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Una parada en Valladolid antes de ir al mundial de Kazán

9 de Julio de 2014
Escrito por
Alma Ramos

Las instalaciones del Centro de Tecnificación Deportivo Río Esgueva se han convertido en la sede de entrenamiento de Fernando Casares, Raúl Pérez y Christian Bobran, tres de los cinco miembros, junto con Pablo Moreno y Sergio Escudero, que componen el equipo nacional de esgrima en su modalidad de sable. De estos tres, únicamente Casares acudirá al Campeonato del Mundo de Esgrima, que se disputará del 15 al 22 de este mes en Kazán.

Si clasificarse para competir en el mundial es todo un reto en sí mismo, el sablista madrileño reconoció que se ha fijado como principal objetivo conseguir la clasificación para los Juegos Olímpicos. “Que España no tuviera ningún representante en las Olimpiadas de Londres fue toda una decepción”, comentó el que actualmente ocupa el primer puesto en el ranking nacional. Precisamente, esto es lo que Fernando Casares no quiere que se repita en Brasil.

Para ello, Casares debería obtener una buena puntuación en este campeonato de Kazán. “Si somos realistas, mi objetivo debería ser acabar entre los 16 primeros”, valoró. El desafío no será sencillo, ya que el billete para Brasil estará disponible para los 10 primeros del ranking mundial (actualmente Casares ocupa el 26º puesto) y para aquellos que se clasifiquen en los respectivos preolímpicos que se desarrollan en cada país.  

Los deportistas llegaron a Valladolid el domingo por la noche y se quedarán hasta el próximo jueves. Su estancia en la capital castellana y leonesa no es nueva. Además de haber acudido al Campeonato de España que se celebró hace dos semanas en el polideportivo Pisuerga, Casares ya se había entrenado el año anterior en el CTD Río Esgueva.

Justamente fue la buena relación que tiene con la Federación de Esgrima de Castilla y León y “la extraordinaria experiencia que pasó en unas buenas instalaciones donde todo está cerca” lo que decantó su vuelta. Sin el “agobio de los desplazamientos” de ciudades como Madrid, Casares compagina las cinco horas de entrenamientos tanto de físico como técnico-táctico con su maestro Carlos Fernández con el trabajo desde su portátil en una empresa de seguridad informática. Y es que, como en tantos deportes, estar en la élite de la esgrima no significa que se pueda vivir de ello.