Los jugadores celebran el segundo gol de Nauzet. FOTOS Photogenic
Fútbol | Real Valladolid-Sabadell
2-0: Control total sellado tarde
20 de Mayo de 2012
No se modificó el guión previsto. La tinta estaba escrita de antemano y el Real Valladolid presionó, tocó, asedió y acumuló un par de ocasiones de gol en los primeros diez minutos. Sobre todo con llegadas desde el costado derecho, en cuyo puesto de lateral actuó, sorprendiendo al respetable, Sisinio.
Javi Guerra extrajo la primera lamentación de la grada. Amortiguó un pase en profundidad y se plantó sólo, en un duelo cara a cara, con Mackay. El portero del Sabadell estuvo felino y despejó el bien intencionado disparo del ariete malagueño.
El control era absoluto. Un sometimiento agasajado por una hinchada hipermotivada, lo que encoraginó, aún más si cabe, a los cincelados jugadores blanquivioleta, que avanzaban por todas las partes del campo.
Destellos de clase como un pase "made in Laudrup" de Bueno para Peña y otros de gallardía bárbara como los que alumbró Sisi, con su maltrecho hombro, por el lateral derecho. Por parte del Sabadell, algún contragolpe menos preciso que las explicaciones de algunos políticos. Con prisa no se les veía.
Celeridad no, pero solidez preventiva sí. El conjunto catalán tenía más miedo que vergüenza y se agazapaba sin pudor. Pero eso no evitó que el Real Valladolid acabase estrenando el marcador. Rompió las gafas dibujadas en el electrónico con un gol de Peña a escasos diez minutos del descanso. Lo que se preveía salvo catastrófica sorpresa.
El lateral entró con todo por el vértice del área izquierdo, donde Nauzet colocó un centró que remató con la frente para introducir el esférico blandito al palo largo del portero. Galardón al fútbol de toque y pausado blanquivioleta. El mismo que evitó cualquier tipo de intentona visitante antes de que se decretase un polémico descanso. Pelado al crono. No como una semana atrás.
En la reanudación, más de lo mismo. Un soliloquio apabullante que tuvo, en los diez primeros minutos del segundo período, a Víctor Pérez como principal pistolero. Un Clint Eastwood que desenfundaba rápido y certero, pero no lo suficiente.
Se animó en dos ocasiones con el disparo seco y raso a la cepa del palo derecho defendido por Mackay, pero sendos obuses se marcharon desviados. Apariciones estelares que surgieron con la lesión de Rubio, al parecer de tipo muscular. Le sustituyó Nafti y, entonces, Víctor Pérez y Óscar asumieron la tarea constructiva.
Ante esto, el Sabadell se encajonó aún más y su presión en la medular se fue difuminando, lo que desembocó en un período en el que las bandas blanquivioleta alcanzaron con mayor facilidad la línea de fondo. Así, en dos llegadas los centros no encontraron remate y, en otra, el testarazo de Óscar no encontró el arco.
El balón estaba grapado a las botas de los futbolistas locales, lo que acababa desesperando a los futbolistas del Sabadell quienes, hartos de perseguir sombras y no oler el cuero, se empezaban a mostrar más agresivos.
De este modo, Simón se ganó la segunda amarilla por una entrada a Guerra que Bueno ejecutó. Su estético lanzamiento casi lame el poste. Precisamente, lo que sí hizo su posterior intervención. Gambeteó en el pico del área izquierda y buscó la rosca interior al palo más lejano. Tiro que golpeó en la madera y se perdió por la línea de fondo.
Y es que el dominio, con diez jugadores en el bando rival, se hizo más flagrante, aunque la fortuna no se aliaba con el equipo para cerrar el encuentro con el segundo tanto e, incluso, el Sabadell cazaba algún tímido contraataque que apretaba el culito de los presentes. Demasiado sufrimiento.
Djukic lo palpó y, por ello, después de cambiar a Jofre por Óscar, introdujo a Manucho, aunque las ocasiones se seguían sucediendo por intención de Bueno. En esta ocasión, Mackay se estiró hasta el palo para evitar el segundo gol de la noche.
