FOTOS Angel Becerra
Fútbol | Crónica Real Valladolid - Rayo Vallecano
1-1: Un disco rayado
22 de Marzo de 2014
La megafonía de Zorrilla insistió durante la previa en que sonase la banda sonora de 'Alicia en el País de Las Maravillas'. Quizás el responsable fantaseaba con la posibilidad de que el Real Valladolid viviese una tarde noche mágica con final feliz. Pero cuando quiso cambiar de canción, en el descanso, la nueva sintonía sonó rayada y hubo que volver a Wonderland. Una señal.
Un puedo y no quiero y no al revés. El Real Valladolid demostró frente al Barcelona que poder, puede. Y desde entonces o no ha querido, o no ha sido capaz de volver a mostrar esa imagen de equipo competitivo y con empaque que exige la Primera División. Son demasiadas oportunidades perdidas en Zorrilla. En los últimos meses frente a Levante, Elche o Rayo, el Pucela no se ha vaciado en pro de la victoria y cada uno de esos partidos han dejado dos puntos por el camino que el Real Valladolid echa de menos a día de hoy y que es posible necesite a final de temporada. Lo único positivo es que con la mediocridad como único factor de regularidad en los blanquivioleta, la permanencia está realmente cerca. Hay más equipos en una situación similar.
El Rayo pareció plantear el partido con la lección aprendida de sus anteriores duelos frente al Real Valladolid. Ya en la vuelta copera lo demostró, y en esta ocasión reafirmó que le va cogiendo el truquillo a los vallisoletanos. Arriesgan menos que frente a otros equipos y se arropan más atrás. Lo hacen sin perder sus señas de identidad, algo que el Pucela se dejó en el camino hace mucho tiempo atrás. Durante el primer tiempo el repaso vallecano fue de manual. También afectado por el resultado, favorable al Real Valladolid desde los primeros minutos por una jugada de infortunio que supuso el 1-0. Fue tras un córner que botó Jeffrén, que rebotó en Arbilla y que Zé Castro enjauló en su propia portería pese a la voluntad de Gálvez de despejar el balón.
Lejos de sentar bien al Real Valladolid, los de JIM se echaron atrás y dejaron hacer a un Rayo que se sentía cómodo sabedor de que tenía todo el partido para darle la vuelta al marcador. Y fue, como no, Alberto Bueno, el que puso las tablas al filo del descanso. Un jugador que nunca encontró su sitio en Zorrilla, entre otras cosas, porque no se hizo mucho porque lo encontrase. Un fichaje del Rayo "financiado" por el presidente Carlos Suárez, que en un gesto de iluminado abonó en la rescisión de contrato la diferencia de su ficha con respecto a lo que le ofrecía Presa en Vallecas. Un empujón en los despechos a un rival directo con consecuencias también directas.
Así las cosas, se llegó al descanso con 1-1 y sin que, curiosamente, el Real Valladolid hubiese tirado a puerta. La tónica de la primera parte se mantuvo en la segunda. El Rayo mandó pero no apretó, y JIM tardó en leer las necesidades de su equipo. Larsson y Manucho sustituyeron a Jeffren y Ramá. El alicantino fue a por el partido, pero el partido no era el del Valladolid. La entrada del angoleño dotó al Pucela de altura y penúltimo pase, pero el bloqueo de cara a puerta fue el sino durante el tramo definitivo del encuentro. Óscar González falló lo que nunca falla. Dos mano a mano ante Rubén que se fueron desviados: uno a la izquierda y otro a la derecha. Y un egoísta Manucho se equivocó tras librar al portero rival al no asistir a Guerra para facilitar el 2-1. Era ya el ocaso de un partido al que el Valladolid había llegado muy muy tarde. Como en la temporada.