sangre y apellido y que sonríe al afirmar que "al final todos vuelven al redil". Y es que la saga de los Calle fue en la década de los ochenta y los noventa el referente del rugby vallisoletano y, poco a poco, parece que todos vuelven a los orígenes.
Atrás quedan 17 años en los que Fernando apostó por el rugby, y del que no ha salido como merecía. La destitución de Miguelón del VRAC Quesos Entrepinares fue la gota que colmó el vaso de su paciencia, pero a la vez el aliciente que necesitaba para cumplir con su otra promesa. "Siempre dije que volvería y lo he cumplido", afirma este veterano judoka de 41 años que suda por los cuatro costados pero que no deja de hacer ninguno de los ejercicios que mandan a sus compañeros, de 20 ó 25 años la mayoría.
Unos rivales y admiradores a la vez que aseguran con rotundidad que es "un modelo a seguir para todos nosotros". Pocos sabían de su pasado en este deporte pero todos sueñan con "estar como él con su edad". De hecho, cuando se les pregunta sobre quién gana en los combates, nadie lo duda. "No hay forma de tirarle", sentencian todos.
También por eso nadie descarta que en un plazo breve de tiempo Fernando vuelva a la alta competición, y no sólo para estar sino para luchar y ganar. "Un judoka lo que quiere es competir y ganar", dice. En eso su hermano Paco es algo más reservado en su capacidad de respuesta. "En Castilla y León está al nivel de los mejores pero a nivel nacional la cosa es más complicada".
Y en esta nueva aventura no está solo. Cuenta con el apoyo de sus profesores, de sus compañeros e, incluso, de su familia. No en vano, su mujer le regaló el judogui (traje de judo) que luce estos días con orgullo. En definitiva, todo un ejemplo para los que dudan si en el mundo del deporte hay edades.