Aún así, los sustos no se repitieron y el Real Valladolid controló lo que restó de partido. Manucho también tuvo la mirilla desviada en el descuento, pero a Nauzet no le tembló el pulso en la última jugada del partido y se fabricó una magistral vaselina para cerrar el choque. De este modo, obtuvo un triunfo que le permite seguir igualado a puntos con el Celta de Vigo cuando tan sólo restan tres jornadas para la conclusión del campeonato.
Javi Guerra extrajo la primera lamentación de la grada. Amortiguó un pase en profundidad y se plantó sólo, en un duelo cara a cara, con Mackay. El portero del Sabadell estuvo felino y despejó el bien intencionado disparo del ariete malagueño.
El control era absoluto. Un sometimiento agasajado por una hinchada hipermotivada, lo que encoraginó, aún más si cabe, a los cincelados jugadores blanquivioleta, que avanzaban por todas las partes del campo.
Destellos de clase como un pase "made in Laudrup" de Bueno para Peña y otros de gallardía bárbara como los que alumbró Sisi, con su maltrecho hombro, por el lateral derecho. Por parte del Sabadell, algún contragolpe menos preciso que las explicaciones de algunos políticos. Con prisa no se les veía.
Celeridad no, pero solidez preventiva sí. El conjunto catalán tenía más miedo que vergüenza y se agazapaba sin pudor. Pero eso no evitó que el Real Valladolid acabase estrenando el marcador. Rompió las gafas dibujadas en el electrónico con un gol de Peña a escasos diez minutos del descanso. Lo que se preveía salvo catastrófica sorpresa.
El lateral entró con todo por el vértice del área izquierdo, donde Nauzet colocó un centró que remató con la frente para introducir el esférico blandito al palo largo del portero. Galardón al fútbol de toque y pausado blanquivioleta. El mismo que evitó cualquier tipo de intentona visitante antes de que se decretase un polémico descanso. Pelado al crono. No como una semana atrás.
En la reanudación, más de lo mismo. Un soliloquio apabullante que tuvo, en los diez primeros minutos del segundo período, a Víctor Pérez como principal pistolero. Un Clint Eastwood que desenfundaba rápido y certero, pero no lo suficiente.
Se animó en dos ocasiones con el disparo seco y raso a la cepa del palo derecho defendido por Mackay, pero sendos obuses se marcharon desviados. Apariciones estelares que surgieron con la lesión de Rubio, al parecer de tipo muscular. Le sustituyó Nafti y, entonces, Víctor Pérez y Óscar asumieron la tarea constructiva.
Ante esto, el Sabadell se encajonó aún más y su presión en la medular se fue difuminando, lo que desembocó en un período en el que las bandas blanquivioleta alcanzaron con mayor facilidad la línea de fondo. Así, en dos llegadas los centros no encontraron remate y, en otra, el testarazo de Óscar no encontró el arco.
El balón estaba grapado a las botas de los futbolistas locales, lo que acababa desesperando a los futbolistas del Sabadell quienes, hartos de perseguir sombras y no oler el cuero, se empezaban a mostrar más agresivos.
De este modo, Simón se ganó la segunda amarilla por una entrada a Guerra que Bueno ejecutó. Su estético lanzamiento casi lame el poste. Precisamente, lo que sí hizo su posterior intervención. Gambeteó en el pico del área izquierda y buscó la rosca interior al palo más lejano. Tiro que golpeó en la madera y se perdió por la línea de fondo.
Y es que el dominio, con diez jugadores en el bando rival, se hizo más flagrante, aunque la fortuna no se aliaba con el equipo para cerrar el encuentro con el segundo tanto e, incluso, el Sabadell cazaba algún tímido contraataque que apretaba el culito de los presentes. Demasiado sufrimiento.
Djukic lo palpó y, por ello, después de cambiar a Jofre por Óscar, introdujo a Manucho, aunque las ocasiones se seguían sucediendo por intención de Bueno. En esta ocasión, Mackay se estiró hasta el palo para evitar el segundo gol de la noche.
Aún así, los sustos no se repitieron y el Real Valladolid controló lo que restó de partido. Manucho también tuvo la mirilla desviada en el descuento, pero a Nauzet no le tembló el pulso en la última jugada del partido y se fabricó una magistral vaselina para cerrar el choque. De este modo, obtuvo un triunfo que le permite seguir igualado a puntos con el Celta de Vigo cuando tan sólo restan tres jornadas para la conclusión del campeonato.