1-0: Tres puntos para quitarse el miedo

La victoria se fundamentó en el gol tempranero de Óscar y el trabajo a destajo para mantener la ventaja durante todo el partido porque, a falta de confianza para jugar, el Real Valladolid se enfundó el traje de faena y se dejó el alma en cada balón para conservar la ventaja ante un Albacete Balompié que jamás tiró la toalla y tuvo la personalidad de creer en su juego hasta la última jugada del partido, en la que Rubén Cruz, con un cabezazo por encima del larguero, heló la sangre de la parroquia vallisoletana.

Roger tuvo el 2-0 al cuarto de hora en un “mano a mano” ante Juan Carlos, pero la parada del arquero manchego convirtió el partido fue una lucha sin cuartel entre un Albacete que quiso dar la vuelta a un partido vital para sus intereses por la vía de jugar el balón, sacarlo desde atrás, tener paciencia y fe. Pero al equipo de Ferrando le faltó recursos ofensivos en el último tercio del campo, hasta el punto de que su juego ordenado no se tradujo en ocasiones de gol.

La gran virtud del Pucela estuvo en el trabajo y en la solidaridad para entorpecer las combinaciones del Albacete, aunque le costó mucho robar y tuvo que correr mucho detrás del mismo. Al contraataque tampoco tuvo eficacia para cerrar el partido porque cuando el Albacete lo perdía el Pucela arrancaba a muchos metros de la portería de Juan Carlos.

Al final, el Real Valladolid pudo celebrar una victoria que se le resistía desde hace siete jornadas, cuando doblegó en Zorrilla al Llagostera y que encarrila su permanencia en la división de plata.